Hablar de "las regiones" evidencia el centralismo de nuestro inconsciente. Es una clasificación implícita del territorio nacional, donde uno es el centro neurálgico del país y el resto es un terreno secundario inclasificable.
Esa mirada, donde conviven dos Chiles, es la que debemos cambiar para impulsar una real descentralización. No existe Santiago y "las regiones", sino un gran territorio que presenta innumerables potenciales, pero que se ha desarrollado al amparo de un sistema que impide a todos crecer de igual forma.
Cuando hablamos de "las regiones", nos referimos al 98% del territorio nacional, sin contabilizar la Antártica, y al 59% de la población total de nuestro país. Por eso, debemos estar conscientes del poder de nuestras regiones para volcar los esfuerzos hacia ellos y, de una vez por todas, hablar de Chile como uno solo.
Si queremos realmente que todas las regiones tengan las mismas oportunidades de crecimiento, es necesario cultivar los incentivos necesarios para que exploten sus recursos de manera adecuada; cuenten con un grado de independencia económica para la designación de fondos de acuerdo a sus necesidades y prioridades; y enfrenten sus desafíos sociales desde la realidad local y no desde la capital.
Para esto, el desarrollo de un sistema que permita a las empresas hacer partícipes de sus beneficios a las comunidades de las localidades donde operan; potenciar el rol de los gobiernos regionales dotándolos de mayores competencias; fortalecer la educación técnica especializada según el potencial económico de cada zona; entre otras iniciativas, sería fundamental para avanzar en un real proceso de descentralización del país.
Impulsar las acciones políticas e institucionales necesarias para fomentar el desarrollo de las regiones es fundamental. Pero igualmente relevante es tomar medidas que promuevan y faciliten las inversiones en todo el territorio. Sólo a modo de ejemplo, la diferencia en la inversión entre una región y otra puede ser de hasta 35 veces.
Chile presenta grandes potenciales de inversión, desde Arica a Punta Arenas, y no podemos darnos el lujo de omitirlos. Si queremos llegar a ser un país desarrollado, necesitamos aprovechar todas nuestras capacidades. El poder está en todo el territorio nacional. Sólo debemos trabajarlo.
Hermann von Mühlenbrock
Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa