Periodista
Los dieciséis cuentos de "En nuestro tiempo" (Lumen, 2018), el primer libro de relatos cortos de Ernest Hemingway, produjo un gran impacto en su época. Publicados originalmente en 1925, con Ernie apenas empinándose en los 26 años, efectivamente propusieron una nueva forma de narrar que hasta hoy asoma sus armas en la prosa de diversos escritores, principalmente norteamericanos, fraguando una sólida escuela durante el Siglo XX.
Más de 90 años después, estos relatos son publicados por primera vez en español, con un intensísimo prólogo del argentino Ricardo Piglia, que encontró un ejemplar de "In Our Time" en una librería de viejo en Mar del Plata, cuando tenía 18 años. "Concluí el libro en plena oscuridad. Cuando por fin me levanté y prendí la luz ya era otro", confidencia el trasandino.
Entre las particularidades de este libro -que marca el debut de un tal Nick Adams, alter ego del autor- se cuenta que cada cuento es precedido por una especie de estampa narrativa, en donde con breves fogonazos, Hemingway escribe sobre los temas que lo seguirán para siempre, tales como la guerra y las corridas de toros. En tanto, los relatos en sí se mueven por diversos tópicos, como por ejemplo, el suicidio, como ocurre en "Campamento indio", en donde el joven Nick termina preguntando a su padre médico "¿Cuesta morir, papá".
Luego, en "El médico y su mujer", específicamente en su final, Hemingway despliega con maestría su arma más característica: la omisión deliberada que empuja al lector en el vértigo de lo implícito.
Hay cuentos de tema amoroso, y que están relacionados entre sí, como "El fin de algo" y "El vendaval de tres días", y otros que abarcan un amplio rango de realidad y emociones en un muy breve espacio, como es el caso de "Un cuento muy corto", que pasa de la épica del amor en la guerra a su banalidad en tiempos de paz.
En "El luchador", en tanto, un polizón es lanzado del tren y se encuentra con un par de locos, entre ellos un ex peleador con la cara deforme.
El joven Hemingway, aquí, ya escribe como un veterano.
Daniel
Carrillo