Directora de Carrera de Psicología

UST Valdivia

Estudios constatan que cambios demográficos, como el aumento en la esperanza de vida y disminución de la tasa de nacimientos, han implicado un mayor tiempo para que los abuelos ejerzan su rol, además al haber menos niños, las relaciones que se establecen entre abuelos y nietos son más exclusivas y duraderas. Por otro lado, la mayor participación de la mujer en el trabajo y la existencia de familias monoparentales, da lugar a que muchos abuelos se vean implicados en la crianza y educación de los nietos, transformándose así en figuras claves de apoyo emocional y económico para las familias actuales.

Los abuelos de hoy no son los de antaño, el estereotipo de anciano pasivo y distante sentado en una mecedora, no es la que prima en la actualidad, hoy se desarrollan vínculos de mayor cercanía y simetría entre abuelos y nietos. El convivir con los abuelos es una oportunidad de crecimiento y desarrollo maravilloso para los niños y para los mayores la posibilidad de revitalizarse y llenarse de cariño, así lo muestran estudios desarrollados en España, estableciendo que la mayoría de abuelos dicen que los nietos les ayudan a sentirse útiles, jóvenes y felices.

Esa es la invitación de hoy, generar momentos de encuentro en los que cada uno le aporte al otro desde su rol. Por un lado, los más pequeños pueden compartir la alegría del descubrimiento de lo simple, de la novedad constante, entregar su energía que parece no agotarse y por supuestos regalar su ternura que no se acaba. Por su parte, los abuelos les proporcionan a los niños el reposo y la pausa, el conocimiento basado en la a vivencia, los relatos familiares y de la historia en primera persona. Recuerdo con mucho cariño cuando era pequeña a mis abuelas y abuelos, cada uno de ellos me dejaron valiosos regalos para la vida.

Maria Cecilia Vegas

Se desenvuelve en el mundo de las letras y el arte de las declamaciones hace más de medio siglo, pero aún así Luis Padilla se considera un "aprendiz de escritor", esto debido a que el constante aprendizaje lo hace sentir vivo.

Padilla de 76 años, ha colaborado en cinco antologías valdivianas y tiene dos libros propios, aunque según cuenta, tiene material suficiente para un tercero. "Aún me quedan fuerzas para seguir escribiendo", afirmó.

Si bien nació en Lautaro, a los 10 años se tuvo que trasladar a Valdivia, lugar donde terminó todos sus estudios, incluidos los de profesor.

¿Cuándo comenzó su interés por el mundo literario?

- Todo es culpa de mi madre (Auristela Padilla). Ella me enseñó a recitar poemas y otros textos desde que tenía 7 u 8 años de edad. Recuerdo que aprendí de memoria la "oración del escolar", siendo mi primera declamación de manera oficial.

¿Desde entonces está ligado a las letras?

- Claro, desde pequeño me gustó escribir, leer, aprender de todo y también enseñar. Creo que por eso también estudié más adelante para ser profesor de Castellano.

¿No cualquiera puede declamar?

- A mi entender cualquiera podría hacerlo si es que se lo propone y le gusta, ya que es un arte. Muchos lo hacen sin esfuerzo, porque su personalidad y carisma los acompaña. Personalmente yo lo tuve que aprender, y mi mamá me apoyó. Declamar es un arte, es aprender un texto literario y recitarlo en público y teatralizado. Es aumentar y bajar el tono de voz en los momentos de emoción del texto. Se utiliza bastante la comunicación no verbal.

¿A que lugares ha ido a recitar?

- A bastantes, he ido a Santiago, Temuco, Nueva Imperial, Hueyusca (Purranque), La Unión, Los Lagos, Máfil, Lago Ranco, Puerto Montt y obviamente en varias ceremonias en Valdivia.

¿En cuántos libros ya participó?

- Tengo dos libros propios; Palabras de Otoño (2008) y Nostalgia (2014). Y si las fuerzas me acompañan me gustaría escribir un tercero. Además colaboré con poemas y prosas en cinco antologías valdivianas.

docencia

¿Donde realizó sus estudios?

- En la Escuela Normal Superior "Camilo Henríquez" de Valdivia. Desde entonces pude trabajar en muchos establecimientos, en zonas rurales como también en la ciudad e incluso en universidades.

¿Cómo fue su experiencia de trabajar en escuelas rurales?

- De lo mejor que me tocó vivir. Fui profesor de la Escuela N°70 de Puringue Rico en San José de la Mariquina y de la Escuela N°64 de Huellelhue en mis primeros años de docencia y creo que en esos lugares aprendí todo. Me fortalecí como profesor y persona, ya que las realidades eran muy distintas a las que estaba acostumbrado. Pero los niños a pesar de todo querían aprender. Eso me marcó.

Y realizó clases en universidades.

-Si, en la Uach y la San Sebastián de Puerto Montt trabajé varios años. Incluso a pesar de estar jubilado sigo ayudando en la corrección de tesis de alumnos que tuve anteriormente.