Parte importante del proceso creativo supone, desde la mirada de ciertos autores, olvidar. Según Edward De Bono, por ejemplo, el olvido permite "dejar" atrás ciertas ideas preconcebidas para enfrentar el pensamiento creativo en el mundo de los negocios.
Al parecer, y en lo que resulta ser una constante del quehacer público de esta administración, el olvidar resulta una forma muy cómoda de enfrentar los errores del ayer, y por ayer entendemos plazos acotados de tan solo meses.
Es siguiendo esta premisa, que la conducta permisiva de fallar una y otra vez en los compromisos acordados con dirigentes, vecinos, y ciudadanos parece ser una diligencia que transita con cierta comodidad en el Gobierno actual.
Es probablemente esta conducta recurrente, la que llevó a diferentes autoridades a confiar en una empresa que dejó más de una decena de proyectos abandonados en toda nuestra región, quizás esa misma práctica del olvido fue la que motivó la promesa de solución inmediata en octubre del año pasado para todas las familias de un histórico barrio de La Unión que se encontraba -literalmente- con el excremento hasta el cuello, y quizás es esta misma autocomplacencia la que le permite a las autoridades permitir que los 50 millones de pesos que llegaron desde Subdere (Subsecretaría de Desarrollo Regional) para solucionar el conflicto de los vecinos, finalmente no solucione nada, y resulte en un absoluto fracaso con una promesa futura de que "ahora sí que sí", se solucionará con nuevos recursos que vendrán en el futuro.
El problema con esta conducta (y una narrativa como e "Pedrito y el lobo"; donde algo se anuncia, pero nunca ocurre), es que termina por defraudar a los vecinos, mermar la confianza y peor que todo condicionar las relaciones.
Después de todo, los adultos mayores, en su mayoría familias que habitan el sector desde la creación del barrio desde hace décadas, no están para seguir "olvidando" los errores del pasado para asumir una empresa riesgosa, que al igual que todas las anteriores, promete un futuro esplendor con una mochila de errores como garantía de confianza. Así no hay familia que aguante.
Marcos Ilabaca
Diputado