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Experiencia docente en la universidad

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En paralelo a sus ocupaciones como solista o integrante de diversos proyectos como por ejemplo el ADAA Trío junto a Carlos Boltes (viola charango) y Scott Hill (guitarra), Alexandra Aubert fue profesora de canto coral en elA MÚSICAl Conservatorio de Música Uach. Actualmente es profesora colaboradora en la Escuela de Artes Musicales y Sonoras, en el ramo de introducción a la armonía junto con Hingrid Kujawinski (directora del Coro Uach). "Me enorgullece ser parte de una experiencia formativa nueva, en una carrera en el sur del mundo, donde se apunta a la creatividad y a salir precisamente de los moldes de lo que se entiende tradicionalmente como música. Sin duda que es algo único en Chile y lo tenemos en Valdivia".

"La música debe ser una herramienta de crecimiento personal, debe disfrutarse"

PRESENCIA. La artista francesa analiza sus años de labor en el arte en Valdivia y saca cuentas alegres de un buen 2019.
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Burdeos, Francia, 1990. A los 11 años de edad, Alexandra Aubert debuta en escena como uno de los personajes principales de la ópera para niños "El paraíso de los gatos", de Vladimir Kojoukarov. En 1994 inicia presentaciones en piano en escenarios franceses, lo que complementa con su experiencia como integrante de diversas agrupaciones corales desde que tenía siete años de edad. Estos son momentos cruciales para entender lo que ocurriría en las décadas venideras: más música, más canto, más escenarios y un disco.

Alexandra Aubert es pianista (especialista en música de cámara) y musicóloga. Se formó en los conservatorios Nacional de Burdeo y Nacional de Toulouse; y en la Universidad de Toulouse - Le Mirail. En Francia también estudió canto con tres maestras y le otorgaron el premio "Jane Vidal" por sus méritos artísticos. De esta forma ganó experiencia y en medio de la vorágine, tomo la decisión de dejar todo y recomenzar. Y lo hizo al llegar a Chile, donde dice sentirse como en casa.

Antes de su instalación definitiva en el país, la pianista venía esporádicamente a visitar a su madre Jey Ma, profesora de yoga y terapeuta. "Tenía muchas ganas de estar cerca de ella y de los nuevos amigos que había hecho en cada viaje. Había pasado muchos años estudiando y trabajando sin pausa, ese agotamiento me pasó la cuenta y opté por parar por un tiempo y quedarme definitivamente".

El cambio

Aubert lleva 17 años en Chile. Vivió un año en la Región de O'Higgins. Luego se traladó a la Región de Valparaíso, también trabajó en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor en Santiago y en 2013 se instaló en Valdivia.

-¿Cree que dejar Europa fue un retroceso artistico?

No necesariamente. Reconozco que al principio pensé que no iba a ser posible desarrollar una carrera musical en Chile, pero finalmente lo he logrado con proyectos que siento son muy importantes. De las experiencias que marcaron el nuevo comenzar de la intérprete, hay una que recuerda con especial atención: "Una vez colaboré con la Casa de la Cultura de Rancagua como evaluadora de jóvenes pianistas que querían optar a becas para estudiar en Santiago. Y eso me sirvió para conocer las realidades que había detrás de cada persona. Eran más de 20 que trabajaban con un solo piano y que venían de realidades sociales muy complejas, con entornos de consumo de alcohol y de fuertes prejuicios hacia el arte. Sin embargo, eran personas muy apasionadas, con mucho corazón y empeño. En cierta manera, descubrir eso me permitió darme cuenta del nuevo rol que podía asumir al compartir mis conocimientos.

En la escuela

Valdivia, Chile, 2019. Alexandra Aubert vuelve a escena para conciertos de cierre del año. Esta vez junto a sus alumnos de piano, formación musical y coro (infantil y de cámara) de la Escuela de Arte Sagrada que creó su madre y donde se hace cargo de formar nuevos talentos desde 2006. Una de sus especialidades es la música de cámara, otra es "el arte de vivir". "Esa es nuestra filosofía. Es que la música debe ser una herramienta de crecimiento personal, debe disfrutarse. Lo sagrado es todo aquello que nos hace vivir mejor, que nos hace ser humanos y felices. La experiencia de la escuela tiene que ver con que los niños y jóvenes entiendan que a través de la música están aprendiendo lecciones que les van a servir en la vida".

-¿Su experiencia como profesora le ha servido en su carrera como solista?

No puedo hacer más una cosa, en desmedro de la otra. Necesito de ambas, tanto de mis alumnos como de mi propia carrera. Se trata de complementar, porque mucho de lo que voy experimentando como artista lo comparto en clases. Transmitir lo personal es desafiante y enriquecedor.

-¿Cuál es el sello personal de su forma de enseñar?

Practico yoga desde los once años de edad, es algo muy importante en mi vida, al igual que la música; y me ha ayudado a desarrollar formas de tocar más relajadas, con gestos que se adecuan musicalmente mejor y una respiración acorde con lo que se está tocando. Se trata de acercarse a la forma más natural posible de hacer las cosas. Con esa base, la idea es que cada cual encuentre su propio camino. Somos exigentes, pero queremos que los niños disfruten de lo que están haciendo. Ocurre lo mismo a nivel personal. Como intérprete, tengo que ser capaz de encontrar el tiempo necesario para no descuidar mi nivel musical, para estar ensayando constantemente y pensando en formas de diversificar lo que hago con distintos proyectos.

-Considerando que la música docta es más rígida que la popular en términos de espectáculo, ¿cómo logra innovar en ese sentido?

Mi trabajo es mostrar que la música selecta precisamente, no es algo estricto. Una obra es una herramienta para la expresión personal en la que integramos el cuerpo y desde ese punto de vista, deja de ser algo rígido. En clases trabajamos mucho la improvisación. Hacemos ejercicios sorpresa de composición, por ejemplo , inventamos melodías y nos vamos desafiando a través del juego. Con todo eso, logramos sacar adelante nuestras tareas entendiendo que la música es una sola.

-¿De qué forma se inserta la audiencia en todo estos procesos, es decir trabaja con sus alumnos y a nivel personal, pensando en el espectador?

El público local está muy acostumbrado a la cultura y el arte. Es exigente en ese sentido y percibe de buena manera cuando un intérprete logra cambios en su forma de abordar lo que hace. Nuestros públicos principales claramente son los familiares de nuestros niños de la escuela, pero también el resto de la comunidad. En general, son personas con mucho interés por descubrir lo que ofrece la música desde su interpretación. Siento que tenemos un muy buena relación con quienes nos van a ver a nuestros conciertos.

Debussy, el gran amor

Además de los resultados positivos de su experiencia docente con niños y jóvenes, Alexandra Aubert también coronó su buen año con el lanzamiento de su primer disco como solista en piano: "Sounding visions". La obra fue autogestionada, grabada en dependencias de la escuela con Alejandro Contreras y tiene obras de Pedro Humberto Allende, Sergio Berchenko y Claude Debussy, además de la pieza creada por Aubert y que sirve de nombre a la producción. "Creo que en la vida de cualquier músico llega ese momento en que se siente la necesidad de grabar lo que se ha ido descubriendo y tocando en vivo. Es como cerrar un ciclo".

-¿Qué tiene de especial el repertorio del disco?

Hace mucho tiempo que quería grabar a Debussy. Es mi amor incondicional, desde que lo decubrí de niña. Me siento muy cómoda tocando su música. El proyecto también nació de mis ganas de dar a conocer las obras de Sergio Berchenko y de mi propia obra, que es una pista para entender la temática del disco, es decir cómo percibimos el mundo.

-¿Y cuál es su percepción?

De manera sonora. Siempre que estoy observando o pensando en algo, se me viene la visión conjuntamente con el sonido. Al mirar un paisaje, mis oídos se abren a los estímulos y desde ahí construyo la realidad. Y las obras de Debussy tienen mucho que ver con eso, con la observación, con un sueño, con una reflexión. Tengo mucha conexión con esa forma de ver las cosas.