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Abogado analiza aristas del caso y sus implicancias

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El abogado Marcelo Vargas, denunciante del sacerdote salesiano Rimsky Rojas (también por abuso sexual), dice que a la luz de los antecedentes publicados por la prensa y en particular las respuestas de Sixto Parzinger (Obispo Emérito de la Diócesis de Villarrica, que tiene jurisdicción en Mariquina) por el caso Zamora, bien podrían ser usadas para abrir un sumario canónico en su contra. "Me parece que se aplica plenamente el artículo 1.913 del Código Canónico, que establece que aquellas autoridades de la iglesia que no tomen las medidas, cuando suceden abusos, pueden ser sujeto de un sumario. En relación al autor de los delitos, la Fiscalía se reunió los enviados del Vaticano y hay instrucciones de investigar, llegar a la verdad e incluso interrumpir la prescripción, más aún cuando el acusado sigue en contacto con menores de edad".

Preocupación en colegio de Quilpué

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De acuerdo a una investigación periodística y a datos entregados por los mismos ex alumnos del Seminario, una persona con características que coinciden con las del religioso denunciado trabaja como profesor para cursos de enseñanza media en un colegio de Quilpué, en la región de Valparaíso. Lleva 30 años de ejercicio como docente. Ayer, funcionarios del establecimiento educacional contactados por este diario se mostraron sorprendidos por las denuncias, pero señalaron que habría antecedentes similares: tiene el mismo nombre, es un hombre que fue religioso, su ingreso al colegio se registra en 1988 y entonces provenía de la zona sur.

Surgen nuevos testimonios de abusos sexuales ocurridos en 1987 en el Seminario San Fidel

VÍCTIMAS. Ex alumnos decidieron sacar a la luz vejámenes a los que fueron sometidos por un religioso que ejerció como rector en el establecimiento.
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Daniel Navarrete Alvear

Convertirse en sacerdote era una de las grandes aspiraciones de C.A.A.V. Por eso ingresó al Seminario Menor San Fidel de San José de la Mariquina en 1986. Según recuerda, ese fue un año normal y sin sobresaltos, en el que viajaba desde Los Lagos a estudiar y a ocupar las instalaciones del internado del establecimiento educacional.

Sin embargo, todo cambió en 1987 cuando este ex estudiante, que pide ser identificado solamente por sus iniciales, comenzó el segundo medio. "Nos dijeron que había llegado un diácono que sería el nuevo rector y que se iba a ser cargo del internado. Lo único que me llamó la atención fue que inmediatamente tomó medidas extrañas. Por ejemplo, empezó a llamarnos a reuniones personales. Y coincidió que cada uno de los que fuimos teníamos problemas de relaciones afectivas con nuestros padres".

Ese nuevo rector era Armando Zamora, a quien un grupo de ex estudiantes del seminario acusan de conductas indebidas y abuso sexual.

A los 16 años de edad O.J.A.Q., que igualmente pide resguardo de su identidad, también estaba en segundo medio en el seminario. "Llegué ahí porque mi mamá me mandó a estudiar a un buen colegio y completé los cuatro años de media sin dificultades". Excepto hasta el arribo de Zamora, que fue cuando comenzaron los problemas.

En riesgo

Como parte de las actividades curriculares, C.A.A.V. participaba en un grupo de teatro para el que Zamora estaba escribiendo una obra. "Fue una de las formas en que comenzó a tener más cercanía conmigo. Incluso me llamaba por un sobrenombre que inventó. Para aquel entonces algunos compañeros ya estaban diciendo que él tenía inclinaciones homosexuales y que había que tener cuidado. A mi siempre me pareció una persona de respeto, nunca me imaginé lo que podía llegar a pasar".

Durante el primer semestre de 1987, C.A.A.V. se enfermó y quedó bajo el cuidado de Armando Zamora. Según recuerda, estaba acostado y con dolor estomacal cuando el ex rector le dio una pastilla para aliviar el malestar. "Por los comentarios que había recibido antes, sabía que podía haber algo sospechoso en su conducta y no me tomé la pastilla, pero él me preguntaba insistentemente si yo tenía sueño y si es que me iba a dormir luego. Fue entonces cuando de pronto metió su mano debajo de las sábanas y me agarró el pene", dice. Y agrega: "Mi reacción fue de estupor. Estaba descolocado y más encima él me decía que yo tenía que entender que me quería y que muchas veces las cosas no son como parecen. Afortunadamente logré escapar de esa pieza y llegué donde el formador Raúl Baeza (que tenía labores de inspector) y le conté todo. Recién ahí se destapó todo esto".

Este traumático episodio marcó la vida del ex alumno, quien reconoce que incluso pensó en quitarse la vida. Dejó a un lado su vocación sacerdotal y postergó su paternidad por miedo a su propio comportamiento social.

El viaje

En sus años en el seminario O.J.A.Q. también destacó por su buen rendimiento deportivo. Por eso no extraña que Zamora lo nombrara "Jefe de deportes", lo que implicó que viajaran en marzo a Santiago a comprar implementación de todo tipo.

"Para mi era un sueño cumplido tener ese cargo y más encima viajar a una ciudad que no conocía. Me hacía sentir importante como persona", explica. Una vez que llegaron a la capital se alojaron en un hotel del centro, en la misma habitación, pero en camas separadas.

"En la noche él me hablaba con una voz susurrante. Me preguntaba si es que yo estaba tenso y si es que quería un masaje. También me comentaba que él dormía desnudo. Fue una situación muy incómoda y recuerdo que en un momento él se salió de su cama y se fue a sentar al borde de la mía, insistiendo con el tema de los masajes por casi quince minutos. Yo estaba muy asustado y sin saber qué hacer, la verdad no recuerdo como salí de esa, pero él nunca me tocó".

Al otro día y como si nada hubiera ocurrido, Zamora le regaló un par de zapatos de fútbol a su alumno. Juntos volvieron un lunes a San José de la Mariquina cuando ya había trascendido lo ocurrido con C.A.A.V.

Estos dos casos se suman al testimonio de Oriel Solís, otro ex alumno, y dan cuenta de las faltas por las que Armando Zamora terminó siendo desvinculado del Seminario Menor San Fidel en junio de 1987. Las víctimas decidieron hablar a 31 años de lo ocurrido como una forma de que el abusador sea públicamente identificado.