Una hermosa fiesta ciudadana fue la realizada el sábado con el octavo Carnaval de la Primavera de Valdivia, actividad que cada año se fortalece, suma participantes y llama la atención del público local. Prueba de ello es que en esta versión 2017 desafió a la lluvia y consiguió la llegada de 35 mil espectadores, quienes incluso pudieron disfrutar de un espectáculo pirotécnico, antes de que el temporal se intensificara.
Realizar este tipo de eventos y sumar otros como la preparación de "Valdiviano" y una feria con artesanos, sin duda ayuda a rescatar antiguas tradiciones, pues la recepción primaveral era una actividad común antes del terremoto de 1960, que se perdió con los años y ahora se restablece, con éxito creciente.
Además, se trata de espacios comunitarios en los cuales se pone en evidencia la historia local, las inquietudes de las personas, las organizaciones que quieren mostrarse en público. Es el caso de los carros alegóricos con temáticas ambientales y de grupos como la ONG Migrantes, que se sumó este año y expuso la presencia de nuevos y bienvenidos habitantes para nuestra región.
Una fiesta popular tiene esa fuerza, la de ser un canal de expresión a través del arte, de la música, la creatividad y la suma de personas de diferentes edades.
También agrega eventos atractivos para el turismo, en el esfuerzo siempre necesario de romper o disminuir la estacionalidad veraniega. Lo mismo que sucede con las ferias temáticas, como la de Fiestas Patrias, la del Chocolate y la Expo Niños desarrolladas en agosto y septiembre, abriendo también oportunidades de trabajo a los emprendedores locales; o con el calendario de "Valdivia,lluvia es vida".
Así visto, se trata de buenas iniciativas que hay que potenciar y mantener en el tiempo. Pero con un único resguardo: que cada actividad tenga un sello propio y se distinga con claridad de otras ya arraigadas.
Por ejemplo, no sería bueno que el carnaval copie características de la Noche Valdiviana y avance hacia ser un "corso", pero en tierra, sin barcos en el río. Su gran diferencia está en las murgas y en las academias de baile, que quizás debieran adquirir aún más protagonismo del que ahora ya registran.