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Dr. Arturo Ignacio Isla Irizar:

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"Adiós, maestro" decía uno de los tantos mensajes en redes sociales que el 14 de enero se tomaron el entorno médico de la región, tras la partida de un colega reconocido por sus pares, por su gran vocación y experiencia; por sus pacientes, como un médico de corazón noble y gran humanidad, y por su familia como un hombre de principios y amor incondicional. Arturo Isla Irizar es una de esas personas que deja huella y cuya partida a sus 79 años de edad deja un vacío, sólo posible de aminorar con sus recuerdos y enseñanzas.

El doctor Arturo Isla nació en el seno de una familia de inmigrantes españoles que se asentaron en Santiago. Como él mismo lo decía, sus padres llegaron con una mano por delante y otra por detrás, que a fuerza de trabajo surgieron y dieron educación a sus dos hijos. Su infancia y adolescencia transcurrió en las calles de la capital, estudiando en el colegio Alonso de Ercilla de los hermanos Maristas, donde se distinguió siempre por sus calificaciones y solidaridad. Así lo recuerda uno de sus amigos de la vida: Miguel Sancho.

Más tarde, estudió Medicina en la Pontificia Universidad Católica y completó la especialización en Obstetricia y Ginecología en la misma casa de estudios. Al terminar su especialización y al inicio de la década del ´70, se trasladó a Valdivia atraído por el proyecto de ingresar a una naciente universidad, que abría una escuela de Medicina.

Ya en Valdivia, trabajó en el Hospital Regional, se asentó y formó una familia junto a Marialis Cortés Kirch, a quien conoció en la Clínica Alemana. Tuvo dos hijos: Juan Ignacio y Francisco. A ese núcleo familiar se sumaron sus nietos José Joaquín de 11 años y Lucio Alonso de 9; además de sus nuera Alejandra González. En el seno del hogar, su esposa expresa que "Arturo amaba su profesión, la vida, su familia, era muy querendón con sus nietos".

En el ámbito profesional, participó en las actividades clínicas y docentes, tanto en la Universidad Austral, como en el Servicio de Obstetricia y Ginecología del Servicio de Salud de Valdivia. La mayoría de los médicos que se desempeña en esta ciudad fueron sus discípulos y amigos. Se entregó de cuerpo y alma a la docencia, con sus enseñanzas no solo de los aspectos médicos, sino que también de los aspectos humanos y de vida. Organizó junto al Dr. Carlos Retamal la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico.

Se continuó capacitando y efectuó una estadía de perfeccionamiento en el Centro Latinoamericano de Perinatología, en Uruguay. A su regreso implementó la monitorización electrónica fetal y más tarde fue uno de los pioneros en la introducción de la ecografía obstétrica. Fue director de la Escuela de Obstetricia y Puericultura, ejerció diversos cargos en la UACh y en el Servicio de Obstetricia, además de presidente del Colegio Médico de Valdivia.

Participó en sociedades científicas, como la Sociedad de Obstetricia y Ginecología, en la Sociedad de Ultrasonido en Medicina y Biología y especialmente en la Sociedad Austral de Obstetricia y Ginecología, de la cual fue uno de los miembros fundadores. Participó en la publicación de artículos científicos a nivel nacional e internacional, se mantuvo activo clínicamente y ayudando a la docencia hasta que la pandemia lo obligó a recluirse en su casa, en marzo de 2020.

"Su partida nos enluta y nos entristece a todos y todas, pero su recuerdo perdurará por siempre", expresó su amigo, colega y discípulo doctor Francisco Guerra.


El adiós a un maestro de la medicina en Valdivia

79 años de edad tenía al momento de su partida, el doctor Arturo Ignacio Isla Irizar, de destacada trayectoria profesional, docencia, dirigencia gremial e investigación.

El tiempo de Dios

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El comienzo del ministerio de Jesús se da cuando Juan Bautista es detenido por Herodes. ¿Cuál es el mensaje inicial que entrega Jesús? Más que una doctrina o una moral, o un sistema religioso o político, es un anuncio, un anuncio de esperanza y de compromiso. "El tiempo se ha cumplido" dice Jesús. Esto es más que un tiempo histórico o cronológico, sino que es un tiempo de Dios (kairos), existencial, sin reloj, sin apuros, sin calendarios. Es el encuentro con Dios, que compromete a la persona en todo su ser, porque se siente llamado a una vida nueva en Cristo.

Cristo dice que el "tiempo está cumplido", porque el reino de Dios está cerca. Ese reino es el centro del anuncio cristiano, significa la vida plena del ser humano en Dios, es que Dios reine en la vida de cada uno y en toda la humanidad. Este anuncio (kerigma) implica un llamado y un compromiso: arrepentirse y creer en el Evangelio. Arrepentirse no es vivir en sentimientos culposos por cada acción que hacemos, no es pensar que "Dios nos mira" en sentido negativo, sino una invitación a un cambio de vida, es la conversión, que pasa por una revisión sana y sincera de la vida y que transforma nuestra existencia. Pero este arrepentirse es complementado con creer en el Evangelio. El evangelio es la buena noticia de Cristo, el Hijo de Dios que vino al mundo y se hizo uno de nosotros, para manifestarnos el Amor de Dios e indicarnos un camino.

En los versículos del evangelio de este domingo (Mc 1,14-20), se clarifica en el llamado de Jesús a sus primeros discípulos: "Vengan y los haré pescadores de hombres". Estos primeros hombres eran pescadores, tal vez no estaban cualificados, según los criterios de este mundo, pero sí a los ojos de Dios. Ellos dejaron todo: familias, trabajo, casa, por seguir a Jesús y la Misión por el reino de Dios.