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Cuándo se aplican medidas de protección

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Una medida proteccional es una orden judicial que establece en forma obligatoria el cumplimiento de determinadas acciones en beneficio, cuidado y protección de un niño o adolescente cuyos derechos han sido vulnerados por sus padres, familiares e incluso terceros. Según datos emitidos en último anuario estadístico publicado por Sename, que corresponde a 2016, se indica que en Los Ríos fueron 398 los menores que ingresaron al sistema para recibir protección debido a la orden de un tribunal.

Las cifras nacionales

Durante el año 2016 fueron atendidos 163 mil 291 niños y adolescentes por el Área de Protección de Sename. La línea Programas atendió a la mayor cantidad, con un 56,2 por ciento de los casos, seguido por las Oficinas de Protección de Derechos (25.8 por ciento). La línea de Diagnóstico atendió al 10,7 por ciento del total de casos, disminuyendo este porcentaje a 7,3 por ciento en el caso de Centros Residenciales, tanto de Administración Directa como de Organismos Colaboradores, y un 0,02 por ciento en el Programa Familia de Acogida.

Piden que familias de Los Ríos postulen a programas de acogida

PROTECCIÓN. A raíz de los casos de maltrato que se han conocido a nivel nacional, instituciones locales buscan que personas de la región se interesen en colaborar como familias guardadoras.
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Claudia Muñoz David

Ámbar tenía un año y ocho meses. Fue golpeada, violada y asesinada en el sector de Rinconada de Los Andes, en la región de Valparaíso. El principal sospechoso del crimen es la pareja de su tía, con quien vivía luego de que la pequeña y su hermana de ocho años fueran separadas de su madre por haber sufrido -según Sename- "maltratos graves" por parte de ella. El programa de familias de acogida cargo de realizar el seguimiento del caso era Fae Pro Ayún y actualmente el trabajo realizado por la institución está siendo investigado.

¿Cómo funcionan estas instituciones? En la región de Los Ríos existen tres organismos colaboradores de Sename que desarrollan programas de familias de acogida. En total, son 135 los menores de edad que están siendo atendidos por ellos.

El propósito de un hogar de acogida es que una familia -ya sea sanguínea o formada por personas que no tienen relación con el menor, pero que cumplen con los requisitos para cuidarlo- brinde temporalmente protección a un niño que ha debido salir de su casa porque existen problemas en su familia y no recibe la asistencia que necesita.

No se trata de adopción. Los pequeños permanecen con estas familias hasta que se resuelvan los conflictos en la suya o se encuentre a otra que pueda cuidarlo definitivamente. Durante todo ese tiempo, las familias reciben apoyo profesional y social. Esta modalidad es preferida porque vela por el derecho del niño a crecer en un contexto familiar y así evitar su paso por los hogares de menores o residencias.

Hace una semana los directores de los programas Fae Pro se reunieron con profesionales de Sename. Uno de los temas abordados fue el caso de Ámbar. Viviana Zambrano, coordinadora de la Unidad de Protección de Derechos de Sename en Los Ríos, explicó que "la supervisión de los programas de familias de acogida es una práctica permanente. Cada dos meses se realiza una revisión de los procesos de intervención y de evaluación de las familias, se hacen visitas y entrevistas con los jóvenes usuarios para constatar las condiciones en las que se desarrolla el proceso de acogida".

Sin embargo, en la reunión pasada también conversaron sobre las acciones para evitar al máximo posible casos como el de Ámbar, reforzando los recursos humanos, aumentando la frecuencia de las visitas a las familias y asegurar el contacto directo con los niños.

Zambrano destacó que "es importante que la gente sepa que siempre que un niño ingresa a una familia es porque ella está evaluada y fue considerada idónea. Sin embargo, como en todo sistema, hay perfiles de personalidad que son difíciles de pesquisar".

El trabajo

Una de las instituciones que desarrollan el programa de familias de acogida es Villa Huidif Fae-Pro. Su directora es Alejandra Sobell, quien trabaja en el organismo hace cuatro años. Sobell explicó que luego de lo ocurrido con Ámbar sería deseable que "más familias se acerquen a este tipo de programas, para saber de qué se trata y cómo colaborar. Tememos que la gente se asuste o se aleje". Actualmente este Fae Pro tiene 34 familias disponibles y 30 de ellas ya se encuentran acogiendo a menores. El 56 por ciento del total de las familias son parientes consanguíneos del niño que cuidan -abuelos, tíos o primos- mientras que el 44 por ciento son externas. Todos los niños ingresados a estos programas están con medidas de protección de los tribunales de familia.

¿Qué requisitos se le exige a una familia de acogida? Su certificado de antecedentes, tener la motivación y disponibilidad para asumir temporalmente el cuidado social de niños, poseer un estado de salud físico y mental compatible con el cuidado de un niño, ofrecer un ambiente familiar y afectivo adecuado, tener la disposición de colaborar con el equipo técnico en la reinserción familiar del niño, estar dispuestos a ser evaluados y capacitarse; además de facilitar el contacto del niño con la familia de origen cuando no esté contraindicado.

El trabajador social Patricio Belmar ha trabajado en el programa durante dos años. "Todas las familias de acogida ingresan con una evaluación previa. A veces hay situaciones que hacen que las familias no califiquen, por ejemplo, que los adultos no estén presentes en la casa, que exista enfermedades o que algunos de los integrantes de la familia no estén dispuestos al acogimiento. Todos deben estar dispuestos a acoger al menor porque directa o indirectamente todos se van a relacionar con él. Esto se determina a través de entrevistas psicosociales, visitas domiciliarias y aplicación de test psicológicos. Dentro de la familia evaluamos a todos los mayores de 14 años e incluso les preguntamos a los menores. Debemos tener la percepción de todos", explicó.

Otro de los factores que se pondera es el económico. "Si bien no es tan relevante, porque la mayoría de las familias chilenas no poseen grandes recursos, se espera que tenga una capacidad de ingreso mínima y básica para satisfacer las necesidades del nuevo integrante", dijo.

El tiempo disponible también es importante. "Hay personas que están muy dispuestas a cuidar a un niño, pero trabajan todo el día y hay pequeños que necesitan que estén por lo menos medio día con ellos o que los lleven a controles médicos. Eso es fundamental, porque nuestros niños han sido víctimas de muchas vulneraciones graves de derecho -maltrato físico o psicológico constitutivo de delito, han sido testigos de violencia intrafamiliar, han sufrido abuso sexual o abandono- por lo que deben recibir otras atenciones en la red, como reparación al maltrato o ayuda psiquiátrica. Tiene que haber un adulto que pueda llevarlos para que puedan completar sus atenciones y reparar el daño que vivieron", expresó.

Además, la familia debe contar con un espacio en la casa para que el niño se pueda desarrollar.

La directora del programa, Alejandra Sobell, destacó que la base del trabajo es "lograr el despeje familiar, es decir, buscar una alternativa permanente para los menores". Uno de los derechos fundamentales de los niños es poder crecer con sus familias de origen. Primero, es necesario tratar que sus padres -o su madre y su padre por sí solos- puedan estar habilitados para cuidar al pequeño. Si esto no es así se busca a algún otro familiar y si no se encuentra a nadie se busca una familia externa. La familia de acogida tiene la función de apoyar al niño mientras se desarrolla este proceso. Lo ideal es que no dure más de 18 meses. Sin embargo, todo dependerá de cada caso.

"La familia de acogida no debe ser perfecta, sino que adecuada mientras se fortalece a la familia de origen o a quien se quedará con el menor permanentemente", dijo.

¿Qué es lo más difícil del proceso? Sobell explicó que "no se puede obligar a las familias a acoger a un niño y cuando una familia renuncia a su cuidado es muy difícil de abordar el caso. En general, los niños ya vienen de residencias o han vivido el abandono, pero ocurre que hay algunos a quienes nadie quiere cuidar. Siempre tenemos que pensar que los pequeños que llegan han sido muy vulnerados, no tienen una figura significativa y aunque puedan estar bien en una residencia, el apoyo que recibirán ahí nunca se va a comparar con el de una familia. A veces vemos niños que llegan muy retrasados en su desarrollo y en poco tiempo, junto a una familia, pueden hablar, correr. Eso es emocionante".

Cuando las familias de acogida no tienen relación sanguínea con los niños, lo más difícil es trabajar con las expectativas. "Aunque les explicamos que los menores con los que trabajamos tienen problemas, muchas veces se sorprenden con la realidad", dijo.

Ser parte de la solución

Viviana Zambrano, coordinadora de la Unidad de Protección de Derechos de Sename en Los Ríos, destacó que "es necesario que la comunidad y las familias se hagan cargo de la problemática de la infancia. Mientras más familias podamos evaluar, vamos a tener más opciones para sacar a los chicos de las residencias o para evitar situaciones de mayor complejidad. En el funeral de Ámbar había mucha gente, había miles de peluches con los que la niña ya no podría jugar. La idea es que la familia y la comunidad se activen antes. Hay hartos niños, muchas situaciones complejas en sus familias y lo ideal es que todos podamos ser parte de la solución".

Para realizar consultas, los interesados se pueden acercar al Fae Pro Villa Huidif, ubicado en Caupolicán 234, Casa 3, Valdivia. El teléfono es 632232615.