En Valdivia la lluvia no debiera ser noticia. Con un promedio de casi dos metros de agua caída al año, su ocurrencia no tendría por qué constituir un hecho fuera de lo normal. Menos uno trágico.
Lamentablemente, en los últimos días los temporales dejaron informaciones amargas. Calles recién arregladas inundadas (Errázuriz, Circunvalación, Avenida Ecuador), deslizamiento de terreno en las ocupaciones urbanas de los cerros en el camino hacia Niebla; desbordes en el área de humedales cercano al río San Pedro y al sector de La Culebra; personas afectadas en el campamento Arturo Prat de Las Ánimas, junto al Calle Calle y en una ex cancha de fútbol.
Es cierto que en un día llovió 99 milímetros y 210 durante el fin de semana. Mucho. Pero no tanto para los efectos enumerados, causados más bien por falta de previsión y ocupación de espacios de manera no planificada, además del insistente relleno de humedales.
En un artículo publicado por Forecos, Enrique Cruz, director ejecutivo de la Fundación (www.forecos.cl), recuerda precisamente la importancia de crear conciencia sobre los humedales urbanos que "al estar localizados en terrenos bajos, con abundante vegetación acumulan, conducen y reducen la velocidad del flujo del agua, ahorrándole miles de millones de pesos en colectores de aguas lluvias al estado, gracias a un servicio ecosistema generado gratuitamente para toda la sociedad y el medio ambiente. Sin embargo, esto también genera riesgos para quienes establecen sus viviendas y actividades productivas en estas zonas", señala y aconseja ser extremadamente cuidadosos a la hora de decidir dónde construir.
Alberto Tacón, de la Agrupación Biósfera, tiene una opinión similar e invita a reflexionar en que "proteger y restaurar humedales no es sólo recuperar un ecosistema natural con sus múltiples funciones. Es también un signo de madurez en el urbanismo de las ciudades, que se reconcilian consigo mismas y con su entorno, al reconocer y respetar su verdadera identidad".
Las lluvias que hacen noticia obligan a recordar estos temas. Es de esperar que se aprenda de ellos y que decisiones como la protección de los humedales de Angachilla y de Llancahue, confirmada por el Gobierno, se traduzcan también en mayor conciencia.