Medio centenar de personas despidió a la querida artista floral Helga de Allen
VALDIVIA. La profesora de ikebana falleció el domingo recién pasado a los 95 años de edad, como consecuencia de una falla multisistémica. Se la recordó como una mujer bondadosa.
Cerca de medio centenar de personas, entre familiares, amigos y conocidos, se reunieron ayer en el Cementerio Alemán de Valdivia para despedir a la conocida vecina y profesora de ikebana Helga Eduvijis Haverbeck Ribbeck, más conocida como Helga de Allen, quien falleció en la madrugada del domingo recién pasado a los 95 años de edad, como consecuencia de una falla multisistémica.
Durante el período que vivió junto a su marido, Harry Allen, en Concepción, aprendió los secretos del antiguo arte japonés del arreglo floral, en el cual logró el título de profesora. Se especializó en la escuela Sogetsu, que transmitió a sus alumnos y que "es la que más se adapta a nuestros gustos occidentales, porque permite que uno se exprese con su propio gusto", según expresó en mayo de 2015 al Diarioaustral de Los Ríos.
En 1977, a petición de algunas socias del Club de Jardines y amigas, comenzó a dar clases de ikebana y éste fue el germen que permitió la creación del Capítulo 203 Valdivia de Ikebana International, la organización japonesa que agrupa a todas las delegaciones que cultivan la disciplina.
Una gran mujer
Uno de sus sobrinos, Enrique Romeny, afirmó que "si se pudiera resumir en una palabra lo que fue mi tía, creo que la que más la interpretaría sería la bondad. Fue bondadosa con todos los que la rodeaban, con nosotros, que nos vio de niños. Ella no tuvo la bendición de tener hijos, sin embargo, tuvo un matrimonio feliz y una disposición muy especial para ayudar".
Subrayó que Helga Haverbeck debería ser recordada "como una artista, porque el ikebana no es un hobby, sino un arte y para ejecutar un arte, hay que tener talento. Mi tía lo tuvo y guardó una relación particular con la naturaleza, la misma que tuvo su hermana, mi difunta madre. Ambas decían que en la naturaleza está Dios".
Nancy Obando ha ejercido la peluquería por espacio de 45 años y una de sus grandes clientas fue Helga Haverbeck. "Fue una muy buena persona y tengo tan lindos recuerdos de ella, que me emociono con sólo escuchar su nombre. Cuando me llamaba, sobre todo en los últimos tiempos, me decía: 'Anda buscar florcitas, porque veo que aquí en la peluquería no tienes'. Y si yo no iba, ella solía traerme sus arreglos. Era tan especial que, incluso, me regaló un libro de ikebana; y esto, porque ella me enseñó un poquito a hacer mis propios arreglos de peluquería. Siempre estuvo muy atenta a que yo tuviera lindas flores", relató.