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-Primero tiene un tremendo desafío interno, de avanzar en la integración de la facultad y de trabajar en forma colaborativa. Nosotros ya no somos la Facultad de Ciencias Agrarias, sino que somos la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, eso es una declaración explícita de hacia donde queremos apuntar, independiente de que siempre se han desarrollado ambas áreas. Este será uno de los primeros focos centrales del trabajo, ver cuáles son los puntos de encuentro en los que podemos trabajar en común, no necesariamente todos los institutos, sino que buscar alianzas estratégicas que nos permitan mejorar lo que estamos haciendo y en el mediano o corto plazo convertirnos en la mejor facultad de facultad de ciencias agrarias y alimentarias de Chile y referente desde el hemisferio sur en el ámbito de desarrollo. Eso implica un arduo trabajo, tomar las riendas y liderar, pero creo que me he preparado mucho para dedicarle ese tiempo a la facultad.

-¿Cuál es su plan de trabajo?

-Son cuatro grandes ejes estratégicos. Uno tiene que ver con la docencia para el desarrollo del área agroalimetaria, lo que implica la docencia de pregrado y postgrado. Ahí tal vez el foco central de atención está en la integración de esta vertical desde el pregrado hacia el postgrado, pensando que formamos profesionales que se dedican a la profesión y otros que siguen una vertiente más de corte académico, postulando a magíster y doctorados. No queremos cerrarnos en el ámbito de la universidad, también queremos potenciar que los estudiantes se vayan a hacer sus postgrados al extranjero. Mi idea es posteriormente "repatriar" a esos investigadores que se están formando afuera y ahí tenemos que definir una estrategia para poder hacerlo. Las plantas académicas no pueden seguir creciendo, pero sí hay fondos concursables que pueden dar la posibilidad a un estudiante que recientemente se ha doctorado de avanzar a un postdoctorado. Esa estrategia me parece muy interesante.

-¿Cuál es su meta para los próximos tres años?

-Me gustaría que la facultad se transforme en un referente internacional en el hemisferio sur en todo lo que tiene que ver con la cadena agroalimentaria. Por otro lado, me gustaría que al término de mi período se pueda concretar el proyecto de infraestructura que el ex decano Echeverría comenzó. También que la facultad tenga un macroproyecto de fondos que sean realmente importantes y permitan la integración de la investigación en distintos ámbitos. Es decir, si es de la cadena agroalimentaria, pensar en un proyecto que parta en el suelo y termine produciendo alimentos de calidad, con todo lo que está entremedio, como biocultivos, sanidad, producción de praderas, alimentación de ganado y producción de leche. Además, la meta es tener una facultad con excelentes indicadores de productividad académica y ver si tenemos la capacidad de repensar la oferta académica de pregrado y eventualmente impulsar una nueva carrera, algo en el ámbito de la biotecnología.

-¿Qué necesita la Uach para ser un referente internacional?

-Yo creo que los académicos necesitan creerse el cuento y que nosotros tenemos que avanzar en distinguir cuál es nuestro sello y qué nos diferencia. Tenemos la suerte de vivir en un agroecosistema que es único a nivel mundial. Trabajamos sobre suelos que son volcánicos, desarrollamos agricultura en un clima templado donde caen 2 mil milímetros de precipitaciones pero aún así tenemos problemas de estrés hídrico durante el verano, tenemos una riqueza en recursos genéticos, como las papas y especies endémicas en frutales, como el maqui. Hay una serie de cosas que nos distinguen.

-¿Qué ocurrirá en el área agrícola con la actual pandemia y qué rol puede cumplir la facultad que usted dirige?

-La pandemia ha abierto un problema que es bastante complejo, que tiene que ver con la seguridad alimentaria y también con la globalización. Las cadenas alimentarias, producto de este desastre, han sufrido un fuerte terremoto a tal punto de que se le está dando más relevancia a lo que se produce en los propios países, ya que las exportaciones están siendo bastante limitadas y si se pueden hacer, ya no están ocurriendo en los tiempos que antes. Eso indica que la producción agrícola de alimentos a nivel nacional debería tener una mayor importancia. Será muy interesante que como facultad podamos discutir el tema con los estudiantes, para poder definir cómo integramos esa problemática eventualmente en los programas de estudio.

-Y con respecto a lo que pueda ocurrir con los fondos para investigaciones ¿Existe preocupación ante eventuales recortes?

-Existe una incertidumbre relativamente importante con respecto a la disponibilidad de fondos en las fuentes más conocidas, como Conicyt. En ese sentido tenemos que estar alertas con respecto a lo que pase. Ya el ministro de Ciencia indicó que probablemente iba a haber un recorte de recursos, pero eso no significa que los académicos de las facultades -a los cuales yo también me sumo- dejemos de presentar proyectos. Hay que ver esto como una oportunidad, porque así como hay fondos internos nacionales también hay otros internacionales donde uno puede buscar otras estrategias para realizar investigación. Tenemos que tratar de ser lo más estratégicos posible para poder sobrellevar esto de la mejor manera.

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ha desarrollado diversos cargos de gestión.

Nombre: José Miguel Dörner Fernández.

Fecha de nacimiento:

7 de enero de 1975.

Ciudad natal: Osorno.

Familia: Casado con Dorota Dec, tiene dos hijos, Bastián de 10 años y Amelia de 5.

Profesión: Ingeniero Agrónomo.

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