Diócesis valdiviana tendrá primera ordenación sacerdotal en 17 años
LLAMADO DE DIOS. Se trata del diácono Diego Gallardo, de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, quien se refirió a su proceso de discernimiento vocacional.
El sábado 6 de enero, a las 11 horas, se celebrará en Valdivia la ordenación sacerdotal del diácono Diego Javier Gallardo Bravo, quien es miembro de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre. La ceremonia se efectuará en la parroquia que lleva el nombre de esta comunidad religiosa, ubicada en calle General Mackenna número 445, y será presidida por el arzobispo de La Serena, monseñor René Rebolledo.
Éste será, sin duda, un gran acontecimiento no sólo para la congregación y la comuna, sino también para toda la diócesis, porque es la primera vez en 17 años que en este territorio eclesiástico se realizará el rito de este sacramento.
Forjando la vocación
Diego Gallardo nació en la localidad de Corte Alto, en la comuna de Purranque, región de Los Lagos, el 18 de mayo de 1986. Es el segundo de los cuatro hijos del matrimonio formado por el obrero agrícola Luis Gallardo y la técnico en educación parvularia Ana María Bravo, quienes fueron caracterizados por el diácono como "cristianos comprometidos".
En 2001, mientras cursaba el segundo año de enseñanza media en el Liceo Agrícola de Río Negro, un sacerdote que hacía clases religión, biología y química lo asaltó con una pregunta que nunca hasta ese momento se había hecho. "Pachuco -así lo llamaban-, ¿no has pensado en ser cura?", le lanzó el padre Francisco Osorio. Y Gallardo creyó que le estaba 'tomando el pelo'.
El viernes siguiente a ese interrogatorio, viajó a su hogar -estudiaba en modalidad de internado- y contó lo ocurrido a sus padres. "Todos se sorprendieron y no entendían por qué me había hecho esa pregunta. Aunque habían sido ministros de comunión, animadores o misioneros de comunidades rurales, no estaban acostumbrados a tratar temas como ese y mucho menos que a un hijo le hicieran una pregunta así", recordó.
Participó en reuniones de discernimiento vocacional un fin de semana completo al mes, en la casa de retiro Betania, en Osorno. "Una vez que yo empecé a discernir, al tiempo asumí como catequista de confirmación, después estuve coordinando la pastoral juvenil en Purranque e incluso hicimos misiones en invierno y construimos una mediagua", dijo.
Posteriormente, terminó el cuarto año medio e ingresó a estudiar Pedagogía en Matemática en la Universidad de Los Lagos. Volvió al discernimiento, "y mientras iba a la universidad estudiaba, hacía catequesis y me dedicaba también al trabajo en la Iglesia".
Pero sintió que el rumbo que había tomado era inconducente. De hecho, no le interesaba lo que estaba cursando y en vez de ir a clases, se entregaba a actividades religiosas. "En 2006, el misionero Juan Carlos Barajas, de la Preciosa Sangre, me cuestionó: '¿Qué estás haciendo en la universidad, si no te dedicas a ella?', y me hizo la misma pregunta que mi profesor en el liceo".
Una alternativa de vida
Barajas invitó al joven a conocer los diversos aspectos de la congregación. "Ellos tienen una espiritualidad característica centrada en la sangre de Jesús. Éste derrama su sangre por nosotros, entonces, uno de los grandes lemas es responder a los gritos de la sangre hoy; lo que debe hacer uno es tratar de identificar cuáles son esos gritos", contó.
Su madre se resignó a la decisión tomada por Diego, mientras que su padre se lamentaba. "Se 'bajoneó' un poco, porque yo iba a ser la primera persona de la familia que había ingresado a la universidad en la familia", reconoció.
El 10 de marzo de 2007, ingresó a la etapa de formación inicial con los Misioneros de la Preciosa Sangre. Sus padres lo acompañaron a Santiago, participó en una misa que se celebró en la casa central de la comunidad religiosa y el resto del año lo pasó en Cerro Navia.
Aseguró sentirse "a gusto en la experiencia que estaba viviendo. La etapa de formación inicial sirve para discernir, ver, descubrir si es lo que uno quiere o no. Ese año estudié lo académico en la Conferre (Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile), y desde 2008 a 2009 estudié en el Seminario Pontificio. Hice un año de teología (2010) y en 2011 me fui a Guatemala, para hacer el año de formación especial".
Decidiendo su destino
Conoció de cerca la "miseria del pueblo guatemalteco", quedándole imborrable el recuerdo de un niño que no superaría los ocho o nueve años de edad, muerto por un balazo en la vía pública. "Allá, la violencia está internalizada", afirmó.
Ese año de formación especial le sirvió para definir el curso de su vida: "Al terminarlo, tenía dos opciones, o me iba o me quedaba", expresó.
Hizo pastoral en la Asociación Obras Sociales del Santo Hermano Pedro -"una especie de Pequeño Cottolengo"- y estudió a fondo todo lo concerniente a la congregación, entre otras cosas. "Esa experiencia me ayudó discernir mi vocación y decidir convertirme en misionero y sacerdote", subrayó.
Con los olvidados
Luego de regresar a Chile, Diego Gallardo -ya en calidad de hermano de la comunidad religiosa- retomó su formación académica: entre los años 2012 y 2014 estudió teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile y recibió su grado de bachiller, el equivalente canónico de la licenciatura.
En ese mismo tiempo, realizó pastoral en la cárcel de San Miguel, por consejo de otro religioso. Su trabajo estaba dirigido a los homosexuales, quizá los reos más abandonados. "A ellos no se acercan los evangélicos y con suerte los visitan sus familias; entonces, cuando íbamos, nos esperaban. Nos contaban sus experiencias, y nosotros hacíamos la liturgia, leíamos la palabra del domingo y compartíamos, reflexionábamos. Hay gente que pareciera que no escucha, pero está pendiente de todo lo que uno dice", señaló.
En valdivia
Diego fue destinado a Valdivia en 2015, ya como miembro definitivo de la Congregación de la Preciosa Sangre. El 14 de agosto, fue ordenado diácono en la parroquia del mismo nombre (ceremonia que muestran las imágenes de esta página), a la cual ha servido desde el 4 de marzo de ese año.
Aclaró que su permanencia en la ciudad depende de sus superiores. "Me pueden enviar a adonde se necesite, adonde se estime conveniente. Por nombramiento estaré hasta 2018 en Valdivia; ahora bien, dependiendo de esa necesidad puedo continuar aquí o me enviarán a otra parte", indicó.
¿Qué piensa de ser el primer ordenado en la diócesis después de 17 años? Gallardo manifestó que "éste no es un acontecimiento de la congregación solamente, sino que es de la Iglesia en su conjunto. Uno pasa a ser parte de la Iglesia y a ella uno debe responder".
¿un camino válido?
Al consultársele por el sacerdocio como opción de vida, Gallardo fue enfático: "Es un camino que yo recomiendo, porque es un camino de crecimiento en la fe, de caminar junto a una comunidad, un camino de acompañarse por Dios y acompañar a otros desde lo que uno es; reconociéndose, aceptándose y aportando desde la propia realidad. Es una alternativa de vida que llena interrogantes tales como 'qué quiero de mi vida', 'cómo puedo servir', 'qué puedo aportar', 'a qué estoy llamado'", finalizó.