"Me siento satisfecha con todo lo que se ha hecho y cómo ha crecido el sector"
DIRIGENCIA. La unidad vecinal cumplió 39 años, momento para reflexionar sobre el camino recorrido.
Este mes la Junta de Vecinos N°33 de la Villa San Luis, de Valdivia, cumplió 39 años. Su presidenta, Érika Jara Fierro (73), había planeado realizar muchas actividades para celebrarlos, en especial porque este año han logrado consolidar importantes proyectos: terminó la ampliación de su sede, los blocks fueron mejorados y se está construyendo la clínica veterinaria municipal en su sector, obra que los enorgullece. La pandemia no permitió hacer festejos, pero Jara aseguró que este período se ha transformado en un momento para mirar al pasado, reflexionar sobre los cambios que ha experimentado el barrio y planificar el futuro.
Erika Jara nació en La Unión. Llegó a Valdivia cuando era pequeña, a vivir en la calle Perú. Estudió en el Colegio María Auxiliadora y luego en el Instituto Comercial, desde donde egresó como secretaria administrativa en 1970. Su sueño era trabajar en la Universidad Austral de Chile, como muchas de sus excompañeras de colegio, y lo logró en 1974. Integró la Comisión de Secretarias que logró que todas las colegas pudieran contar con uniforme y creó el Taller de Folclor Raíces. Permaneció en esa casa de estudios hasta que jubiló en 2008. Un año que fue especial para ella porque decidió comenzar su carrera como dirigenta vecinal. Quería impulsar el barrio al que había llegado cuando en los departamentos de la Villa San Luis terminaba Valdivia urbano y todo lo demás era campo.
Erika Jara llegó a la Villa hace 43 años, después de casarse con Ernesto Huala. Luego nacieron sus hijos Mauricio y Claudio. "Cuando llegué no existía la avenida Francia, hasta aquí llegaba Valdivia. Donde está la PDI, el Centro Teletón y la Villa Nagasaki-Cau Cau era todo potrero, le decíamos el hualve. Cuando llegamos nos sentíamos felices porque teníamos un espacio enorme, los niños jugaban fútbol y las mamás les llevábamos sandwiches y bebidas. Llegar hasta el centro era una odisea, porque no teníamos movilización. Teníamos que salir a Picarte a tomar lo que sea, hasta que colocaron la Línea 14. Los negocio de barrio nos abastecían, como el de la señora Olivia Bustos y El Cacharrito. Además, llegaban personas en citronetas y renoletas desde Paillao y nos traían verduras recién sacadas de las huertas, pavos, gansos y leche de vaca. Incluso había una fábrica de jabón", relató.
"Con la pandemia extraño mucho la vida de barrio"
La unidad vecinal cumplió 39 años, momento para reflexionar sobre el camino recorrido.
Durante el año la junta de vecinos desarrolla tres actividades muy especiales. La primera es La Ramada Compartida, en septiembre. Se realiza en la sede, asisten las autoridades y se presenta el Conjunto Folclórico Los Arrayanes de la Villa San Luis. Después, para el aniversario -que es el 2 de noviembre pero que celebran el 20- realizan una exposición de manualidades con tejidos, bordados y repostería. También cenan en la sede. Y la tercera actividad se desarrolla en diciembre, cuando realizan una tarde navideña compartida. Cada vecino lleva cola de mono, pan de pascua y galletas y el conjunto folclórico se viste de rojo y negro para cantar villancicos. "Con la pandemia todo esto no se ha podido realizar y dan ganas de llorar. Pero hemos estado en reuniones enfocados en los arreglos y he tenido que repartir los certificados de residencia de la gente que sale de Valdivia. En lo que más me entretengo es en cortar el pasto de la sede y cuidar las flores. Echo mucho de menos la vida de barrio", dijo Érika Jara.