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El Instituto Alemán, un agente de progreso

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El gobierno de don Manuel Bulnes (1841-1851) planteó la necesidad de poblar la zona ubicada al sur del río Toltén, específicamente la antigua fortaleza del Pacífico Sur: Valdivia. Zona que tras la incorporación a la República en 1820, se encontraba sumida en una depresión general. Como señalara Charles Darwin en su paso por la misma: "Ascendiendo por el río vemos de vez en cuando unas chozas y algunos campos cultivados que rompen de a poco la monotonía de la selva; también de tiempo en tiempo nos tropezamos con alguna canoa que conduce a una familia india. La ciudad, situada en una llanura al borde del río, se halla tan por completo envuelta por un bosque de manzanos, que las calles vienen a ser como senderos en un vergel".

Era por lo tanto indiscutible, para el gobierno enunciado, la necesidad de incorporar, en forma efectiva, el sur del territorio. Para tales efectos, se aprobó, el 18 de noviembre de 1845, la Ley de Colonización, que permitió avanzar de manera concreta con el proyecto de Bulnes: "Este decreto para todo supremo gobierno, el presidente don Manuel Bulnes y de su ministro, don Manuel Montt, habiendo sido patrocinado en su elaboración por otro ministro, don Ramón Irarrázaval. Don Bernardo Philippi, en sus idas por barco a Valparaíso y viajes a Santiago había logrado entusiasmar con su bello sueño de la colonización y progreso para el sur, a sus amigos y conocidos alemanes residentes allá".

Para llevar a cabo este proyecto, se encomendó -en Alemania- a don Bernardo Philippi la misión de reclutar a posibles migrantes. Así, el 25 de agosto de 1846 comenzó para Valdivia el proceso de colonización, con la llegada de nueve familias que recalaron en Corral a bordo del bergantín Catalina. Arribo que se fue incrementando a partir de 1850 como consecuencia de la propaganda realizada por Philippi. Los migrantes debían tener, entre otros, conocimiento industrial para iniciar el desarrollo de la zona sur a partir del polo valdiviano. "Esta carga humana era un elemento de calidad por su origen, cultura, preparación y adinerado que después fueron la elite de la colonia, tanto en Valdivia como en el resto del país". De esta manera, entre los años 1850 (con el arribo el 13 de noviembre de dicho año del barco hamburgués Hermann, al mando del capitán Simonsen) y 1852 las costas de Corral fueron recibiendo oleadas constantes de inmigrantes, quienes no sólo poblaron el foco inicial puesto que se hizo necesario ampliar el proyecto original y el proceso se extendió hasta la cuenca del lago Llanquihue.

Sin lugar a dudas, la idea primigenia planteada por Philippi había sobrepasado las expectativas de buen éxito y finalizando la década del 50 del siglo XIX se comenzaron a ver los frutos del esfuerzo gubernamental, puesto que no sólo se había logrado el impulso industrial en Valdivia, sino que además se había incorporado al país una rica zona agrícola-ganadera.

Entre los migrantes, se podían encontrar variadas profesiones y ocupaciones, entre las que podemos mencionar a agricultores y campesinos, carpinteros, carreteros y mueblistas, comerciantes, herreros y cerrajeros, zapateros, panaderos, albañiles y estucadores, molineros, marineros, tejedores, sastres, profesores, teólogos, médicos, curtidores, farmacéuticos y cerveceros y vitivinicultores, quienes aplicaron sus conocimientos y su herencia cultural en las nuevas tierras.

Por lo anterior, los nuevos vecinos de Valdivia dieron inicio a la fundación de distintos organismos, como clubes deportivos, de caza, de canto, orquestas, compañías de bomberos clubes sociales, entre otros. Todo este conjunto de instituciones, además de preocuparse por temas sociales o del bienestar en general de la comunidad, asumieron la responsabilidad de mantener y promover la cultura de los antepasados. El elemento aglutinador fue, sin lugar a dudas, el idioma. El actual Instituto Alemán Carlos Anwandter fue parte de ese proceso.

Sin lugar a dudas, las Escuelas Alemanas en Chile fueron y han sido fundamentales en la vinculación de la comunidad de ascendencia alemana con el Estado homónimo. Muchas de ellas fundadas por los primeros migrantes, como por ejemplo Osorno y Valdivia, con la finalidad de mantener vivas las tradiciones de aquella Patria que se había dejado atrás físicamente pero no espiritualmente.

En el caso de Valdivia, la fundación se verificó el 1 de octubre de 1858 con 65 alumnos algunos de ellos sin ninguna vinculación con Alemania. El primer directorio del colegio fue conformado por Carlos Anwandter, Guillermo Kindermann, Germán Ebner y Rodolfo Uthemann. Ellos fueron la cara visible de un proyecto compartido por muchos.

Desde sus primeros años se plantearon claras directrices las que en muchas ocasiones significaron la oposición de oras instituciones. Un caso que ejemplifica esta situación fue el triunfo en la Corte Suprema de la Escuela Alemana de Valdivia frente al obispado de la zona, que pretendía la incorporación de la enseñanza de la religión católica en la malla curricular del establecimiento. El argumento que consolidó su triunfo fue el de ser una institución de carácter privado.

Desde sus primeros años el colegio fue dando cuenta de su influjo en la comunidad, Así lo describía el 25 de marzo de 1914, "El Correo de Valdivia":

"Al escribir la historia del progreso en la región austral de Chile, no será posible olvidar el valioso contingente aportado a este fin por la Escuela Alemana de Valdivia. Si no es la primera por su creación, pues se fundó sólo el 1 de octubre de 1858, ha marchado siempre a la cabeza de las instituciones similares del país, por el crecido número de sus alumnos, por la bondad y eficiencia de sus métodos de enseñanza y por la influencia poderosa que ha ejercido en el desarrollo de la cultura alemana especialmente y de la instrucción general (…) Nacida al calor del legítimo deseo de perpetuar entre los descendientes de la colonia alemana la lengua de la patria y las sagradas tradiciones del germanismo ha sabido aunar estas tendencias con el espíritu nacional chileno, sin choques ni rozamientos de ninguna especie, y con provecho evidente para el país y para los especiales intereses de los colonos, por lo cual ha merecido la estimación de cuantos conocen su funcionamiento y no están ofuscados por un mal entendido chauvinismo".

Han pasado 160 años desde que un pequeño grupo de niños y niñas iniciaron el camino que avanza a la par con las distintas generaciones que han sido parte de las aulas del Instituto Alemán. Primero, fueron arrendadas, luego el edificio propio en calle Picarte, el que no logró sobrevivir al fatídico domingo 22 de mayo para finalmente; y, finalmente, en el edificio de Isla Teja.

Pese al paso del tiempo, el espíritu de quienes visualizaron la importancia de contar con un espacio educativo en el que no sólo se transmitiera y mantuvieran las tradiciones de los antepasados sino que además, permitiera la formación de jóvenes que desde distintas áreas, con distintas miradas, fueran ciudadanos activos al interior de su comunidad.

Dir. Centro de Est. Cervantinos USS

Lorena Liewald