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Fernando Larraín se pregunta qué haría si fuera millonario

TV. Mega pronto estrenará una producción sobre la duda existencial frente al dinero.
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Amelia Carvallo

Pronta a estrenar, la próxima teleserie de las 20 horas de Mega prepara su desembarco en la parrilla estival con una historia centrada en una pregunta que muchos se han hecho: ¿Cómo reaccionaría a la súbita llegada de mucho dinero y qué haría con él?.

Historia coral

Los engranajes de "Si yo fuera rico" son corales y recorren los caminos que toman las vidas de un grupo de personas al que un juego de azar los deja dueños de una gran fortuna. Por un lado está el matrimonio de Nelson y Julia, encarnados por Jorge Zabaleta y Mariana Loyola, también una joven madre soltera que se llama Pascuala y su hijo Felipe, a cargo de María Gracia Omegna y Diego Guerrero, y finalmente dos hermanos adolescentes llamados Matilde y Tomás, a cargo de María Fernanda Martínez y Andrés Commentz.

Orbitando estas ramas principales están Erick Ferrada y Dante Galaz, un par de tramposos que andan detrás de los billetes y corren por cuenta de Daniel Muñoz y Simón Pesutic. También interviene Miguel Zunino, un ladrón de autos que pololea con la estilista Tamara Martínez, personajes que interpretan Gonzalo Valenzuela y Carolina Arredondo, ligados a la historia de Pascuala, al igual que el diseñador y galerista Rubén de la Maza, un hombre gay muy chic que Fernando Larraín está llevando.

"Es un personaje que no me había tocado hacer, es un personaje de la diversidad, es gay, y es un personaje al que le va bien, tiene una tienda de arte y se ve enfrentado a proteger a su amiga Pascuala, a estar con ella y sacarla de algunos apuros económicos", resumió el actor, agregando además que le gustan las tenidas que usa su personaje, atuendos muy elegantes. "Se viste muy bien, con tenidas muy parecidas a las que me gustan a mí, con mucho color, con mucho style".

El reconocido intérprete contó que para el personaje trabajó con diseñadores y galeristas, sumado a que su mujer es diseñadora, por lo cual sabe que se trata de personas sensibles, "gente muy distinta a la convencional, son muy divertidos y de alguna manera he podido seguir el rastro de algunos de ellos".

-¿Por qué Rubén cuida y protege a Pascuala?

-Porque Pascuala es una mujer que viene de la provincia, se ve enfrentada a que tiene un hijo ella sola, lo tiene que proteger, es una niña que no tiene trabajo, empieza a buscar uno y yo de alguna manera le doy alojamiento porque es una amiga mía de mucho tiempo, yo estoy al lado de ella, le recomiendo cosas, le digo qué tiene que hacer frente a situaciones que ella no sabe cómo afrontarlas.

Ropa

-El vestuario de Rubén, ¿lo hizo algún diseñador chileno?

-Lo hizo Antonieta Möller, ella es la encargada de visualizar el look del personaje, y teníamos la referencia de Federico Sánchez en algunas tenidas. Ella tiene un muy buen gusto frente a las decisiones de vestuario.

-¿Te identificas con los hombres preocupados por su ropa?

-Sí claro, el vestuario siempre me concierne, siempre me gustó la ropa distinta, alternativa, siempre busqué tiendas especiales y creo que hay hombres gay con muy buen gusto, tienen estilo, los grandes diseñadores de vestuario se manejan en ese tópico.

Casa televisiva

-Estás desde 2014 en Mega, ¿cómo te has sentido en ese canal?

-Estupendo, es muy buena la convivencia, la cercanía dentro del área dramática y me he sentido bien con todos los papeles que me han tocado, todos distintos, entonces siento que lo he pasado bien en este tiempo.

El actor sumó a esto que la historia está entretenida, que el guión está muy bien escrito y que disfruta de las grabaciones que se extenderán hasta mediados del 2018.

Sobre el tópico del dinero, sostuvo que es un cuestionamiento que se hace la mayoría de las personas, "el tema de las lucas siempre ha sido importante para mucha gente, yo también me he puesto a pensar que haría con una cantidad enorme de plata, son situaciones que te hacen cuestionar toda tu vida.

Acerca sus proyectos cinematográficos, Larraín está en el rodaje de una producción de Sebastián Badilla y su hermano Gonzalo que se llama "Amor de hermanos", la cual cree que será estrenada durante el próximo año.

En las tablas, el intérprete recordado por "Casado con hijos" está presentando "Los bonobos" en el Teatro Mori, de Santiago, hasta el 15 de enero.

Noches de Radio

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Siempre me ha gustado mucho la radio, desde mi infancia provinciana, incluyendo los radioteatros y la música popular. Y como hace poco me robaron la tele, mi vida cambió radicalmente, y, por lo tanto, volví a conectarme material y emotivamente con ese aparato arcaico en el que todavía es posible escuchar el relato de un partido de fútbol. Y no quise recuperar el plasma que heredé de mi madre, aunque mis hermanas me ofrecieron más de alguno, arrumbado en la bodega de una casa.

Paralelamente, leo un libro basado en unos programas radiales que hacía Walter Benjamin, un gran filósofo del siglo XX que murió en plena segunda guerra, en la frontera franco española, escapando de los nazis. Su pensamiento es original y clave para el pensamiento moderno. Siempre estuvo muy atento a los medios tecnológicos de comunicación y su relación con la cultura.

Y mientras la tele nunca pudo ser algo hermoso y nunca pudo pasar de la manipulación de las emociones, de la farándula y del mundo noticioso controlado, la radio, en cambio, fue capaz de transformarse en algo mucho más propositivo y culturalmente relevante. La tele siempre ha sido maldita y algo tonta, y quizás ese sea su gran aporte, la banalidad radical y la falta de espesor.

La radio es, en cambio, evocativa y muy literaria, y puede ser de mucha utilidad pública. Recuerdo en Chiloé que la gente utilizaba la radio para enviarse recados clave, y toda la isla escuchaba ese programa de informaciones personales y familiares, tales como: "llego a tal hora, espérenme en el cruce con los bueyes" o que "la visita médica cambió de horario", o de que un familiar estaba en el hospital, etc.

La tele, a pesar de la Teletón, no es creíble, no puedo negar que padezco algo de tevefobia (si es que eso alcanza a ser una patología). Todo lo que ella toca pierde valor y se deslegitima, porque el modo de tratamiento de la vida es irremediablemente impostor y manipulatorio a nivel afectivo por el tipo de tratamiento de la imagen, centrada en rostros telegénicos y una prensa de farándula que la secunda.

El formato oral de la radio me fascina, en cambio, por esa distancia en intimidad que genera. La radio supone la optimización de un puro registro, el oral, y esa es su impronta, su sello. La tele implica muchos niveles plásticos, además del sonido, en una suerte de escena sobredimensionada de la ordinariez y la torpeza escénica que no dejan de ser necesarias en la vida, pero no tienen porqué ser tan invasivas.

Amo la música radial, un buen programa de música vale mucho más que un programa de video clip en la tele abierta o de cable, que termina siendo como un sucedáneo del cine entretención. Por otro lado, la tele abierta cuenta con unos personajes (animadores), líderes de opinión que, a muchos nos despiertan instintos criminales. Nunca ha sido agradable ver la tele. Agradezco el acto delictual que me dejó sin tele, a pesar de la violencia implicada en la violación de morada.

Alguna vez hice radio en San Antonio, un programa de cultura que me dio mucha satisfacción. No quiero agotar mi apuesta en el contraste de los dos medios, sólo afirmar mi subjetividad y la supremacía afectiva de la radio, frente a la impudicia mediática de "la caja idiota", como la llamaban los norteamericanos críticos del medio.

No quiero formar parte de la crítica que se asume con una superioridad ético cultural contra un medio que supuestamente embrutece a la audiencia, conspirativamente hablando, y que traspasaba contenidos ideológicos de manera latente. Ese era la imagen apocalíptica de la televisión setentera, producto de una voluntad crítica candorosa.

La tele tiene un componente lúdico idiota muy necesario para la vida social. Y eso lo comprendimos mucho tiempo después. Pero la radio siempre ha mantenido una supremacía poética espiritual que la convierte en un objeto sagrado.

Marcelo Mellado