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le ayudó a promover esa idea?
-Tengo muy buenos recuerdos de cómo era la relación con mi profesora y la forma en que se desarrolló una manera de aprender y entender la música desde un lado más personal, sentimental e interdisciplinario. Eso va de la mano con otra cosa que también es fundamental: si quieres aprender, siempre vas a poder aprender. Entonces, no estamos precisamente buscando al próximo niño prodigio, sino que más bien nos aseguramos de que cada cual pueda cumplir con metas personales que pueden ir desde grabar un disco, hasta simplemente aprender a tocar piano para hacerlo en su casa con su familia.
¿Qué le interesa trasmitir a sus alumnos?
-He tenidos clases con niños desde los cuatro años de edad y la idea siempre ha sido encantarlos con la música, que se muevan, que jueguen y que exploren en el piano todas sus posibilidades sonoras. Desde ese punto de partida, vamos avanzando sobre lo que más les llama la atención. Por eso, el proceso puede tener un punto final o bien, seguir avanzando hasta donde el alumno crea que es necesario seguir. La música sirve para drenar las emociones, entonces siempre vas a tener la necesidad de tener una forma de canalizar lo que te pasa de una manera creativa.
¿Cómo reaccionan los padres a esa metodología?
-Al principio creen que sus hijos toman las clases para aprender canciones o algo concreto, cuando en realidad se trata de que puedan vivir una experiencia formativa distinta a la que se entrega en los colegios; y que además funciona muy bien como complemento al desarrollo de habilidades artísticas que tal vez los niños no sabían que tenían. En general, con los adultos siempre hay que conversar sobre este tema para que relajen un poco su manera de pensar la educación en las artes y en la música.
Avances
En CasaMúsica, los alumnos más pequeños tienen dos años de edad. Son lo que pertenecen al taller de Música y Movimiento que realiza la bailarina, pedagoga y coreógrafa Patricia Campos. Para ese grupo en particular, el trabajo presencial es fundamental. Por ello quedó en pausa con el inicio de la crisis sanitaria al no poder llevar sus contenidos a plataformas digitales.
"El coronavirus nos golpeó fuerte. Ha sido complicado, porque veníamos de tener años muy buenos de posicionamiento con una comunidad a la que le estaba pareciendo atractiva nuestra propuesta; también nos habíamos ganado un fondo concursable para comprar nuevos instrumentos. Incluso habíamos pintado la casa. Habíamos partido el año con mucha motivación y de pronto nos quedamos pensando cómo hacemos para no interrumpir procesos, ya que ahora no vamos a poder seguir compartiendo de cerca. No todos estábamos preparados para dar el salto a lo digital, pero hemos tenido que ir aprendiendo en el camino".
Quienes tenían pagadas las mensualidades 2020 decidieron no pedir la devolución del dinero. A cambio optaron por congelar los estudios o seguir tomándolos, pero de lejos.
¿Cree que ese fue un gesto de solidaridad?
-De todas maneras. Más de 40 alumnos decidieron seguir adelante, pese a las complicaciones y eso habla muy bien del sentido de comunidad que hemos logrado transmitir. El gesto lo entendemos como una ayuda a quienes vivimos de esto, pero también es un compromiso con no abandonar todo lo que hasta ahora se ha logrado.
¿Cuál es la evaluación general de esta nueva forma de seguir con las clases?
-Algunos niños están cansados de pasar todo el día frente a una pantalla y eso también nos afecta. Según sea el caso, optamos por hacer una clase más corta o simplemente nos conectamos para escucharlos. Algo muy significativo que ha pasado con todo esto, es que nos hemos vuelto compañía emocional para ellos y sus familias. En el tiempo que llevamos vía Zoom, nunca un niño se ha sentido obligado a tomar una clase; por el contrario, lo toma como una oportunidad para hacer algo distinto a lo que tiene que hacer todo el día en su casa. Al igual que en una situación presencial, si ellos nos lo proponen, entonces nosotros nos adaptamos. Por ejemplo, yo puedo tocar piano mientras al otro lado del computador un niño dibuja. De esta forma igualmente sumamos nuevas experiencias. Esto es algo que difícilmente podría ocurrir en el modelo de la educación tradicional. Y mucho menos ahora en que las condiciones no son las más adecuadas para asegurar la efectividad de cualquier proceso.
¿Su desempeño en CasaMúsica le ha permitido avanzar personalmente en la forma de entender y enseñar piano?
-Hago clases desde mi época universitaria y si comparo aquellos años con los de ahora, hay un cambio muy notorio que tiene que ver con la flexibilidad en la forma de compartir lo que uno sabe. Eso va de la mano con entender que la música y el arte son fundamentales en la formación de las personas, ya sea para que se vuelvan grandes concertistas o solamente toquen para ellos mismos.