La "Marcha de la Historia", fue una de las denominaciones que se le dio a la marcha convocada el 25/10 en todo el país, con el fin de demostrar su descontento por la desigualdad provocada por la implementación -irrestricta- del sistema económico neoliberal.
En dicho contexto, uno de los dardos apunta al sistema de pensiones. Éste consiste en un sistema de capitalización individual en que todos los trabajadores deben pagar un 10% de sus remuneraciones a una administradora de fondos de pensiones, donde el mismo contribuyente decide el riesgo a asumir. Increíblemente, la ley da por hecho que los afiliados son expertos en inversiones, y que por tanto, son aptos para decidir -acertadamente- el fondo donde invertir su dinero. Miremos el caso de España, país al que Chile abre sus puertas sin reparos, permitiendo la inversión y dirección de sectores económicos trascendentales. A modo ejemplar, se pueden señalar: ABERTIS, operador de autopistas que administra 770 kms. en Chile; Santander, BBVA, Forum, Endesa, Mapfre, Aguas Andinas. etc.
España, a diferencia de Chile, tiene un sistema basado en el reparto, proporcionalidad contributiva y suficiencia de prestaciones. Es decir, el trabajador paga un porcentaje de sus ingresos para financiar las pensiones de los jubilados; sistema que funciona en la medida que la población activa sea mayor a la que no lo es; situación que si bien en Europa está comenzando a presentar dificultades, dado el envejecimiento de su población, no obstante, le ha permitido entregar pensiones de €1.141 de media, algo así como $920.000 pesos chilenos. Sorprendente número, sobre todo si se considera que: El costo de vida en España es menor y que el índice Gini es de 0,34 -vs Chile, que equivale a 0,47, el cual es el más bajo de la OCDE-; que la jornada de trabajo asciende a 40 horas semanales; que se establecen 2,5 días al mes de vacaciones; y que el sueldo mínimo es de €900 mensuales, unos 720 mil pesos chilenos. Este breve análisis ejemplifica el descontento de nuestra sociedad. Chile debe cambiar y las manifestaciones han logrado poner en tabla los problemas más urgentes. Es de esperar que los poderes del Estado inicien un diálogo y deliberación de ideas, entre estos y con el pueblo, libre de violencia y de vandalismo, en aras de lograr las reformas que permitan un Chile más igualitario y con mejor calidad de vida.
Francisco Lara Roloff Docente carrera de Derecho de la U. San Sebastián sede Valdivia