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ENTREVISTA. carlos opazo, jugador de Deportes Valdivia:

"Soy un agradecido de la gente de Valdivia, porque todos me han tratado muy bien"

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El domingo 8 de mayo de 2016 es una fecha grabada en el corazón de la hinchada del Torreón y de un hombre en especial: el mediocampista Carlos Alberto Opazo Aparicio. Era la jornada final del campeonato de fútbol de la Segunda División y poco más de 3 mil personas repletaban el estadio del Parque Municipal. Última fecha y Deportes Valdivia necesitaba un solo punto para subir a la Primera B. ¿El rival? Deportes La Pintana.

Cuando los cronómetros marcaban recién los 6 minutos del primer tiempo, Opazo capturó un mal rechazo de la defensa visitante y sacó un remate que -con la complicidad de la defensa rival- se fue al fondo de las mallas. Fue el 1 a 0 parcial, que abrió las puertas a la goleada 5-1 que catapultó a los dirigidos de Hugo Balladares a la Primera B, luego de 16 años de espera. Fue su segundo ascenso con Valdivia (el anterior, de Tercera a Segunda) y el tercero de su carrera (antes subió con Magallanes).

El "Pelado" gritó ese gol con el alma y la posterior vuelta olímpica fue el corolario de una carrera profesional de dulce y de agraz. De recuerdos hacia los suyos y en especial de su madre Ana Elcira, quien se lo llevó a los seis años desde su natal Rinconada de Laja hacia Santiago, en búsqueda de un mejor futuro. Ella falleció de cáncer el 26 de mayo de 2006, pero permanece en la memoria del mediocampista del Torreón.

Experiencia

¿Cómo has vivido los ascensos con Deportes Valdivia?

-Acá me abrieron las puertas y creo que he respondido, teniendo la posibilidad de escalar con el club y como persona. Soy un agradecido de la gente de Valdivia, porque me ha tratado muy bien, son respetuosos y siento su cariño hacia mi persona. El balance de mi permanencia acá es positivo por como se han ido logrando cosas en poco tiempo.

Pero también has vivido momentos difíciles en el club: de titular indiscutido a estar algún tiempo en la banca. ¿Cómo vives esas instancias?

-Hay momentos en los cuales hay que pensar primero que éste es un trabajo y nos pagan por entrenar. Después, el técnico verá si a uno lo coloca o no, o si está a gusto con el trabajo de cada uno. Yo siempre pienso en jugar. Pero cuando no estás jugando, te replanteas si lo haces bien o mal. Siempre el trabajo da frutos, como el ascenso del año pasado. Es importante el trabajo grupal. Cuando no juegas, puedes estar disconforme, pero se necesita estar bien de la cabeza para asimilarlo y estar listo para cuando te toque entrar.

¿Una de esas instancias difíciles fue el ascenso a Primera B?

-Sí, porque sufrí una lesión en la rodilla derecha, en un partido con Melipilla y estuve como dos meses fuera del equipo. Cuando volví, había llegado Hugo Balladares y cuando había comenzado a jugar de nuevo, tuve otro problema físico y me operé. Estuve otro mes afuera, perdí continuidad en el juego y la parte física y cuando me reintegré, el equipo ya venía en alza. Quedaba un partido de esa temporada y no quería perderme la final con La Pintana. Mis ansias de jugar era muchas y se las manifesté al técnico, de dos maneras: entrenando y conversando con él. Así que reaparecí en el partido final.

¿Cómo recuerdas ese gol, el título y el ascenso?

-Entré de volante por la derecha. El ambiente estaba tenso y la presión era nuestra: teníamos que defender la punta, la localía y subir. Leal sacó un centro, que ellos despejaron mal, le pegué con el empeine, la pelota rozó en un defensa y se fue al fondo del arco. Fue un desahogo tremendo y a estadio lleno. Después, al celebrar pensaba en muchas cosas, hubo emociones positivas y negativas, como tener que estar siempre solo, lejos de la casa y cómo hay que adaptarse. En un momento así, dan ganas de abrazar a los familiares, a quienes me han apoyado en todos estos años. También hay felicidad, porque es un premio al esfuerzo personal. Siempre trato de dar lo mejor, porque es lo que me apasiona.

¿Cómo te defines como jugador?

-Con el tiempo, me he ido adaptado a la posición de volante central. Cuando comencé, jugaba de volante mixto y tenía menos responsabilidad defensiva. Pero, me he ido formando como un jugador que da más equilibrio al juego y he mejorado tácticamente. También he aprendido a dosificar el esfuerzo físico. Antes era como un perro de departamento: corría para todos lados. En Primera B hay que ser más ordenado, hay que darle equilibrio al equipo y controlar las ansias. Técnicamente, no me considero un jugador bueno ni malo.

Pero, pese a ser un jugador defensivo, ¿también puedes llegar al gol?

-Sí, aunque no sean muchos los que he marcado. En el campeonato pasado le anoté el 3-2 a Melipilla, en la campaña del ascenso hice dos: a San Antonio y La Pintana. Y antes, también.

Al futuro

¿Cuáles son los nuevos objetivos deportivos?

-Jugar lo más que se pueda, destacar y en lo grupal, llegar lo más arriba posible, aunque está muy difícil. Ya le tomamos el peso a la Primera B y sabemos de qué se trata. El equipo es joven, pero el cuerpo técnico trabaja bastante bien. Además, como grupo queremos seguir dejando el nombre de Valdivia bien parado, como lo hemos hecho hasta ahora.

El sorbo amargo

Poca gente conoce una mala experiencia defendiendo los colores de Deportes Valdivia, a fines de la temporada 2014-2015, en Angol. ¿Te incomoda recordarla?

-Para nada. En un partido que perdimos 2-1 con Malleco, quedé detenido por romper dos vidrios en el camarín. Pero, eso me sirvió para darme cuenta de cómo algo muy pequeño, puede terminar mal. Me descontrolé por las injusticias del árbitro, por la actitud del entrenador local, habían expulsado a Lautaro Peña, etc. Quedé detenido y después pensé que todo había pasado. Me fui de vacaciones y cuando regresé, encontré que tenía unas notificaciones de Carabineros. Un día me hicieron un control de identidad y me dijeron que tenía una orden de detención. Pasé una tarde en un calabozo de la comisaría de Avenida Francia, después la noche en la Primera Comisaría, al otro día el juicio y una tarde en la cárcel de Llancahue. Me trataron como un delincuente, esposado de pies y manos. Después me llevaron de vuelta a Angol y el juez determinó que tenía que pagar 20 mil pesos por los daños. Allí tuve la solidaridad de Pablo Acum (ex Torreón). Luego teníamos que viajar a jugar con Melipilla y me lesioné a los 10 minutos de juego. Fue una semana fatal, pero me sirvió de experiencia.

Así de simple y frontal. De la misma forma como defiende los colores del Torreón y que lo ha transformado en uno de los jugadores favoritos de la hinchada.

Con orígenes en Deportes Melipilla

Deportes Melipilla fue el club en el cual Carlos Opazo comenzó su carrera futbolística. Luego de estar en la Sub-16, Sub-17 y Juveniles, en 2008 no fue considerado por el técnico Emiliano Astorga. En 2009 se probó y quedó en San Antonio Unido y el 2010 y 2011 militó en Magallanes. Llegó a Deportes Valdivia en 2012; el 2013 y parte de 2014 vistió de nuevo los colores de Magallanes; hasta que en agosto de ese año regresó a Valdivia. Actualmente, tiene contrato con el Torreón hasta diciembre de 2018.

"Con el tiempo, me he ido adaptando a la posición de volante central. Cuando comencé, jugaba de volante mixto". "Acá me abrieron las puertas y creo que he respondido, teniendo la posibilidad de escalar con el club y como persona".

Carlos Opazo, Mediocampista del Torreón"

años tiene el volante defensivo del Torreón, quien llegó al club por primera vez en la temporada 2012. 28

años tenía el "Pelado Opazo cuando comenzó en el fútbol profesional, en las series menores de Melipilla. 16