¿De qué manera se aseguró que las bailarinas no perdieran todo el trabajo realizado en temporadas anteriores?
-Le pedimos apoyo a los apoderados. Transmitimos el mensaje de que era necesario seguir conectados en la danza. Tuvimos una comunicación permanente por correo electrónico, llamados telefónicos y redes sociales, lo que nos permitió compartir todo lo necesario para no abandonar el acompañamiento.
¿Cómo se puede evaluar la efectividad de una clase de danza online considerando que la principal dificultad es no poder estar físicamente en escena?
-Primero pensamos en hacer tutoriales. Por ejemplo, grabar una clase y hacerla llegar a las alumnas, pero fue una idea poco práctica por el hecho de que al menos debíamos asegurarnos de verlas en movimiento. Entonces fue que pasamos a la modalidad de trabajo 'presencial', pero online en la Casa Prochelle Uno. Al igual que otras disciplinas del arte en pandemia, nos adaptamos de la mejor manera posible, debiendo dejar de lado todo aquello que es absolutamente necesario en nuestro trabajo. Uno trabaja con el cuerpo, con las emociones, mirando, tocando y corrigiendo a los bailarines. Entonces, todo esto significó un cambio radical.
¿Hubo inconvenientes con el acceso a la tecnología de quienes decidieron seguir en la escuela?
-Para establecer el elenco 2020, simplemente hicimos una invitación abierta. Tal vez la única complicación es que los más pequeños debían tener a un adulto que les ayudara a conectarse a internet o a usar una cámara; y que el uso prolongado de la conexión no perjudicara las actividades del resto de los miembros de la familia, que tal vez necesitaba trabajar o estudiar en internet al mismo tiempo. Y obviamente hubo que coordinar sus horarios con los nuestros, en que podíamos usar el estudio que además se está usando para transmitir otros contenidos. Finalmente se logró que casi la totalidad de los alumnos que van quedando en la escuela pudieran seguir las clases online, pese a que sentimos que la danza bien podría quedar en un plano secundario frente a todas las otras ocupaciones que están teniendo los estudiantes. Pasar todo el día sentados frente a un computador para estudiar es bastante agotador, pero al no haber otra alternativa tuvimos que pedirle a nuestras bailarinas que hicieran un esfuerzo adicional, para sumar un par de horas más en esa dinámica para conectarse con nosotros.
¿A cambio de ese esfuerzo es que se optó por habilitar la gratuidad total en 2020?
-Por razones obvias, este año no se cobró nada. Ni matrícula ni mensualidades. Nuestra opción fue hacer todo lo posible por entregar un servicio gratuito, que lo entendemos igualmente como un acompañamiento a las familias de las alumnas de nuestra escuela.
Evaluación
A fines del año pasado, la Escuela de Danza Valdivia logró tener funciones en el Teatro Cervantes y cerró la temporada con una gala en el Aula Magna de la Universidad Austral de Chile. Ahora, las condiciones son diferentes y los planes también: si se logra avanzar en las fases del plan Paso a Paso, las bailarinas se reunirían en un mismo espacio para la grabación de una pieza coreográfica de término de semestre. La idea está en evaluación.
Desde el punto de vista personal, ¿qué ha sido lo más complicado para usted en la actual situación de instrucción a distancia?
-Todo ha sido muy complejo. Muy difícil. Me sigue pareciendo muy raro tener que hacer todo con la limitación que implica la no presencialidad. Es angustiante no poder estar ahí con nuestras bailarinas. La pandemia no nos deja hacer nada más que solo estar al otro lado de una pantalla, dictando o siguiendo una clase. Entre las cosas más complejas de abordar en este formato telemático está la técnica académica. Es muy complicado transmitir conceptos como la intencionalidad de los movimientos. Uno puede decir que se hagan de una forma más 'fuerte' o más 'suave', pero se trata solo de un concepto que de todas maneras debe ser controlado estando al lado de quien está danzando. Este tipo de cosas tienen mucho que ver con la esencia de lo que hacemos. Las emociones no siempre se pueden transmitir de buena forma solamente con palabras. Hay que poner el alma en esto.
¿Sin embargo hay elementos positivos?
-Claramente. Es emocionante ver cómo las niñas siguen comprometidos con la danza. Ellas han tenido que encontrar y habilitar cualquier espacio disponible en sus casas para seguir moviéndose, ya sea un dormitorio, el patio, el living y hasta un garaje al lado de un auto. Que hagan eso es la prueba de que les apasiona esta actividad y por eso estamos muy agradecidos. La gratitud también la extendemos a los padres, madres y familiares que están detrás de cada alumno, porque se nota que hay un entendimiento sobre que no podemos abandonar la práctica de actividades de arte y cultura en el encierro. Este año estamos bailando frente a una audiencia mucho más global que la que alguna vez pudimos tener y eso implica hacer las cosas de la mejor manera posible.