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Museo exhibe el proceso de molienda de trigo en Los Chilcos

EN LA UNIÓN. La iniciativa es impulsada por el empresario Ramón Eluchans. La restauración de la casa habitación y molino duró casi un año.
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María Alejandra Pino C.

La fecha exacta de construcción del Molino Los Chilcos no está clara. Pero se cree que fue a fines del siglo XIX. De lo que hay certeza es que entre 1904 y 1905, Enrique Sandrock compró un fundo donde venía incluido el molino, que en sus inicios era muy rústico: el proceso de molienda era a través de unas piedras que tenían forma de rueda y eran movidas con agua. Recién en 1915 se construyeron los caminos de ripio por la ruta del molino a La Unión, lo que trajo consigo más facilidad, modernización y significó un recambio de la maquinaria.

Entre 1925 y 1930 se cambió el sistema de piedras a bancos de molino con cilindros de marca Fanal, traídos desde Alemania. También, se importó una turbina de tipo Francis, que es la que actualmente posee el molino. Entre 1938 y 1940 fue construida una pequeña represa en el río Ralitrán, con madera y cemento, con la finalidad de dar mayor fuerza de agua para mover las ruedas del molino.

Esos son los inicios de la historia del Molino Los Chilcos, ubicado en el kilómetro 26,5 de la ruta T-75 que une La Unión con Puerto Nuevo. En 2017 fue cerrado. Hasta ese año aún su clientela llevaba el trigo para ser molido, operando a través de la modalidad de la maquila. Erwin Hettich, quien hasta ese momento era su dueño (lo compró en 1974), por motivos personales y debido a que la mantención del molino se dificultaba, decidió venderlo. Hoy, el empresario Ramón Eluchans, cuya familia por más de cien años ha habitado en el sector Los Chilcos, a unos 500 metros del molino, es el propietario.

Al adquirirlo, tuvo dos opciones: destruir las construcciones o restaurarlas. Decidió por la última y desde ayer están abiertas al público, con remozados espacios que transmitirán a los visitantes la tradición de la molienda.

"Esta inversión es un muy buen aporte a la sociedad, no se trata sólo de números, vivimos con los demás, necesitamos de los demás y tenemos que vivir en una sociedad donde nos podamos saludar y convivir bien. Creo que este proyecto es un aporte a eso", indicó Eluchans.

"Mecánicamente este molino es maravilloso. Lo que más me animó a impulsar este proyecto es rescatar nuestra historia. Es parte del mundo rural, que es nuestra tradición, no podemos olvidarnos de lo que somos y de dónde venimos", agregó en la ceremonia de inauguración del Museo El Molino.

El acto se realizó el miércoles y a éste asistieron el gobernador del Ranco, Alonso Pérez de Arce; los alcaldes de La Unión y Paillaco, Aldo Pinuer y Ramona Reyes, respectivamente, vecinos de Los Chilcos y sectores aledaños y familiares y amigos del propietario.

Mejoras

La restauración consideró tres espacios: el molino, la antigua casa habitación y la represa, lo cual significó casi un año de trabajo, el que estuvo liderado por el arquitecto José Luis Ibáñez, y en el que participó un equipo de 40 personas.

Explicó que "el objetivo fue hacer evidente los 120 años de historia que tiene este conjunto. Teniendo eso en mente, reemplazamos los materiales esenciales para que las construcciones duraran otros cincuenta años".

En el caso del molino, el foco de la restauración fue sacar provecho a la altura. Su construcción original tenía divisiones, "por lo tanto, decidimos abrirlo para que, además, se entienda el proceso de producción de la harina, que sube y baja, y se luzca el espacio", precisó.

¿En qué consiste ese proceso? El trigo recién cosechado entra en el molino por un embudo de gran tamaño, para ser separado, mediante un ventilador, de impurezas con la finalidad de que en su posterior estado de harina mantenga la blancura que todo molinero persigue. El grano de trigo limpio continúa su camino subiendo por pequeños elevadores, activados por poleas. A través de ellos, el grano de trigo sube y baja los tres pisos que conforman este molino, pasando así por cada uno de los procesos que permiten que se convierta en una suave harina.

En cuanto a la casa habitación, José Luis Ibáñez señaló que "vimos que el tamaño, las maderas y el sistema constructivo antiguo era muy bonito. Por lo tanto, decidimos realzar lo que había".

En la casa habitación, actualmente se exhibe una muestra fotográfica que revive parte de la historia del molino, su construcción y quiénes fueron los protagonistas de ésta. Las imágenes fueron reconstruidas de forma digital.

"Las fotografías eran de tres por dos centímetros, las fuimos recopilando y las reconstruí en un computador, porque había algunas muy desgastadas. Fue un trabajo largo", explicó Ramón Eluchans.

Las obras de restauración incluyeron la construcción de senderos con la finalidad de unir el conjunto. Por ejemplo, hacia la represa. "El dique es parte esencial del funcionamiento del molino y, además, una obra que constructivamente fue muy difícil de hacer, por lo tanto había que mostrarlo. El objetivo fue unirlo al conjunto", explicó el arquitecto. Con el terremoto de 1960, la represa fue derrumbada y en 2002 nuevamente destruida por una crecida del río y recuperada recién entre 2006 y 2007.

Abierto a la comunidad

Los visitantes podrán acceder a todos los espacios. Además, a un parque cercano, al cual se llega caminando por la orilla del río Ralitrán.

Eluchans explicó que los primeros días de su apertura serán de marcha blanca e iniciarán las gestiones con establecimientos educacionales para realizar visitas guiadas en el lugar.

Gabriela Olcese, diplomada en Gestión Cultural por la Universidad de Chile, estará a cargo de la administración y la gestión cultural del museo. Indicó que el objetivo es trabajar principalmente con escolares.

"Vamos a explicarles todo el proceso, desde que sacaban el trigo, lo ingresaban a estas máquinas y se transformaba en harina. Tenemos hartas herramientas para que los niños puedan ver y sentir cómo funcionaba este sistema en 1920", explicó.

El ingreso para las delegaciones de estudiantes será gratuito. Los adultos que lleguen de forma particular pagarán $2.000.

Museo exhibe el proceso de molienda de trigo en Los Chilcos

EN LA UNIÓN. La iniciativa es impulsada por el empresario Ramón Eluchans. La restauración de la casa habitación y molino duró casi un año.
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María Alejandra Pino C.

La fecha exacta de construcción del Molino Los Chilcos no está clara. Pero se cree que fue a fines del siglo XIX. De lo que hay certeza es que entre 1904 y 1905, Enrique Sandrock compró un fundo donde venía incluido el molino, que en sus inicios era muy rústico: el proceso de molienda era a través de unas piedras que tenían forma de rueda y eran movidas con agua. Recién en 1915 se construyeron los caminos de ripio por la ruta del molino a La Unión, lo que trajo consigo más facilidad, modernización y significó un recambio de la maquinaria.

Entre 1925 y 1930 se cambió el sistema de piedras a bancos de molino con cilindros de marca Fanal, traídos desde Alemania. También, se importó una turbina de tipo Francis, que es la que actualmente posee el molino. Entre 1938 y 1940 fue construida una pequeña represa en el río Ralitrán, con madera y cemento, con la finalidad de dar mayor fuerza de agua para mover las ruedas del molino.

Esos son los inicios de la historia del Molino Los Chilcos, ubicado en el kilómetro 26,5 de la ruta T-75 que une La Unión con Puerto Nuevo. En 2017 fue cerrado. Hasta ese año aún su clientela llevaba el trigo para ser molido, operando a través de la modalidad de la maquila. Erwin Hettich, quien hasta ese momento era su dueño (lo compró en 1974), por motivos personales y debido a que la mantención del molino se dificultaba, decidió venderlo. Hoy, el empresario Ramón Eluchans, cuya familia por más de cien años ha habitado en el sector Los Chilcos, a unos 500 metros del molino, es el propietario.

Al adquirirlo, tuvo dos opciones: destruir las construcciones o restaurarlas. Decidió por la última y desde ayer están abiertas al público, con remozados espacios que transmitirán a los visitantes la tradición de la molienda.

"Esta inversión es un muy buen aporte a la sociedad, no se trata sólo de números, vivimos con los demás, necesitamos de los demás y tenemos que vivir en una sociedad donde nos podamos saludar y convivir bien. Creo que este proyecto es un aporte a eso", indicó Eluchans.

"Mecánicamente este molino es maravilloso. Lo que más me animó a impulsar este proyecto es rescatar nuestra historia. Es parte del mundo rural, que es nuestra tradición, no podemos olvidarnos de lo que somos y de dónde venimos", agregó en la ceremonia de inauguración del Museo El Molino.

El acto se realizó el miércoles y a éste asistieron el gobernador del Ranco, Alonso Pérez de Arce; los alcaldes de La Unión y Paillaco, Aldo Pinuer y Ramona Reyes, respectivamente, vecinos de Los Chilcos y sectores aledaños y familiares y amigos del propietario.

Mejoras

La restauración consideró tres espacios: el molino, la antigua casa habitación y la represa, lo cual significó casi un año de trabajo, el que estuvo liderado por el arquitecto José Luis Ibáñez, y en el que participó un equipo de 40 personas.

Explicó que "el objetivo fue hacer evidente los 120 años de historia que tiene este conjunto. Teniendo eso en mente, reemplazamos los materiales esenciales para que las construcciones duraran otros cincuenta años".

En el caso del molino, el foco de la restauración fue sacar provecho a la altura. Su construcción original tenía divisiones, "por lo tanto, decidimos abrirlo para que, además, se entienda el proceso de producción de la harina, que sube y baja, y se luzca el espacio", precisó.

¿En qué consiste ese proceso? El trigo recién cosechado entra en el molino por un embudo de gran tamaño, para ser separado, mediante un ventilador, de impurezas con la finalidad de que en su posterior estado de harina mantenga la blancura que todo molinero persigue. El grano de trigo limpio continúa su camino subiendo por pequeños elevadores, activados por poleas. A través de ellos, el grano de trigo sube y baja los tres pisos que conforman este molino, pasando así por cada uno de los procesos que permiten que se convierta en una suave harina.

En cuanto a la casa habitación, José Luis Ibáñez señaló que "vimos que el tamaño, las maderas y el sistema constructivo antiguo era muy bonito. Por lo tanto, decidimos realzar lo que había".

En la casa habitación, actualmente se exhibe una muestra fotográfica que revive parte de la historia del molino, su construcción y quiénes fueron los protagonistas de ésta. Las imágenes fueron reconstruidas de forma digital.

"Las fotografías eran de tres por dos centímetros, las fuimos recopilando y las reconstruí en un computador, porque había algunas muy desgastadas. Fue un trabajo largo", explicó Ramón Eluchans.

Las obras de restauración incluyeron la construcción de senderos con la finalidad de unir el conjunto. Por ejemplo, hacia la represa. "El dique es parte esencial del funcionamiento del molino y, además, una obra que constructivamente fue muy difícil de hacer, por lo tanto había que mostrarlo. El objetivo fue unirlo al conjunto", explicó el arquitecto. Con el terremoto de 1960, la represa fue derrumbada y en 2002 nuevamente destruida por una crecida del río y recuperada recién entre 2006 y 2007.

Abierto a la comunidad

Los visitantes podrán acceder a todos los espacios. Además, a un parque cercano, al cual se llega caminando por la orilla del río Ralitrán.

Eluchans explicó que los primeros días de su apertura serán de marcha blanca e iniciarán las gestiones con establecimientos educacionales para realizar visitas guiadas en el lugar.

Gabriela Olcese, diplomada en Gestión Cultural por la Universidad de Chile, estará a cargo de la administración y la gestión cultural del museo. Indicó que el objetivo es trabajar principalmente con escolares.

"Vamos a explicarles todo el proceso, desde que sacaban el trigo, lo ingresaban a estas máquinas y se transformaba en harina. Tenemos hartas herramientas para que los niños puedan ver y sentir cómo funcionaba este sistema en 1920", explicó.

El ingreso para las delegaciones de estudiantes será gratuito. Los adultos que lleguen de forma particular pagarán $2.000.

Museo exhibe el proceso de molienda de trigo en Los Chilcos

EN LA UNIÓN. La iniciativa es impulsada por el empresario Ramón Eluchans. La restauración de la casa habitación y molino duró casi un año.
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María Alejandra Pino C.

La fecha exacta de construcción del Molino Los Chilcos no está clara. Pero se cree que fue a fines del siglo XIX. De lo que hay certeza es que entre 1904 y 1905, Enrique Sandrock compró un fundo donde venía incluido el molino, que en sus inicios era muy rústico: el proceso de molienda era a través de unas piedras que tenían forma de rueda y eran movidas con agua. Recién en 1915 se construyeron los caminos de ripio por la ruta del molino a La Unión, lo que trajo consigo más facilidad, modernización y significó un recambio de la maquinaria.

Entre 1925 y 1930 se cambió el sistema de piedras a bancos de molino con cilindros de marca Fanal, traídos desde Alemania. También, se importó una turbina de tipo Francis, que es la que actualmente posee el molino. Entre 1938 y 1940 fue construida una pequeña represa en el río Ralitrán, con madera y cemento, con la finalidad de dar mayor fuerza de agua para mover las ruedas del molino.

Esos son los inicios de la historia del Molino Los Chilcos, ubicado en el kilómetro 26,5 de la ruta T-75 que une La Unión con Puerto Nuevo. En 2017 fue cerrado. Hasta ese año aún su clientela llevaba el trigo para ser molido, operando a través de la modalidad de la maquila. Erwin Hettich, quien hasta ese momento era su dueño (lo compró en 1974), por motivos personales y debido a que la mantención del molino se dificultaba, decidió venderlo. Hoy, el empresario Ramón Eluchans, cuya familia por más de cien años ha habitado en el sector Los Chilcos, a unos 500 metros del molino, es el propietario.

Al adquirirlo, tuvo dos opciones: destruir las construcciones o restaurarlas. Decidió por la última y desde ayer están abiertas al público, con remozados espacios que transmitirán a los visitantes la tradición de la molienda.

"Esta inversión es un muy buen aporte a la sociedad, no se trata sólo de números, vivimos con los demás, necesitamos de los demás y tenemos que vivir en una sociedad donde nos podamos saludar y convivir bien. Creo que este proyecto es un aporte a eso", indicó Eluchans.

"Mecánicamente este molino es maravilloso. Lo que más me animó a impulsar este proyecto es rescatar nuestra historia. Es parte del mundo rural, que es nuestra tradición, no podemos olvidarnos de lo que somos y de dónde venimos", agregó en la ceremonia de inauguración del Museo El Molino.

El acto se realizó el miércoles y a éste asistieron el gobernador del Ranco, Alonso Pérez de Arce; los alcaldes de La Unión y Paillaco, Aldo Pinuer y Ramona Reyes, respectivamente, vecinos de Los Chilcos y sectores aledaños y familiares y amigos del propietario.

Mejoras

La restauración consideró tres espacios: el molino, la antigua casa habitación y la represa, lo cual significó casi un año de trabajo, el que estuvo liderado por el arquitecto José Luis Ibáñez, y en el que participó un equipo de 40 personas.

Explicó que "el objetivo fue hacer evidente los 120 años de historia que tiene este conjunto. Teniendo eso en mente, reemplazamos los materiales esenciales para que las construcciones duraran otros cincuenta años".

En el caso del molino, el foco de la restauración fue sacar provecho a la altura. Su construcción original tenía divisiones, "por lo tanto, decidimos abrirlo para que, además, se entienda el proceso de producción de la harina, que sube y baja, y se luzca el espacio", precisó.

¿En qué consiste ese proceso? El trigo recién cosechado entra en el molino por un embudo de gran tamaño, para ser separado, mediante un ventilador, de impurezas con la finalidad de que en su posterior estado de harina mantenga la blancura que todo molinero persigue. El grano de trigo limpio continúa su camino subiendo por pequeños elevadores, activados por poleas. A través de ellos, el grano de trigo sube y baja los tres pisos que conforman este molino, pasando así por cada uno de los procesos que permiten que se convierta en una suave harina.

En cuanto a la casa habitación, José Luis Ibáñez señaló que "vimos que el tamaño, las maderas y el sistema constructivo antiguo era muy bonito. Por lo tanto, decidimos realzar lo que había".

En la casa habitación, actualmente se exhibe una muestra fotográfica que revive parte de la historia del molino, su construcción y quiénes fueron los protagonistas de ésta. Las imágenes fueron reconstruidas de forma digital.

"Las fotografías eran de tres por dos centímetros, las fuimos recopilando y las reconstruí en un computador, porque había algunas muy desgastadas. Fue un trabajo largo", explicó Ramón Eluchans.

Las obras de restauración incluyeron la construcción de senderos con la finalidad de unir el conjunto. Por ejemplo, hacia la represa. "El dique es parte esencial del funcionamiento del molino y, además, una obra que constructivamente fue muy difícil de hacer, por lo tanto había que mostrarlo. El objetivo fue unirlo al conjunto", explicó el arquitecto. Con el terremoto de 1960, la represa fue derrumbada y en 2002 nuevamente destruida por una crecida del río y recuperada recién entre 2006 y 2007.

Abierto a la comunidad

Los visitantes podrán acceder a todos los espacios. Además, a un parque cercano, al cual se llega caminando por la orilla del río Ralitrán.

Eluchans explicó que los primeros días de su apertura serán de marcha blanca e iniciarán las gestiones con establecimientos educacionales para realizar visitas guiadas en el lugar.

Gabriela Olcese, diplomada en Gestión Cultural por la Universidad de Chile, estará a cargo de la administración y la gestión cultural del museo. Indicó que el objetivo es trabajar principalmente con escolares.

"Vamos a explicarles todo el proceso, desde que sacaban el trigo, lo ingresaban a estas máquinas y se transformaba en harina. Tenemos hartas herramientas para que los niños puedan ver y sentir cómo funcionaba este sistema en 1920", explicó.

El ingreso para las delegaciones de estudiantes será gratuito. Los adultos que lleguen de forma particular pagarán $2.000.