Mchael Reid siempre recuerda Latinoamérica. Fue en este rincón donde comenzó, a los 28 años, a desarrollar su carrera como reportero, la que hoy lo tiene como columnista sobre el continente en The Economist y editor sénior de la publicación para América Latina y España. Despachando por décadas desde diversas capitales de la región, Reid ha tenido acceso a diversos líderes, así como también a personas comunes, fuentes de las que ha podido extraer una visión que plasma en "El continente olvidado. Una historia de la nueva América Latina" (Crítica, 2020), en una reedición revisada y actualizada.
Partiendo de una anécdota de Richard Nixon, quien le aconsejaba en 1971 a Donald Rumsfeld, más tarde secretario de Defensa de Estados Unidos, que ignorara Latinoamérica en sus planes, si es que quería tener una carrera exitosa, Reid aborda el aparente olvido de este lugar del globo. Un sitio ni tan estratégico, ni tan pobre, ni tan bullante. El arribo de la izquierda al poder en varios países, en una llamada "marea rosa", rompió este aparente desinterés de Europa y Estados Unidos, principalmente de la mano de Hugo Chávez, Evo Morales y Lula da Silva. Así, en 2008, del total de 10 repúblicas latinoamericanas (sin contar las Guayanas), ocho tenían gobiernos de izquierda, en su amplia acepción. Luego vino el boom de los mercados emergentes, impulsado por la vertiginosa industrialización de China, que desató una demanda sin precedentes de materias primas. Con ello, en promedio entre 2004 y 2008, la economía regional creció 5,5% al año, con baja inflación y gran inversión extranjera.
Sin embargo, el empujón asiático no fue eterno, así como tampoco la "marea rosa". De este modo hemos llegado al punto actual, en donde según Reid el continente debe resolver la controversia entre el progreso y la tentación populista.
¿Cómo se llegó hasta aquí y qué luces se pueden seguir hacia adelante? Reid realiza un análisis que no teme remontarse a los primeros días de la independencia latinoamericana, indagando en los orígenes del caudillismo, las dictaduras, la corrupción y también en reformas sociales, políticas y económicas que confirmarían al continente como un laboratorio de ensayo y error.
Daniel
Carrillo