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Marzo de 2018 fue el mes más lluvioso de los últimos 58 años

340% DE SUPERÁVIT. El desplazamiento del anticiclón del Pacífico antes de lo habitual generó el fenómeno. En otoño habría menos precipitaciones, aunque se cree que el año completo sería normal.
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Pablo Quintana Villanueva

Con 227,7 milímetros de agua caída, el de 2018 ha sido el tercer marzo más lluvioso de los últimos 58 años en Valdivia, según informó el profesor Robert Brümmer, del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral de Chile.

El académico añadió que desde 1960 a la fecha, el mes de marzo con más precipitaciones fue el de 2002, cuando se registró 269 milímetros; al que le sigue el de 1993, que sumó 247,7 milímetros.

"De acuerdo a las estadísticas recopiladas en base a los datos de la estación Teja, que funcionó entre 1960 y 2011, y los de la estación Santa Rosa, en convenio con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), activa desde 2016 a la fecha; en un año normal, debiera caer en Valdivia 66,9 milímetros de agua. Esto significa que el registro de marzo de 2018 equivale a un superávit de 340,4%, es decir, un mes de marzo anormalmente lluvioso", señaló.

¿Por qué se produjo esta anormalidad? El responsable de este fenómeno es el anticiclón del Pacífico, pero para entenderlo hay que explicar qué es aquel anticiclón. "Es un centro de alta presión atmosférica que se debe a la corriente fría de Humboldt, que impide que los centros de baja presión originados en el Pacífico central generen precipitaciones. Esto ocurre cuando el anticiclón se encuentra frente a nuestras costas", indicó.

La abundancia de lluvias durante marzo se produjo, dijo el académico, "porque el anticiclón del Pacífico se desplazó hacia el norte un poco antes de lo habitual, de modo que permitió el ingreso de esas masas de aire cálido y húmedo que finalmente nos traen el beneficio de las precipitaciones acá en Valdivia".

¿podría repetirse?

Desde la Oficina de Asuntos Climatológicos de la Dirección Meteorológica de Chile, el profesional José Vicencio se refirió a la posibilidad de que se repita eventos de copiosas lluvias. "Este tipo de períodos extremadamente lluviosos, seguidos por otros más secos, se dan con relativa frecuencia en la zona sur. Esto, debido a que la región posee una gran influencia de lo que en meteorología conocemos como oscilaciones interestacionales (de la escala de semanas), como la de Madden-Julian (OMJ) y la Antártica (OAA), siendo la primera tropical y la segunda, polar. En marzo, la mayor influencia estuvo relacionada con una OAA negativa, que ayudó a generar más sistemas frontales y bajas presiones sobre la zona sur del país, aumentando los montos de lluvia".

Respecto de dichas oscilaciones, Vicencio sostuvo que es importante su seguimiento. "El período lluvioso de inicios de abril ha estado altamente relacionado con una oscilación Antártica negativa, así como también con una Madden-Julian en fase favorable. Es como si toda la atmósfera estuviese conspirando para provocar estos períodos de semanas de alta frecuencia de bajas presiones y sistemas frontales activos en el sur", profundizó.

En cualquier momento del futuro podría ocurrir fenómenos similares, aseguró, "especialmente ahora que estamos en un período de decaimiento del evento de La Niña, lo que vuelve más activas las oscilaciones mencionadas; pero sólo pueden ser pronosticados con algunas semanas de antelación. No sabemos cómo se comportarán en los próximos meses, lo que si bien nos pone una barrera, es importante conocer el rango de tiempo máximo para predecirlas con mayor exactitud".

Tendencia

En cuanto al comportamiento de las lluvias a través del tiempo, el profesor Brümmer contó que desde 1960 hasta hoy un año normal valdiviano registra cerca de 2.300 milímetros -unos 500 más que los que caen en la estación de la Dirección Meteorológica situada en Pichoy, y que sirve de base a los pronósticos de este organismo-, y que la tendencia es a la mantención de aquel monto. "Sin embargo, si se consideran las mediciones hechas por don Carlos Anwandter desde 1853, se puede observar una notoria disminución de las lluvias, porque en esa época un año normal era de 3 mil milímetros", contó.

Esa cantidad de agua caída, agregó, es "absolutamente anormal, y de acuerdo a los datos que manejamos sólo en 2002 se registró 3.409,2 milímetros, que fue el año más lluvioso desde 1960 en adelante".

Para el meteorólogo José Vicencio, el pronóstico general para el otoño "indica condiciones deficitarias en cuanto a lluvias para la zona sur, incluido Valdivia. Esto no significa ausencia de eventos de lluvia importantes, pero en general predominarán en su mayoría semanas con ausencia de ella o menos precipitación, de aquí a fines de abril y buena parte de mayo".

Ahora bien, para el profesor de agroclimatología de la Universidad de Chile, Fernando Santibáñez -entrevistado por El Austral de Osorno en su edición del lunes recién pasado-, 2018 sería un año "entre normal a ligeramente más lluvioso de lo normal en los segundos seis meses del año".

Si las condiciones meteorológicas se dieren según lo pronosticado por Santibáñez, "las praderas se verían beneficiadas en su crecimiento, especialmente en los meses de otoño y primavera tardía", manifestó el investigador de INIA Remehue, Cristian Moscoso.

"Las plantas necesitan de agua, energía solar, dióxido de carbono y nutrientes para realizar fotosíntesis, lo que se traduce en productividad forrajera, especialmente en la primavera donde se genera sobre el 50% de la producción primaria. Con una mayor probabilidad de lluvias y mayores temperaturas a lo largo del año, el crecimiento de la pradera se vería beneficiado", argumentó.

Finalmente, afirmó que "en invierno se produce menos del 5% de la producción total de una pradera, en este caso, la productividad se ve afectada principalmente por la baja energía solar incidente y las bajas temperaturas presentes, por lo que no es esperable un alza productiva. Más aún, si un aumento en las precipitaciones viene acompañado de una alta concentración de ellas, se puede generar problemas de anegamiento en ciertos potreros, lo que retrasa el pastoreo por parte del ganado".