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"Estamos viviendo un momento en el que el consumidor ha despertado"

ECONOMÍA. La coorperativa cumple diez años. En ella, sus socios buscan abastecerse con productos locales y sustentables.
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Aunque nació en Madrid, su pasado es valdiviano. El bisabuelo de Úrsula Fernández, Maximiliano Fernández, era valdiviano y fundó la Iglesia Bautista que está ubicada en calle Errázuriz. Su abuelo, Manuel Fernández, también nació en Valdivia e incluso una tía abuela, Ruth Fernández, fue Reina de la Primavera. Sin embargo, Úrsula Fernández nació en España.

Luego de licenciarse en Biología en la Universidad Autónoma de Madrid y de trabajar en educación ambiental, llegó a Valdivia, cuando tenía 27 años. "Una a veces siente que un lugar te llama", dijo. Acá siguió trabajando en actividades relacionadas con la educación ambiental, pero además se involucró en una iniciativa pionera que está vinculada con el comercio justo y la economía responsable, temas que han estado presentes en las expresiones de demandas sociales. Fernández es socia fundadora de la Cooperativa La Manzana, ubicada en calle Vicente Pérez Rosales 787.

Se trata de un espacio para comprar alimentos a pequeños productores, los que han sido generados en forma limpia y amigable con el medio ambiente. Uno de sus productos destacados son las canastas con verduras frescas, que en su versión de primavera incluyen, por ejemplo, paltas, acelgas, espinacas, lechuga, rúcula y papas. En general son seis o siete variedades diferentes, que dependen de lo que sus proveedores tengan disponible. Esta verdura se entrega semanalmente y las compras de las canastas son trimestrales.

La cooperativa nació como una agrupación de consumidores, quienes en 2009 decidieron formalizarse. Para eso debieron reunir a 100 personas. Y lo hicieron. Hoy son 260 familias, más de 90 activas. Además, ahora cumplen diez años. "Uno de los pilares de mi vida es el trabajo comunitario y el bien común. Entonces, el cooperativismo va muy de la mano. A principios de 2009 empezamos a gestar la idea. Empezamos 15 familias, quienes teníamos un pequeño grupo de consumo. Ya teníamos dos proveedores que trabajaban huertas de manera agroecológica y nos proveían de verduras, pero era un poco desordenada la forma de abastecernos, la logística y la coordinación, lo que hacía que no pudiéramos ampliar ni el número de personas ni el número de agricultores", relató.

Además, el grupo pensó que era necesario educar. "Pensaba ¡qué bueno estar consumiendo sano! Pero no quiero que se quede en mi familia, sino que se amplíe. Así nació la idea de formar un grupo más estable e incluir a más familias", agregó Fernández.

-¿Cuáles han sido los principales retos que han enfrentado como cooperativa?

-Durante mucho tiempo fuimos los únicos que funcionábamos como cooperativa en esta línea, principalmente porque se necesitaban 100 personas. Ahora la legislación fue modificada y ya entre cinco o seis personas pueden formar una cooperativa de consumo. Ahora hay varias, en Santiago y en Pucón. Creo que, para durar diez años, más que nada se necesita perseverancia, que haya un grupo empujando continuamente. Eso no ha sido lo más difícil, pero sí lo más destacado. Eso ha hecho que sigamos adelante. En ningún momento el Estado nos ha aportado dinero para mantener la tienda. Hace un par de años nos ganamos un proyecto del Fondo de Innovación Agraria que nos permitió trabajar con algunos agricultores. Llegó justo en el momento en que necesitábamos crecer, pero no podíamos porque económicamente no somos muy rentables. Ha sido la única ayuda que nos ha dado el gobierno, en contraposición con otras tiendas que las ha financiado en parte o completamente. Sin embargo, seguimos trabajando y realizando actividades.

-¿Desde cuándo cuentan con su tienda física?

-Desde el inicio. El local se lo arrendamos a un socio de la cooperativa, quien nos abrió las puertas, porque todavía no somos del todo sustentables económicamente y sería muy difícil que pudiéramos pagar un arriendo a los valores que están en el centro. Así han salido todas las cosas, es lo bonito que tiene la Cooperativa La Manzana. Como los principios y valores tienen que ver con la ayuda mutua y el comercio justo, cuando necesitamos la ayuda, aparece. Es una energía muy sana que se está canalizando.

-¿Quiénes son sus proveedores?

-Esa es otra de las cosas maravillosas que tenemos en La Manzana. Nosotros conocemos prácticamente al 80 por ciento de las personas que nos están proveyendo, solo nos faltan algunas empresas de productos procesados que están más lejos. Nuestras grandes proveedoras de verduras son a quienes más conocemos, ellas nos entregan los productos para las canastas. Para ser comercializados por nosotros, todos los productos tienen que tener resolución sanitaria. Al principio fue muy difícil, por ejemplo con las personas que hacen mermeladas. Pero las iniciativas familiares de pequeños campesinos están mejorando, eso ha sido muy rico porque hemos aprendido y crecido juntos. Además, estamos abriendo toda una línea relacionada con el consumo a granel. Esto, porque tenemos una mirada muy importante sobre el consumo responsable en cuanto al impacto medioambiental que generamos en nuestra ciudad. Estamos insistiendo mucho en esto y contamos con proveedores que ya nos están enviando en bidones grandes, por ejemplo, el aceite de oliva, los detergentes y toda una oferta en legumbres. Así minimizamos el uso de los envases y embalajes.

-¿Existe más gente interesada por el consumo responsable?

-Yo creo que lo que está pasando ahora -dentro del contexto de demandas sociales- tiene que ver con el cambio que se está buscando. En el fondo es una perspectiva en la que la sociedad busca mutar y evolucionar, lo que también está ligado con el cambio climático. Claro que estamos viviendo un momento en que el consumidor ha despertado. Y ha despertado mucho. Ahora uno ve más tiendas a granel, por ejemplo, hasta hace tres años no había ninguna. Están floreciendo tiendas donde se vende el trabajo de pequeños productores. Hay mucha avidez por parte de los valdivianos, de ver cómo aportan y cómo solucionan pequeños problemas.

-Durante las últimas semanas también se ha llamado a preferir lo local, el negocio del barrio. ¿Qué opina de eso?

-Creo que es una manera de resolver los problemas que estamos teniendo. La vuelta a lo local tiene que ver con activar la economía local. Si nosotros consumimos lechugas que se producen acá y le pagamos a la huertera que está en Valdivia produciendo, esa plata se queda en la región. Si compramos una que viene del norte, a cuyo productor le pagan 50 pesos, la plata se va. El consumo local tiene que ver con una recirculación de la economía. Eso nos hace bien a todos.

"Nos interesa difundir el cooperativismo"

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Actualmente, la cooperativa La Manzana está compuesta por un consejo de administración, con cinco consejeros titulares y dos consejeros suplentes, quienes sesionan una vez al mes. Hay una junta de vigilancia, una gerente y dos personas contratadas para la tienda. "Nos interesa mucho difundir el cooperativismo y trabajar según sus principios. En el fondo, es lo que nos rige. Valdivia es una ciudad que históricamente ha tenido muchas cooperativas, destacamos a nivel regional y nacional. Ahora mismo hay un renacer de nuevas cooperativas y de cooperativas formadas por gente joven", destacó. Los principales principios del cooperativismo son la adhesión voluntaria y abierta, la gestión democrática por parte de los asociados, la participación económica de los asociados, la autonomía e independencia, la educación, formación e información, la cooperación entre cooperativas y la preocupación por la comunidad.