El estornudo chino
Hace un tiempo, alguien dijo una frase, en relación a la alta dependencia que tenía el mundo entero con China en el plano comercial y financiero, asociándola con un tema muy propio de la salud, sin embargo muy pocos le dieron la importancia de sus insospechados alcances. Pero hoy vemos literalmente que "Cuando China estornuda, el mundo se resfría"
Luis Enrique Soler Milla lsolermilla@yahoo.es
Burocracia y Coronavirus
Si bien la respuesta del Gobierno con respecto a la problemática mundial del nuevo Coronavirus se enmarca dentro de todas las recomendaciones de organismos internacionales, la reacción de la institucionalidad científica ha dejado mucho que desear.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación ha enfocado sus esfuerzos en el apoyo a las estrategias comunicacionales del Gobierno. Este trabajo, a pesar de su gran relevancia, no es suficiente.
En nuestro país existen grupos con capacidades locales para generar tratamientos y métodos diagnósticos que permitan mejorar la respuesta a la problemática del Covid-19: El grupo del Dr. Alexis Kalergis en la PUC, los trabajos realizados en la Universidad de Concepción y el promisorio trabajo desarrollado por el equipo liderado por el Dr. Alejandro Rojas en la Universidad Austral, son algunos ejemplos de ello. Sin embargo, nuestra institucionalidad les ha negado el apoyo económico vital para lograr generar frutos.
La burocracia es ciega, insensible e ineficiente y la situación actual no hace más que demostrar aquello.
Este gran desafío es, a la vez, una oportunidad para mejorar las políticas de financiamiento a la investigación científica, dotándolas de la flexibilidad necesaria para poder responder a situaciones como la actual.
Juan Pablo Toledo Bioquímico Universidad Austral de Chile
Capacidad y oportunidad´
Cuando nos ponemos a pensar que más del 70% de las mujeres son sostenedoras de hogar en Chile y que la participación laboral femenina alcanzó sólo un 49,2% de acuerdo al INE en febrero, es imposible no reflexionar sobre las desigualdades del país. Tener que sacar adelante una familia, la vida profesional y personal parece difícil cuando una de las mayores barreras se da en el trabajo con la disparidad salarial y bajas oportunidades que se les entregan.
De acuerdo a un reciente informe que realizamos en nuestra plataforma, llamado Index, la diferencia entre las pretensiones de renta por género alcanza un 17%. Las mujeres piden menos que los hombres, y la brecha crece a medida que avanzan en edad, lo que se puede atribuir a una desigualdad histórica que ha hecho pensar por décadas que merecemos menos.
Hoy están más que claros los cambios que necesitamos. Sin embargo, para comenzar a aplicarlos y con las escasas políticas públicas que resguardan el tema, las empresas privadas deben tomar un rol activo para emparejar la cancha. Primero entendiendo que tanto hombres como mujeres tienen las mismas capacidades para asumir un trabajo, luego creando bandas salariales asociadas a cargos y habilidades, no a las personas, y, además, eliminando el conocido techo de cristal, entendiendo entonces la importancia en la entrega de apoyo, capacitaciones y mentorías para empoderar a las mujeres y generar equidad en las condiciones entre hombres y mujeres dentro las compañías.
María Jesús García-Huidobro Laborum.com
Política Nacional de Ciencia
No es novedad el señalar que uno de los puntos débiles en el desarrollo de la innovación en nuestro país ha sido el bajo vínculo universidad-empresa. Así lo demuestra, por ejemplo, la baja en el Global Innovation Index (Chile obtuvo el lugar 55 en el ranking 2019 en el apartado vínculo Universidad-empresa). Tal como se desprende en el informe de la OCDE sobre la colaboración Universidad-Empresa lanzado en abril del año 2019, los países deben desarrollar una serie de instrumentos regulatorios, de financiamiento y de formación de capital humano que permitan promover la transferencia de conocimiento entre la Universidad y la Industria con el fin de fomentar la innovación.
Estos instrumentos deberían apuntar a mecanismos de transferencia como son la investigación colaborativa, el co-patentamiento entre el sector productivo y las universidades, y el desarrollo de spin-offs o empresas de base tecnológica surgidas a partir de las investigaciones desarrolladas al interior de universidades.
En ese sentido, vemos con buenos ojos proyectos como StartUp-Ciencia, anunciado por nuestro Ministerio de Ciencia, el cual contará con $ 2.917 millones para fortalecer el emprendimiento de base científica tecnológica en nuestro país.
Sin embargo, el financiamiento para la innovación no sería efectivo sin una buena política de soporte, con una visión país de mediano y largo plazo, en la cual se está trabajando colaborativamente.
Felipe Guevara Subdirector Investigación Universidad Central