"Una Constitución dura cuando refleja los consensos profundos de la sociedad"
PLEBISCITO. Destaca que una carta fundamental tiene más posibilidades de ser exitosa cuando puede ser realizada en un proceso participativo.
El próximo domingo se realizará el Plebiscito. Los chilenos aprobarán o rechazarán si quieren que sea elaborada una nueva Constitución y a través de qué mecanismo. ¿Cómo se construyó la actual y qué podría ser cambiado? El abogado Fernando Muñoz indicó algunos elementos que permiten entenderla. Muñoz es licenciado en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es máster en Derecho y doctor en Derecho de la Universidad de Yale, Estados Unidos. Además, es estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de Chile. Es docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Austral de Chile.
-¿Cuáles son las principales características que tiene la Constitución que hoy nos rige?
-La Constitución que tenemos actualmente es el resultado de las experiencias que la generación que la creó, la de Jaime Guzmán, tuvo con la precedente, la de 1925. Es el producto de la reflexión que el grupo hizo sobre cuáles eran los aspectos que desde su perspectiva política eran positivos y negativos. Por ejemplo, se recogieron muchos aspectos de las reformas realizadas a fines del gobierno de Eduardo Frei Montalva para clarificar las potestades del Presidente y mediar mejor entre el Presidente y el Parlamento, como la creación de los decretos con fuerza de ley o la existencia de un Tribunal Constitucional. Por otro lado, la Constitución de 1980 es el fruto de las experiencias traumáticas del sector de Jaime Guzmán, quien pertenecía a un grupo social que sentía que la Constitución de 1925 había posibilitado que sectores de izquierda hicieran transformaciones al derecho de propiedad que a su juicio eran inconvenientes, que restringían la libertad económica. El contexto en que se redactó era de una dictadura en el que había un fuerte discurso anticomunista. Es muy hija de un momento de polarización y de restricción de libertades políticas. Algunas de esas cosas fueron modificadas con el paso del tiempo.
-¿Qué tan significativas han sido las modificaciones con respecto al texto original?
-Han apuntado a eliminar el rol político de los militares y a reducir algunos enclaves autoritarios, como la existencia de senadores designados y el rol que tenía el Consejo de Seguridad Nacional en cuanto a ser garante de la institucionalidad. Se han incorporado nuevos órganos, como el Ministerio Público y se modificaron aspectos del proceso legislativo. Por otro lado, el Capítulo Tercero, sobre Derechos Constitucionales, ha sido muy poco modificado. Eso ha permitido que subsista un diseño tanto del derecho de propiedad como de las garantías o derechos sociales que tiende a facilitar lo que se ha denominado por parte de algunos sectores como "la mercantilización de los derechos sociales". Nuestra Constitución sí reconoce derechos sociales, como el derecho al trabajo, a la seguridad social, a la salud, a la educación. El punto es que la forma en que se reconocen se describe como libertades negativas. Garantizan que no se te pueda obligar a ciertas cosas, por ejemplo en materia de trabajo, nuestra Constitución garantiza que nadie puede ser obligado a pertenecer a un sindicato. Lo que los críticos reclaman es que eso termina desnaturalizando la idea de los derechos sociales al no plantearlos como la garantía de que uno va a recibir algo. El punto de los críticos es que si bien están mencionados no están efectivamente garantizados. Esa es una discusión que tiene que dar la sociedad en su conjunto. El texto constitucional actual, con sus méritos y desventajas, nunca ha tenido la participación protagónica de la ciudadanía, las veces en que se ha modificado ha sido a través del parlamento o de acuerdos entre los partidos políticos.
-¿Cómo definiría la Constitución que tenemos?
-En términos de regulación del mercado es libertaria, en el cual las libertades económicas y el derecho a la propiedad tienen la máxima protección posible. En descentralización es fuertemente centralista, en la cual hay pocos espacios significativos de toma de decisiones y de participación local.
-¿Qué aspectos faltarían para que la Constitución esté más acorde con la sociedad en la que vivimos?
-Es algo difícil de responder desde una neutralidad académica. En lo personal tengo la impresión de que si nos tomamos en serio la idea de lo moderno, deberíamos pensar en los desafíos que está viviendo Chile y la humanidad en el presente. El riesgo más grande es el cambio climático y debería existir un mecanismo institucional que lo aborde, una reflexión de mayor alcance. La Constitución garantiza el derecho al medioambiente libre de contaminación, pero es una norma que tiene un simbolismo y una retórica que excede la capacidad efectiva del diseño de la institucionalidad chilena, por lo tanto queda en el aire. Eso supone, por ejemplo, pensar en las atribuciones que el Presidente deberá tener para hacer frente a eventos como los megaincendios, o repensar los estados de emergencia constitucional. La crisis del covid-19 también ha hecho ver que se necesita una institucionalidad más potente en salubridad pública, pero que sea capaz de equilibrar los requisitos de la vida personal y el mercado. Tampoco creo que la manera en que se reconoce el trabajo actualmente sea suficiente.
-¿Para hacer esos cambios es necesario tener una hoja en blanco o también se pueden hacer con reformas?
-Todo se puede hacer de todas las formas posibles. En términos técnicos esta Constitución se podría modificar de forma simple, se podría cambiar sin escribirla desde cero. El punto es político, porque lo constituyente tiene más que ver con la política que con el derecho. En el caso chileno, lo que sectores importantes de la ciudadanía y algunos de la clase política sostienen es que no se han podido hacer cambios en el marco de la Constitución actual porque sus partidarios históricamente se opusieron o porque no estaban en la agenda. La idea de hoja en blanco es un slogan, porque todas las constituciones se redactan desde cero y no hay que tenerle miedo. Yo creo que las normas de quorum para su aprobación y que el texto pase por un plebiscito son las medidas que pueden permitir que sea más probable que el resultado refleje los consensos más profundos de la sociedad chilena.
-¿Qué hace que una Constitución sea exitosa?
-De acuerdo a las ideas de la teoría constitucional, la Constitución más exitosa es la que subsiste por más tiempo. Y lo hace no por la imposición, ya que las que han sido redactadas en contextos dictatoriales por lo general han durado poco tiempo. La gracia de la de 1980 es que logró concitar ciertos acuerdos y consensos, pero solo a nivel de la clase política. En ese pacto faltó la sociedad y eso fue lo que estalló en el estallido social. Lo que da durabilidad a una Constitución es que sea capaz de reflejar los consensos a todo nivel de la sociedad: entre hombres y mujeres, trabajadores y empleadores, comunidades indígenas y la población mayoritaria de la sociedad y entre todos los actores que son relevantes. La mejor garantía de que sea buena, respetada y perdure en el tiempo es que efectivamente sea hecha en un proceso participativo donde todos puedan señalar problemas, demandas y objeciones y se sientan partícipes. Eso se denomina patriotismo constitucional, una identificación profunda con el texto constitucional.