Claudia Muñoz David
Se llamaba Katy Winter, pero firmaba sus trabajos escolares como Katy Summer. Era el nombre artístico que había elegido, porque cantaba desde los cinco años. En la Academia de Alicia Puccio había recibido el premio a la mayor proyección musical, entre otros reconocimientos. Luego ingresó a la Escuela Moderna de Música y comenzó a tomar lecciones de baile.
Era fanática de la cantante estadounidense Taylor Swift, componía y ya había escrito 20 canciones. Para mejorar su inglés, se cambió del colegio La Maisonnette al Nido de Águilas, en Santiago. Sin embargo, un ataque de cyberbullying recibido desde su entorno escolar habría gatillado que Katy, a los 16 años, se quitara la vida. El pasado 22 de mayo se cumplió un año desde su muerte. Y sus padres, Emanuel Pacheco y Evanyely Zamorano, encontraron una forma distinta de vivir su duelo, crearon una fundación y la bautizaron "Katy Summer". Con ella, buscan generar espacios de reflexión sobre la cultura de la agresión en establecimientos educacionales, entre la juventud y en la sociedad en general.
Además se han movido por todo Chile realizando charlas. El próximo viernes 31 de mayo visitarán Valdivia, para conversar con estudiantes, docentes y apoderados en la Universidad San Sebastián (ver recuadro).
La fundación
Tras la muerte de Katy, Emanuel Pacheco y Evanyely Zamora comenzaron a contactar a diferentes fundaciones relacionadas con bullying, cyberbullying y agresiones. "No teníamos ni sueño, ni hambre, ni nada, así que trabajábamos de 9 de la mañana a 9 de la noche recopilando información y conversando con personas, para entender lo que nos había pasado", relató Zamora.
En julio del año pasado fueron contactados desde la Fundación Espacio Mejor. Sus integrantes querían, por todos los medios, que la pareja hiciera una charla para jóvenes líderes. Al principio no estaban convencidos, pero luego accedieron.
Pacheco relató: "Fue extraño pararnos y compartir lo que habíamos vivido, pero nos sentimos con Katy. Lo que más nos sorprendió fue ver las reacciones de los chicos. Algunos nos indicaron que habían sido agresores, pero que nunca habían pensado en el daño que se causaba o las consecuencias".
Luego de esta experiencia decidieron crear una fundación cuyo objetivo es ayudar a víctimas de acoso escolar, a través de una red de psicólogos y abogados.
El aprendizaje
Pacheco asegura que haber tenido más herramientas sobre bullying le hubieran permitido ayudar a Katy. "Yo no lo sufrí en el colegio. Lo vi, pero pensé que era parte de la convivencia. No había percibido el daño, aislamiento y victimización que genera durante la adolescencia. Me hubiera encantado haber conocido eso para haber estado mucho más presente. Por eso, cuando hablamos con adultos, nos paramos desde la necesidad de que estemos mucho más presentes. Nuestros papás, de alguna forma, sí lo estaban. Hoy la tecnología nos hace estar más desconectados, no tenemos temas de conversación comunes", dijo. Manifestó que en sus charlas reciben muchos mensajes de "impotencia de muchos papás que sienten que los colegios no están haciendo nada, que no toman decisiones concretas y no están involucrados en las decisiones que se van a tomar. También está la frustración de los niños porque se deben ir de los colegios", agregó. Mientras que desde los colegios les preguntan cómo involucrar más a los apoderados y a los equipos. "Los colegios se deben declarar humildes y ver cómo resolver los problemas como comunidad. No tratar de encerrarse entre cuatro paredes con sus asesores, comunicadores y equipo privado. Se trata de un problema comunitario que se debe resolver conversando y no de forma unilateral. Imponer es una forma muy agresiva", explicó.
Consejos
Emanuel Pacheco expresó que el mejor consejo es conversar, preguntar a los hijos cómo se sienten con sus amigos, en el colegio, qué es lo más importante en su vida. "Si sospechas que existe bullying, debes hablar con él, con el profesor jefe, con el encargado de convivencia escolar y con un profesor significativo. De esta manera se puede comparar lo que pasa en la casa con lo que ocurre en el colegio y generar un plan de acción, de acompañamiento. Que sienta que está protegido y acompañado y que no se hará algo que él no quiera", destacó.
También se debe estar atento en el caso de que el hijo sea agresor. "No es que en la casa aprendieran a ser agresivos, muchas veces el bullying es una dinámica social. Uno lo hace para definirse como una persona más poderosa, muchas veces es la manera de pertenecer a un grupo. Por pertenecer, los hijos están dispuestos a hacer cosas que están en contra de lo que nosotros les enseñamos. También se dan casos en los que el agresor esconde abusos u otros problemas", dijo.
En Valdivia, sensibilizarán a los estudiantes sobre las acciones que realizan en redes sociales; mientras que con los padres se conversará sobre qué ocurre en el mundo adulto que está permitiendo que los niños sean tan agresivos entre ellos.
Pero hay otros aspectos que los emocionan de Valdivia. "La primera persona que nos contactó con una intención suicida, después de que perdimos a Katy, fue una niña de Valdivia. Yo estaba trabajando y tuve que salir de la reunión para, por WhatsApp, contenerla. Desde entonces hemos hablado con cuatro chicas valdivianas. Ahora veremos a estas chicas, que son las Katys que hemos podido salvar", expresó.