¿Caridad o derechos?
La economía vive una de sus mayores recesiones históricas. Una contracción regional promedio de -5,3%, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la pérdida de 195 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en el mundo, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afectarán, especialmente, la economía informal y las pequeñas empresas.
En Chile, solo durante abril, la economía se contrajo -3,3% a la luz de lo informado por el Banco Mundial, y el PIB cayó entre 1 a 2,5%, según lo indicó el Banco Central. Ello implica la pérdida de cientos de miles de empleos, la dramática disminución de los ingresos de miles de hogares y una cesantía que pronto llegará a los dos dígitos.
Ante esta crisis humanitaria, el gobierno ha desplegado la "gran estrategia de las cajas": una acción comunicacional y de política pública que pretende dar respuesta coyuntural al momento que se vive.
Según algunos alcaldes, estas cajas suponen un gran esfuerzo logístico que, en el mejor de los casos, y con apoyo de las comunidades organizadas en sus territorios, permitirá entregar mil cajas diarias en las comunas. Se estima que una familia podría tardar cerca de un mes en recibirla.
Según el gobierno, no hay problemas de abastecimiento, entonces, no se entiende la ausencia de una política de subsidio digno que transfiera los dineros a los municipios para que establezcan coordinaciones con las familias más vulnerables y se les provea de apoyos para sus alimentos en los tiempos adecuados. Se requiere de confianza en los alcaldes y de acciones de política compensatorias sostenidas por un mínimo de tres meses y equivalentes a los costos de la canasta alimentaria básica.
Dra. Neida Colmenares Directora Ciencia Política UCEN
La cultura del ego
El cultivo del ego en sí no es malo, solo que, si de ese cultivo se hace una práctica intensiva, 24/7, sin perdonar un solo día del año, se cae en una costumbre o hábito que daña, que afecta al prójimo, de un modo indirecto que si no directo.
¿Cómo es eso posible? No se visibiliza al tú, pues todos los límites se restringen al yo, el yo se encapsula, se ensimisma. El concentrarse, o reconcentrarse en sí mismo es una práctica in crescendo desde el último cuarto del siglo veinte y lo ya recorrido de este, el veintiuno. Este acentuamiento del yo, este individualismo exacerbado, nos ha pasado la cuenta y es uno de los factores no muy dimensionado o detectado en los análisis de la crisis actual no solo de nuestro país.
Ya podemos hablar de la cultura del ego. Sí, ni más ni menos. ¿Ejemplos? Muchos, pero muchos. Personalismos, yoísmos, egocentrismos sino narcisismos. La sociedad ha experimentado cambios, y de lo que trato en esta columna, la sociedad, la comunidad, cada vez más es menos comunidad, solo lo es de chapa, de nombre. La sociedad cada vez más se ha convertido en un colectivo de individualidades, que ni siquiera de individuos, menos de seres humanos. Muchas veces les he dicho a mis circunstanciales estudiantes, cuán difícil es ser un humano. Seres humanos muchos, los podemos contar, pero de todos ellos, de cada uno de ellos, ser un humano, pocos.
De la cultura del ego a la cultura del egoísmo, hay solo unos pocos pasos. ¿Qué hacer? Detenernos, parar un poco. Escapar de la individualidad, poco a poco, salir del yo necesario, para transitar al conocimiento del tú, del otro, del prójimo, como quieran llamarlo. Y pasar de ese conocimiento, a un reconocimiento, es buen signo.
¿Qué efecto tendría? La construcción de la nostridad, hacer del yo y del tú, un nosotros, real, no ficticio, no ocasional, sino cada vez más real. Empatizar, hacer funcionar las neuronas espejo. Dejar de ser un solo, un solitario, y pasar a ser un solidario.
Raúl Caamaño Matamala Profesor Universidad Católica de Temuco
Período de transición
Si bien el trabajo a distancia era una tendencia que se venía tratando de implementar hace meses, su abrupta adopción por la crisis sanitaria dejó a muchos a la deriva.
Paralelamente, con la expansión de la pandemia, cientos de empresas se han visto enfrentadas al deber de implementar nuevas formas de manejar equipos y desarrollar servicios.
Estos meses, que para muchas personas -tanto colaboradores como jefaturas- se han convertido en instancias de prueba, aciertos y preocupaciones, debemos tomarlos como un tiempo de aprendizaje rápido, ya que el uso de la tecnología, nuevos canales de comunicación y el teletrabajo llegaron para quedarse, y ya no podemos retroceder.
Es una especie de período de transición que nos está permitiendo adecuarnos a las nuevas tendencias laborales.
Debemos aprender que la normalidad ya no es la misma de antes y así generar avances, además de entender que, siempre y cuando el rubro lo permita, la oficina ya no es sinónimo de un espacio físico.
El deber de las empresas ahora es implementar herramientas que permitirán que el trabajo sea realizado desde cualquier lugar, con más flexibilidad y confianza en el desarrollo laboral y capacidades de los colaboradores.
María Jesús García-Huidobro Laborum.com