Otras precauciones para el fin de año
Las fiestas son pruebas duras desde la mirada de la salud mental. Más aún en el contexto actual de restricciones sociales. Lamentablemente, estos problemas suelen aumentar en los períodos de primavera-verano y, especialmente, en fechas especiales de septiembre y diciembre.
Extremar precauciones, prevenir, autocuidado, son consejos reiterados durante todo el presente año, relacionados con el coronavirus. Sin embargo, también es preciso extenderlos hacia otra pandemia, más silenciosa, que ha afectado al país y que va en alza en la medida que aumentan los problemas económicos y la incertidumbre general: los trastornos de salud mental.
La investigación "Termómetro de la salud mental en Chile ACHS-UC", dada a conocer en octubre, reveló que un 34,6% de los encuestados (el análisis fue aplicado a una muestra representativa de la población nacional) reconoce la presencia de problemas como ansiedad, dificultades diarias para dormir, agobio y, en algunos casos, depresión. Otro estudio publicado por Laborum.com, indica que el 82,4% de los entrevistados reconoce hoy sentirse "extremadamente cansado" y el porcentaje de quienes se declaraban "felices" en 2019, ha bajado de 41% a 34%.
Lamentablemente, este tipo de problemas suele aumentar en los períodos de primavera-verano y, especialmente, en las fiestas que ocurren en septiembre y diciembre. Es decir, la Navidad y el Año Nuevo que se avecinan podrían constituir tiempos complejos. Y, en el contexto actual, una consecuencia podría ser un alza de suicidios.
Ya en tiempos "normales" -sin pandemia mediante- esas cifras suben para los festejos (de acuerdo a datos del Servicio Médico Legal, 2018); entonces podrían ser aún más altas en tiempos de mayores restricciones, como los que hoy estamos enfrentando.
Para Los Ríos hay aquí un desafío importante. De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud la tasa de personas que se quita la vida en la región anualmente es de 11,8 por cada cien mil habitantes; mientras que la nacional es de 9,7. La mayor cantidad de casos se da entre varones menores de 29 años (aunque entre los adultos mayores ha crecido preocupantemente) y los días más frecuentes de ocurrencia de estos hechos son los feriados y fines de semana. Si se conocen estos antecedentes, entonces corresponde extremar alertas familiares y comunitarias para detectar señales (aislamiento, silencio, cambios de conducta) que puedan ayudar a prevenir, tomar precauciones y fomentar el cuidado colectivo. El individual, en estos casos, no basta.