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Bienvenidas universitarias significativas

Erradicar las malas prácticas es responsabilidad de todos.
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Cada año las universidades reciben a jóvenes llenos de sueños y con la esperanza de vivir una de las mejores experiencias de sus vidas. Coherente con ese anhelo, la inserción en el mundo universitario debe ser empática e inspiradora, alejada de hechos inoportunos que arruinen un recibimiento humano y solidario.

Sin duda, como Ciudad Universitaria y del Conocimiento tenemos que dar el ejemplo, considerando que en Los Ríos ingresarán a la educación superior más de 4 mil estudiantes, aproximadamente.

El llamado es a organizar bienvenidas novatas significativas, creativas e innovadoras para generar mayor identidad y sentido de pertenecía con la Universidad. Lo fundamental es que estos denominados "Mechoneos en buena Onda o Sociales", se involucren los académicos y compañeros de distintas generaciones para que los nuevos estudiantes se sientan acogidos. Igualmente, es una buena oportunidad para realizar actividades culturales, competencias deportivas e iniciativas solidarias centradas en la Vinculación con el Medio, promoviendo un sello de responsabilidad social desde el primer año, para los futuros profesionales que serán agentes de cambio. Un ejemplo de buena práctica en nuestra Casa de Estudios son las Ceremonias de la Luz que realizan las carreras de Psicología a nivel nacional, para simbolizar el traspaso de conocimiento de generación en generación e iluminar el camino de quienes inician su vida estudiantil.

Los estudiantes universitarios deben demostrar que se le está entregando una formación integral, arraigada en valores morales que permiten realizar acciones nobles al servicio de los demás. Erradicar las malas prácticas es responsabilidad de todos quienes formamos la comunidad Universitaria, estableciéndose como un deber esencial respetar la integridad e impedir que se obligue a ser parte de actividades que afectan la dignidad humana.

La mayoría de las universidades han tenido que trabajar en reglamentos de convivencia estudiantil y sancionar conductas inapropiadas, como lo son el destrozar vestimentas, cortar el cabello, derramar pintura en el cuerpo, realizar juegos sexistas que discriminan al género femenino, obligar a arrastrarse por caminos con desperdicios, entre otras. Esto -simplemente- desmotiva todo interés de sentirse parte de una Universidad y genera un distanciamiento con los compañeros de años superiores.

A la hora de cambiar el paradigma, es fundamental generar reflexión sobre una práctica obsoleta, que por lo mismo está siendo renovada. Esperemos que en las bienvenidas universitarias prime el encuentro fraterno, la alegría, el reconocerse en el otro, sin pasar a llevar los derechos de nadie.

Daniel Manchileo Zeballos Director de Asuntos Estudiantiles (DAE) USS Valdivia.

Infraestructura educacional

El Colegio de Cultura de La Unión es un modelo de lo que se puede hacer en favor de la enseñanza. Fue frecuente ver casos que hoy parecen intolerables.
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Aunque todavía hay personas que insisten en repetir que todo tiempo pasado fue mejor, hay algunos aspectos en que el refrán pierde consistencia, como ocurre actualmente con la educación chilena, por lo menos en lo que a infraestructura se refiere.

Al observar las instalaciones del Colegio de Cultura y Difusión Artística de La Unión, que integran prácticamente los espacios deseables para una impecable formación de los estudiantes, con una considerable cantidad de salas de clases, más aulas dedicadas especialmente al trabajo que da razón al establecimiento, sumando, además, gimnasio y auditorio, ambos de amplias dimensiones y variadas comodidades, para quienes tuvieron la oportunidad de conocer cómo se desarrollaba el proceso formativo hace no más de una generación, solo queda la reflexión de que el país ha vivido un proceso de modernización en instalaciones dedicadas a la enseñanza que seguramente no estuvo ni en los sueños más profundos de quienes tuvieron que soportar todo lo que implicaba asistir a clases 40 o más años atrás.

En esa época fue frecuente ver casos que hoy parecen intolerables, como alumnos fabricando sus propios bancos o actividades bajo techo con paraguas abiertos porque las goteras eran parte del paisaje.

No todos los alumnos de establecimientos educacionales públicos de aquella época debían soportar tantas miserias, así como no todos los locales actuales son tan esplendorosos como el colegio unionino, pero nadie puede negar el cambio que ha llegado junto con el mayor desarrollo del país.

La existencia de recintos modernos y bien equipados plantea otro desafío para quienes son o van a ser sus usuarios, ya que una de las primeras cosas que deben aprender es cultivar el respeto hacia las instalaciones que les ayudan a crecer como estudiantes y ciudadanos.

Los niños y jóvenes que viven esta estimulante realidad deben saber lo que ocurría en los tiempos en que sus padres o sus abuelos debieron ir a clases para que quieran más lo adquirido.