Un drama que no cesa en pandemia
Las personas en situación de calle sobreviven de la caridad ciudadana y de la ayuda que les llevan voluntarios de instituciones formales u otras iniciativas.
Una impresión que ha dejado la crisis de la pandemia de coronavirus es el aumento la cantidad de personas que viven y duermen en la calle, a la entrada de las galerías, bajo las marquesinas, debajo de los puentes o en pasos sobre nivel, en los quioscos de las plazas, etcétera. Son las personas en situación de calle, que sobreviven de la caridad ciudadana, de la ayuda que les llevan voluntarios de instituciones formales u otras iniciativas que han surgido por motivación de jóvenes que se conduelen con el dolor y la tragedia ajena.
Los vecinos dan a conocer el drama de estas personas que deambulan por las calles, muchas veces porque fueron abandonadas por sus familias o porque enfermedades como la drogadicción o el alcoholismo le han llevado a esa compleja situación. Esto resulta especialmente preocupante en estos meses en que se realizan los esfuerzos porque la población adopte medidas especiales y estrictas de precaución con el fin de evitar los contagios con el covid-19. La pregunta que se formula entonces es si no hay hogares colectivos donde puedan acogerlos para darles el techo y la comida que requieren. Sin embargo, el problema no es tan sencillo de resolver, porque muchas de esas personas se rehúsan a ir a esos centros de acogida.
Las personas en situación de calle se distribuyen en distintos puntos de la capital regional, pero tienen la característica de ir recorriendo también algunas de las comunas apelando a la caridad.
Este es un drama que refleja la situación de personas con problemas personales, sociales y algún grado de adicción. Pese a que se les ofrecen alternativas de hogares u hospederías donde vivir, algunos se resisten a hacerlo. Las autoridades activan cada año durante el invierno un plan que ofrece alojamiento en albergues y hospederías, lo que se complementa con la ruta social y médica, para aquellos que voluntariamente se niegan a dejar la calle.
Hay que entender que esas personas necesitan una ayuda persistente para dejar esa condición de vida tan compleja. Por eso, hay que hacer esfuerzos para dar una atención integral a los más vulnerables de esos grupos desprotegidos.