El anuncio de recomendación favorable para los estacionamientos subterráneos y el inicio de la tramitación ambiental para el puente Cochrane, constituyen buenas noticias para Valdivia, desde la perspectiva de posibles avances urbanos; por la inversión que implican y la generación de empleo que traen aparejados.
Se trata de ideas con varios años en procesos y anuncios. Tantos, que las realidades con las cuales se encuentran hoy son diferentes a los escenarios planteados en sus inicios. El puente ya no tiene ni el trazado, ni el diseño, ni el nombre que originalmente se había propuesto para él; mientras que el plan de aparcaderos para vehículos bajo la plaza de la República enfrenta hoy una contradicción: la ciudad ha desarrollado planes para desincentivar el uso de los automóviles y no para facilitarlos, que es finalmente el objetivo de un recinto de estas características.
No hay malas intenciones en uno, ni en otro caso. Simplemente pasaron los años y los contextos, los recursos y las opiniones han ido variando. Los escenarios son otros.
Ese es el problema con todo tipo de demoras, sobre todo las relacionadas con asuntos públicos. Dilatan tanto una situación, que finalmente las soluciones deben ser reevaluadas, reconsideradas, con todo el desgaste (y el costo) que eso implica.
Lamentablemente la región tiene mucha experiencia en dilaciones. La lista que incluye al puente y a los estacionamientos es larga, engrosada ahora con lo sucedido con los hospitales incluidos en el Convenio de Programación con el ministerio de Salud, que registran una demora de 4 años.
Pero saber de postergación, no significa aceptarla. Y las esperas son complejas. Solamente se alivian un poco cuando existe información clara respecto de lo que va a suceder y, en los casos mencionados, eso ha fallado. Se entregan escasos datos a la ciudadanía, no hay informes periódicos de avances, incluso algunas comunicaciones son disímiles dependiendo de qué autoridad la proporcione. Eso hay que corregirlo.
Los proyectos mencionados ya no se cumplieron en los tiempos programados. Pero desde ahora se puede ir dando pasos que la comunidad conozca. Y así nadie podría confundir lentitud, con promesas olvidadas.