May advirtió a los legisladores lo que conllevaría rechazar acuerdo del Brexit
ANÁLISIS. La primera ministra recalcó que ese escenario implicaría otorgar más poder al líder de la oposición y llevaría al país a "aguas inexploradas".
La primera ministra británica, Theresa May, advirtió ayer a los legisladores que podrían llevar a Gran Bretaña a "aguas inexploradas", y provocar una elección general, si rechazan su acuerdo para el Brexit en la crucial votación parlamentaria de esta semana.
May lucha para salvar su impopular plan para el Brexit y su trabajo antes de una confrontación en el Parlamento planeada para mañana, cuando se espera que los legisladores rechacen por un amplio margen el acuerdo de divorcio al que llegó el Ejecutivo británico con la Unión Europea.
A pesar de la especulación de que el Gobierno se vería obligado a retrasar la votación, su oficina en la calle Downing insistió que se llevará a cabo.
Las posibilidades
Una derrota en la votación provocaría que Gran Bretaña saliera fracasada de la Unión Europea el 29 de marzo, fecha del abandono de la comunidad, sin un acuerdo en vigor, lo cual provocaría un caos económico.
En una entrevista con el periódico Mail de ayer, May expresó que rechazar el acuerdo "significaría una grave incertidumbre para la nación, con un muy elevado riesgo de que no haya Brexit o dejar a la Unión Europea sin acuerdo".
"Cuando digo que si este acuerdo no es aprobado estaríamos en aguas inexploradas, espero que la gente comprenda que es realmente lo que creo y temo que suceda", dijo.
Los laboristas
También advirtió que, de cumplirse el vaticinio, no respaldará más poder al líder de la oposición del Partido Laborista: "Que Jeremy Corbyn tome control del poder creo que es un riesgo que no nos podemos dar el lujo de correr".
El Gobierno de May no tiene mayoría en la Cámara de los Comunes, y en su tienda (Partido Conservador) han dicho que no respaldarán el acuerdo al que llegaron May y la UE la semana antepasada.
Uno de los puntos más controvertidos del acuerdo es el "backstop", previsto para evitar que vuelva a surgir una frontera "dura" entre la región británica de Irlanda del Norte -que saldrá de la UE- y la República de Irlanda, que seguirá en el bloque.