Una serie de propuestas para mejorar la educación rural en Chile generó una mesa de trabajo público-privada convocada por los ministerios de Educación (Mineduc) y Agricultura (Minagri). La instancia contó con representantes de siete reparticiones públicas, cuatro casas de educación superior, 11 fundaciones, cuatro asociaciones y Unesco (Naciones Unidas para la Educación).

El documento oficial fue entregado a los respectivos ministros hace una semana y contiene 52 ideas divididas en cuatro ejes: mejoras a la institucionalidad; contenidos de curriculum y rol docente; oferta educativa de largo plazo, e infraestructura escolar. A partir de ellas debieran ahora generarse decisiones en políticas públicas para el área, que abarquen desde crear una labor multiministerial en su realidad, hasta planes de contingencia frente a catástrofes (como la pandemia o los terremotos) que pudieran afectar la continuidad de las actividades académicas o generar deserción.

La iniciativa -según se informó desde el Mineduc- es ayudar a entregar enseñanza de calidad, con aprendizajes significativos y pertinencia territorial a los casi 280 mil estudiantes que hoy asisten a alguno de los 3.401 establecimientos distribuidos en los sectores no urbanos de Chile. De ellos, el 51,8 % corresponde a colegios multigrado, donde hay estudiantes de diferentes cursos en una misma sala.

La relevancia de abordar este tema puede dimensionarse al recordar que el 25% de la población chilena reside en zonas rurales y que, a nivel nacional, se evidencia hace décadas una constante migración campo-ciudad, generada entre otros factores- por la falta de oportunidades de educación para los jóvenes.

En Los Ríos resulta más importante aún, pues ese porcentaje llega al 28,3 % (112 mil personas, según Censo de 2017) y hay 390 escuelas rurales. De ellas, 217 son de dependencia municipal y 173, particular subvencionadas.

En conjunto esos recintos atienden realidades diversas y enfrentan brechas formativas y de acceso a la tecnología, tal como ha quedado demostrado durante el presente año, cuando se hizo necesario realizar clases a distancia y se salió adelante sin recursos, pero sí creatividad y compromiso de los docentes.

Los fenómenos que caracterizan la Cuarta Revolución Industrial se han acelerado en el último tiempo y con ello la fuerza emergente de la educación técnica ha tomado renovados bríos que han motivado una serie de opiniones a nivel nacional e internacional sobre sus implicancias.

Los programas de estudios basados en el saber práctico y en la investigación aplicada en la casuística específica, son aspectos desafiantes para nuestra sociedad actual y también en el campo laboral.

Las plataformas digitales para socialización, como fuente laboral y de comercialización, además de la automatización en las industrias ya son una realidad, y en un mundo post pandemia solamente hay que afinar detalles para la funcionalidad de cada caso específico.

Las fuentes laborales tradicionales darán paso a otras nuevas, con habilidades y experticias distintas, acordes con un futuro que tal vez no sospechábamos, pero que en cierta medida es posible modificar el rumbo sobre una base que ya estaba construida a partir de la educación Técnico - Profesional. Porque más allá de la capacidad de crear nuevas plataformas digitales y automatizar procesos, esta cuarta revolución industrial abarca más bien la reconversión de las personas y cómo enfrentarán el futuro de mejor manera, a partir de conocimientos específicos que puedan aplicar de manera práctica.

Sin lugar a dudas que la educación Técnico - Profesional tendrá un rol preponderante con una muy buena accesibilidad, programas de estudio pertinentes con la realidad con trayectorias formativo laborales para el mundo actual y con procesos co curriculares de acompañamiento, que tienen que ver con facilitar la progresión académica de las personas que cursan alguna carrera de estas características a partir de programas de nivelación y de apoyo específico.

Ya nada será lo mismo y por lo tanto debemos estar atento a las señales que se están emitiendo tanto en el ámbito laboral como en lo que significa la educación superior, incluido el fenómeno de la reconversión del trabajo. En INACAP estamos conscientes de ello, teniendo la claridad que las instituciones de educación Técnico - Profesional tienen un rol estratégico en el futuro de nuestros jóvenes y en el de todas sus familias.

Patricio Baselli