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En 2006 se trasladó para vivir en La Unión. "Me vine al sur por motivos personales, principalmente porque quería alejarme de Santiago y vivir en una ciudad más tranquila. Tenía familiares acá en La Unión, conocía la ciudad porque venía habitualmente de vacaciones y decidí establecerme acá", dijo.
En sus primeros años en la zona trabajó como jefa de la Unidad de Farmacia y Abastecimiento de la Clínica Alemana de Osorno. Después asumió en la Farmacia Comunitaria.
¿Por qué le interesó participar de este proyecto?
-A mí me interesaba trabajar más cerca de mi casa. Desde que llegué al sur siempre estuve buscando una oportunidad laboral en La Unión y al principio fue difícil. En cuanto supe que se quería implementar este proyecto de farmacia municipal, me acerqué directamente a la alcaldesa de aquel entonces para ofrecer mis servicios y poner a disposición mi experiencia, sobre todo en el área de compras y abastecimiento. Finalmente fui seleccionada.
¿Cómo ha sido la experiencia de encabezar esta iniciativa?
-Ha sido súper positiva. Desde un principio fui bien recibida por mis jefaturas (del Departamento de Salud Municipal). También tengo un equipo de trabajo muy comprometido compuesto por la administrativa Tamar Sandoval; la técnico en enfermería Judith Medina; el administrativo de bodega Tomás Cordero y nuestra estudiante en práctica Daniela Carrasco. Gracias a que tenemos un buen equipo de trabajo, hemos tenido un buen funcionamiento y una muy buena recepción por parte del público.
¿Qué ha significado para la comunidad de La Unión contar con esta farmacia comunitaria?
-Creo que para nuestros usuarios somos un gran aporte, en cuanto a que para ellos somos sinónimo de un ahorro económico que en algunos casos es bastante significativo en cuanto al gasto mensual en medicamentos. También siento que es un agrado para la gente venir para acá, porque entregamos un trato familiar, conocemos a los pacientes, sabemos lo que necesitan y estamos aquí para ayudarlos para tener un mejor acceso a los medicamentos y a un precio más justo.
¿Ha sido un alivio para los usuarios?
-Sí, especialmente para los pacientes que necesitan de una terapia específica, sobre todo cuando el arsenal de la atención primaria de salud (APS) no abastece las necesidades de su tratamiento médico. Nosotros hemos logrado poner al alcance de mucha más gente, una gama más amplia de medicamentos que en la APS es acotado por el alto costo.
¿Cuántos usuarios inscritos tienen y cómo se pueden sumar más beneficiarios a la farmacia?
-Nosotros partimos en 2016 con 700 usuarios y actualmente tenemos 8.756 inscritos. Al principio pensábamos que al segundo o tercer año íbamos a tener el máximo de usuarios, pero la verdad es que todos los días llegan nuevas personas. Para inscribirse, los interesados deben acreditar domicilio en La Unión y traer una receta médica. Tenemos un mix de más de 2.000 productos, entre medicamentos e insumos para adultos mayores.
A propósito de su reciente traslado de dependencia, ¿qué ha significado para ustedes el cambio de infraestructura?
-Nos cambiamos el 14 de septiembre. La verdad es que tiene mucho de positivo, que es la mayoría, pero también algunos aspectos negativos. Lo positivo es que estamos en un lugar mucho más amplio, más grande, el local está mucho más ordenado y es más agradable para nosotros como funcionarios y para los usuarios. El problema es que en el local anterior la farmacia estaba ubicada al interior de un edificio, por lo cual las personas que debían hacer fila y esperar lo podían hacer bajo techo. Acá en cambio la gente debe esperar afuera, incluso con lluvia.
Ya para el próximo año se va a buscar alguna alternativa para colocar una techumbre o hacer alguna modificación para que las personas puedan esperar bajo techo, ya que la pandemia va a seguir de la misma manera por un buen rato más.
Trabajar en pandemia
¿Cómo ha sido trabajar en la farmacia comunitaria durante la pandemia?
-Es bastante más agotador que trabajar en forma normal, porque hay que redoblar las medidas de precaución y respetar el aforo dentro del local, lo que provoca que la velocidad de atención sea mucho más lenta. Trabajar con mascarilla no es fácil, sobre todo porque dialogamos mucho con el paciente. Es agotador, pero tenemos que mantener nuestros elementos de protección personal. Con los funcionarios nos tomamos breves descansos durante la jornada, para poder sacarse la mascarilla por un par de minutos y respirar.
¿Cómo han tomado los usuarios esta contingencia?
-Hay de todo. La mayoría de la gente entiende que estas son medidas que se están tomando por el bien de todos y las respetan sin problemas; pero hay veces que llegan personas que están apuradas, que no entienden que tienen que hacer una fila y quieren pasar a llevar al resto de los usuarios, pero son los menos.
¿Las ventas se han visto afectadas por la pandemia?
-Han aumentado mucho las ventas este último año, así como también la variedad de medicamentos que nos están pidiendo. Eso se atribuye a que como la atención primaria se ha visto muy disminuida porque los servicios están atendiendo prácticamente sólo urgencias.
Por eso, las personas han recurrido con mucha más frecuencia a la atención privada y eso provoca que lleguen muchas más recetas.