¿Qué tiene un suero?
Lamentablemente, llevo 78 años de desventaja… tan solo hace dos soy paramédico. Al pensar en cuántos pacientes han sido atendidos en este recinto, no puedo sino acordarme de una persona: la señora Rosa; una adulta mayor de avanzada edad, con una vida de esfuerzo en la feria y quien, pasando calurosos veranos y crudos inviernos vendiendo hortalizas, fue el sustento de sí misma. Ella, mujer soltera, sin hijos, tenía a su lado a sólo dos felinos de fiel compañía. Sus dolencias y enfermedades rápidamente avanzaron. Durante un turno sus signos vitales fueron en descenso. -"Son las últimas caras que veré y las recordaré por siempre"- dijo esa fría noche. "Don Boris, está lista la tarjeta de suero", recalca la enfermera. Me dirijo rápidamente a la clínica. Abro el matraz y, mientras lo preparo divago que, dentro de él, no sólo introduzco potasio, sodio o analgésico; sino también esperanza y amor. Entré a la sala de prisa, más ella ya nos había dejado. ¿Y yo? con el suero entre mis manos, en ese instante, tomé el peso de mi trabajo y prometí dar lo mejor de mí y seguir llenando sueros con "algo más" que solo medicamentos, por el resto de mi vida.
AUTOR: Boris Dosque Paredes Funcionario Hospital Base Valdivia
Retazos de memoria (de Víctor Hugo Orellana Pino)
En 1980, Victor Hugo era diagnosticado de cáncer en el Hospital de campaña John Kennedy en Valdivia. Esa nefasta palabra, que causa tanto dolor y desesperanza, en él no fue más que una inyección de energía y ganas de vivir. A sus 51 años, un "tumor" de estómago, como él preferiría llamar, tenía mal pronóstico, pero tal como escribió el poeta Enrique Lihn "la vida se adquiere en estas horas como un hábito que defiende la muerte". Los protagonistas de esta historia son el Dr. Venturelli, cirujano responsable de sus intervenciones quirúrgicas; Dr. Alberdi, joven y siempre bienhumorado anestesiólogo; Don Oscar Cayul, enfermero noble y abnegado; la temida enfermera Juana General y por supuesto, él mismo, el paciente de ánimo inquebrantable. El enflaquecimiento, su piel amarilla, la bolsa que contendría sus heces, las inyecciones, el dolor, las cicatrices, los compañeros que partían; todas estas vivencias se prolongarían por un año, posterior a dos cirugías infructuosas. Sonriente, tarareando un tango, fue por tercera vez a pabellón. Antes de dormirse, a esas caras amigas les aseguró que sería la última vez y definitiva. Y así fue. Sobrevivió para volver a cantar y rememorar su hazaña, a sus aguerridos 89 años.
AUTORA: Katherine Orellana Enfermera
"Olvido involuntario"
Antiguamente en los días de pago, los cheques se retiraban en la Oficina de Contabilidad y luego las jefaturas autorizaban a los funcionarios para ir al Banco. Ese trámite se debía hacer en forma muy veloz o bien usar la hora de colación, por lo tanto, los funcionarios que trabajaban en el área clínica debían cambiarse de ropa rápidamente e ir al Banco. Una vez me topé con una colega haciendo la fila para poder cambiar su cheque también. Ella, muy bien maquillada y un poco seria,diría yo, casi pensativa…me imagino, pensando en pagar sus cuentas. No sabía, la pobre, que había mucha gente observándola, entre ellos algunos funcionarios y otras personas del Banco. L miraban, murmuraban y se reían. Me llamó mucho la atención los comentarios y fue grande mi sorpresa cuando la vi vestida con una hermosa chaqueta de piel muy corta y de la cintura hacia abajo solo vestía una enagua con vuelos muy bonitos. ¡Pobre mujer, que dentro de su apuro, olvidó ponerse la falda! Fue muy divertido verla y, además, cuando ella se percató, casi se muere de vergüenza, pero dentro de su desesperación no supo qué más hacer que reírse también.
AUTORA: Solange Riffo Hermosilla Funcionaria Hospital Base Valdivia
"El día que te conocí"
Querido y adorable bebé, mientras me miras yo te hablaré, sobre un día muy especial que tuvo lugar en el hospital de Valdivia, donde queda tu nuevo hogar. Llegamos nerviosos, también muy ansiosos, queríamos verte y también olerte, jamás pensamos que en aquella sala, con pelotas rebotonas y música de hadas, esperaríamos con ahínco tu maravillosa llegada. Las dulces matronas, amablemente, nos hablaban y escuchaban atentas el nuevo corazón que se asomaba, los doctores más serios, desde un rincón miraban si en algún momento pronto, guante en mano a la sala nos acompañaban. Todo sucedió, lento, pero a la vez rápido, una vez que decidiste que ya era la hora por Dios programada, corrimos en camilla a una nueva sala, donde pujé y pujé con ganas, porque sabía que ver tu rostro sería la anestesia que me calmara. Lloraste fuerte, entre varias caras, pero viste dos de las personas que más te aman, mientras un amable matrón una peinada te daba, tan caballero te viste y en mi pecho ahora respirabas. Un suspiro de amor nos dabas y junto a tu padre ahora nuestras vidas continuaban, más completas, más cálidas porque por fin entre nosotros, tu mi querido Emilio, ahora estabas.
AUTORA: Yessenia Seguel Aravena
Celebración Fiestas Patrias en el Hospital
La siguiente historia le ocurrió a mi hermano, cuando el Hospital Base se llamaba Hospital Regional. El dieciocho de septiembre de ese año había muy poco personal y pacientes hospitalizados en sala común, donde se encontraba mi pariente esperando a que lo dieran de alta, contento porque había sido muy bien atendido y el resultado de la operación, excelente. Había -durante su estadía- simpatizado con sus compañeros, enfermeras, auxiliares y médicos. ¡Compañeros! les dijo, ¡tenemos que celebrar esta fecha tan importante! ¡Sí amigo! contestaron a coro. "Señora María, me puede pasar la guitarra por favor", a lo que la enfermera se la entregó con una sonrisa en los labios y le preguntó ¿y ahora qué nos va a tocar?, "Por supuesto que el Guatón Loyola". "Chicas vengan a bailar una cuequita", mientras los enfermos se levantaban en bata de la cama y las sacaban a bailar. Mi hermano con gran entusiasmo cantaba y todos bailaban felices. Los que no pudieron hacerlo, acompañaban con las palmas, como también lo hacían los propios bailarines con sus nalgas flacas y desnudas, que le producía risa al cantor. "¡Qué lindo recuerdo tengo del Hospital!"Me comenta mi querido hermano.
AUTOR: Carlos Zúñiga Ojeda.