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Después trabajó en la Escuela El Bosque. "La biblioteca era preciosa, grande y luminosa. Empecé a buscar alumnos para realizar obras de teatro y los niños estaban entusiasmados, porque era primera vez que hacían ese tipo de actividades. Empezamos a leer y a buscar parlamentos para crear los diálogos, el vestuario y la escenografía en conjunto. Hicimos Romeo y Julieta, Blanca Nieves versión moderna, lo pasamos muy bien", contó. Luego de esa experiencia comenzó a trabajar en la Escuela N°1 Chile, donde lleva nueve años encargada de la biblioteca. Ahí comenzó su carrera como cuenta cuentos. "Me inscribí en un curso que se hizo en Puerto Varas dictado por la Fundación Mustakis. Me enseñaron la gestualidad, los movimientos, mirar y conectarse con las personas; la parte teatral. Eso me terminó de maravillar", contó.

-¿Cómo nació la compañía de cuentacuentos?

-Conocí a María José Viyacura haciendo la capacitación de cuentacuentos en Puerto Varas. En ese momento las dos vivíamos en Valdivia, así que podíamos hacer las prácticas juntas. Después empezamos a cooperarnos, ella trabajaba en una sala cuna y yo iba a hacer lecturas; cuando yo tenía que hacer una actividad ella venía a la escuela. Nos complementábamos bien porque ella realizaba actividades para la primera infancia y yo para los niños un poco más grandes, ella es más suave y yo histriónica. Un día me llamaron de la Biblioteca de Río Bueno y fuimos juntas a contar cuentos para el Día del Niño. Disfrutamos y cantamos. La segunda vez que fuimos pensamos mientras íbamos en el bus en un nombre para nuestra compañía. Buscamos sinónimos de lluvia y la palabra que nos apareció fue Sirimiri, que significa llovizna. Así nos bautizamos como Sirimiri Cuentos, Una Llovizna de Cuentos y Canciones. Ya llevamos tres años juntas.

-¿Qué actividades han realizado en estos tres años?

- Siempre estamos saliendo a bibliotecas públicas, sala cunas y bibliotecas infantiles, pero quedaron varias invitaciones que no se pudieron concretar por la crisis social. La última actividad que hicimos fue en el último festival de títeres que se hizo en el Cecrea. Hubo unas 200 personas, entre niños, papás, mamás y abuelos. Después de la función dimos la oportunidad de ir a hojear los libros para que vean que lo que nosotras les presentamos era lo que estaba escrito. Nosotras tratamos de no desarmar mucho la lectura y nos preocupamos de cada detalle, incluso el vestuario. Durante la pandemia hemos estado trabajando constantemente con la Coordinación Regional de Bibliotecas Públicas, en especial porque tenemos la oportunidad de llevar un poco de alegría a la gente. Este año participamos en Cuentos Encuarentenados; en una maratón de cuentos Iberoamericanos en la que contamos leyendas de nuestros países -yo participé con "El cóndor y el sapo"- y en una maratón para finalizar el Mes del Niño. En esa oportunidad conté "Voy a comerte", la historia de un lobito que no podía hablar bien y no sabía cazar.

-¿Qué consejos le daría a los papás ahora que se acerca Navidad y que por las restricciones sanitarias será más difícil comprar regalos o reunirse con otros niños a jugar?

-Lo hemos conversado con los niños de segundo básico de la escuela, ellos me han dicho que saben que al Viejito Pascuero habrá que entenderlo, porque no tendrá dónde ir a comprar los regalos. Ellos están conscientes de la situación, pero también existe una opción, la de generar espacios para poder regalar cosas que nosotros mismos podemos hacer como familia. Crear algo con las manitos, poder darle algo a los papás, que los papás te den algo hecho por ellos, es volver a lo simple que tanto necesitamos. Todo esto nos está sirviendo para unirnos. Cuando hago clases veo que están ahí el papá, la mamá, ayudándolos a recortar y es bonito ver ese momento, verlos juntos. Ahora hay tanta información, tantas ideas para crear algo bonito. Este mundo se ha vuelto tan materialista, donde importa lo que quiero y puedo comprar; hay que volver a lo simple porque es lo que llena el corazón de los niños.

-Los niños también pueden compartir historias con los padres o abuelos...

-Que tu padre o tu madre te cuente un cuento es muy importante por el lazo, la conexión maravillosa que se da, la complicidad. Eso generará un recuerdo que permanecerá para siempre. Yo siempre recuerdo que cuando era niña caí hospitalizada y mi mamá me llevó mi primer libro, se llamaba "La Ratita Presumida". Además, de una lectura pueden nacer preguntas, podemos hacer figuritas, dibujos, títeres. Y no necesitamos cosas muy sofisticadas, podemos hacerlo con lo que tenemos en la casa, con una cuchara de palo, con zapatos, calcetines, hasta las carteras pueden hablar cuando las abres. Miren qué sencilla es la vida, nosotros le damos vida a los objetos y eso va a ser significativo para los niños. Este tiempo nos ha sido regalado para eso y estamos en el momento justo.

Durante estos meses de pandemia Érika Santana ha tenido la oportunidad de mostrar su trabajo incluso a nivel internacional gracias a internet y las plataformas que se han masificado. "Me llamaron de México porque vieron el video de una actividad que había hecho para la Coordinación de Bibliotecas. Con María José hicimos un En Vivo para la Ciudad de México y presentamos dos cuentos. Fue una experiencia bonita porque uno no piensa que estas actividades pueden cruzar las fronteras, pero con la pandemia sí se ha podido. Fue extraño, pero en estos tiempos también se presentan algunas oportunidades", dijo.


Oportunidades para contar cuentos