Educación Técnica
En Chile la educación técnica se reconoce como un sistema formativo que tiene por finalidad la adquisición de conocimientos, habilidades y competencias para el mundo del trabajo, que de acuerdo al Marco de Cualificaciones Técnico Profesional (MCTP).
El MCTP está constituido por resultados de aprendizaje que se estructuran en cinco niveles de complejidad creciente y tres dimensiones. Los cinco niveles cubren desde aprendizajes de muy baja complejidad, hasta aquellos de mayor extensión y profundidad que frecuentemente se asocian a formación que se obtiene en la Educación Superior.
Es en este contexto en que debe evaluarse la efectividad de la educación a distancia, tomando en consideración las posibilidades que otorgan las tecnologías educativas y los métodos de enseñanza para que los estudiantes puedan lograr los resultados de aprendizajes señalados en el marco, en sus distintos niveles. Por ejemplo "Instalar tableros de distribución, equipos, artefactos y accesorios de acuerdo a normativa de la SEC" ( UCL U-4322-7411-003-V02), competencia que es muy difícil que se pueda desarrollar sólo a través de Internet.
En atención a los antecedentes expuestos, pareciera que en la educación técnica la presencialidad se hace imprescindible y se requiere que los talleres y laboratorios se adecuen a la realización de clases presenciales en contextos de pandemia, con apego a todas las recomendaciones sanitarias y con especial énfasis en la realización de actividades que tributen directamente al desarrollo de habilidades y competencias del MCTP. Sin embargo, existe un elemento aún más importante y que está por sobre cualquier justificación técnica y es que son las propias comunidades educativas y en particular los estudiantes y académicos, quiénes deben manifestar su voluntad y compromiso con las alternativas y medidas adoptadas, así como con los compromisos adquiridos, en especial en materia de prevención.
Ramón Rubio D. Rector CFT Estatal de Los Ríos
No es la droga, es la pobreza
A fines del pasado junio se dio a conocer el Informe Mundial sobre Drogas 2020 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), y nuestro país es puntero en una lamentable tabla. La de las drogas, especialmente en población escolar, liderando en la prevalencia/año del consumo de marihuana a nivel mundial. Lo más preocupante no es el dato, es que la cifra y el problema no son nuevos.
Esta noticia volvió a aparecer hace algunas semanas a propósito de la dificultad de la ejecución de programas de apoyo, debido al cierre de colegios por la crisis sanitaria. Este dato más lo señalado por el Informe de UNODC, hace pensar que las cifras que ya eran malas, empeorarán en el futuro. Esto, sin embargo, no es así. Uno de los grandes errores es pretender abordar este fenómeno desde el punto de vista de "las drogas", y no desde el sujeto, la persona, comunidad, contexto.
¿Cuál es el camino? El mismo Informe Mundial concluye que existe una asociación entre desarrollo de trastornos por consumo de drogas y desventaja social. Esto es: bajo nivel educativo, mayor dificultad para encontrar y permanecer en el empleo, inestabilidad financiera y pobreza, posiblemente los problemas que más se han evidenciados en este contexto de pandemia. Por lo tanto, el esfuerzo debe estar puesto en la intersectorialidad. Esto no es drogas, es salud, empleo, vivienda, justicia y una serie de dimensiones del bienestar social.
Se debe favorecer que la política pública que logre modificar los aspectos que propician el inicio y desarrollo del consumo. Que pueda dar coherencia a propuestas que complementan lo humano y lo ciudadano, para así dar más base, más apoyo para evitar que las drogas tengan más espacio para abarcar. Eso podría ser finalmente una real forma de prevenir.
Iván Muñoz Director Paréntesis, Hogar de Cristo.
Lengua de señas y derechos
El uso de mascarillas ha sido una de las medidas impuestas en todo el mundo, para evitar el contagio de Covid 19; pero la comunidad sorda puede verse más aislada, por no poder leer los labios de los y las hablantes.
Esta situación, solo se ve más agravada cuando nos damos cuenta de que las medidas para informar a la comunidad sobre esta pandemia no han sido realmente inclusivas, por lo que nos hemos encontrado con interpretes falsos transmitiendo información oficial, o centros de atención de salud que no tienen como comunicarse con la comunidad sorda.
En Chile un 16,7% de la población vive con alguna situación de discapacidad. De ellas el 8,2% presenta sordera o dificultades para oír, según la Encuesta Nacional de Discapacidad (2015). Esta comunidad ha desarrollado una identidad propia y llevan años luchando por el reconocimiento y respeto de la lengua de señas.
Es nuestro deber como sociedad, tomar conciencia sobre la comunidad sorda en nuestro país, realizando catastros que den cuenta de cuántas personas requieren intérprete de LSCh y que sean otorgados de forma gratuita, además de educar al respecto y enseñar lengua de señas en los colegios, tal como prometió el gobierno.
Tamara Toro Fundación Ronda