El lunes 1 de marzo, cuando se iniciaba el año escolar, retomaron sus actividades nueve establecimientos de los 470 que hay en la región. Se anunció que sumarían más; sin embargo, el regreso presencial a clases no es posible -ni recomendable- en siete comunas de Los Ríos que están en Fase 1.

Lo anterior implica volver al trabajo a distancia para estudiantes y docentes, además de un año complejo desde el comienzo; aunque con mayor preparación y menos incertidumbre que el vivido en 2020. Aulas virtuales, conexión, programas educativos especiales, beneficios sociales repartidos por turno, clases híbridas y apoyo fundamental de madres y apoderados a diario, ya están incorporados. La tecnología, que debía llegar, irrumpió para quedarse.

Este nuevo sistema implica un desafío en el cual los profesores son imprescindibles. Desde esa realidad, preocupa un estudio dado a conocer por Elige Educar, el cual evidenció que, para 2025, habrá un déficit de más 26 mil profesionales idóneos -de acuerdo la evaluación docente- en del país. Faltará un 19% de los necesarios. especialmente en ciencias, tecnología, historia, matemáticas e inglés.

Las regiones del norte serán las más afectadas, pero todas necesitarán refuerzos y recambio; en primer lugar por el alza sostenida de horas pedagógicas y, luego, por los retiros que ya se vislumbran. Según datos del Colegio de Profesores, antes de 2024, unos 20 mil de sus asociados dejarán de manera voluntaria las aulas y la cifra irá subiendo. Actualmente, un 32% de los 242 mil profesores que hay en el país tiene entre 45 a 64 años de edad y se desempeña, mayoritariamente, en el sector público (Minuta Mineduc, 2019).

En Los Ríos hay 6 mil 270 maestros. Del total, 53,1% labora en el sistema municipal y su promedio de edad es de 42,6 años. En el particular subvencionada se desempeña el 42,7% y su edad promedio es de 40 años; otro 4,2% labora en colegios particulares pagados, con un promedio de 43 años.

Se calcula que en 2025 el déficit local llegará a 20% . En este escenario es importante estimular a más jóvenes para que opten por carreras del área. Hay ofertas e incentivos, pero el mayor requisito es que les guste y quieran enseñar. La pandemia también demostró que tecnología no reemplaza vocación.

En el proceso de retorno es fundamental que las actividades escolares establezcan estrategias dirigidas a favorecer el bienestar psicológico de niños y adolescentes durante el período de adaptación. Esto considera que el entorno familiar propicie espacios diarios de encuentro y comunicación con los siguientes propósitos: Poner atención a su estado emocional, ayudando a identificar sus emociones y comprendiendo su significado; brindar apoyo y seguridad, estando disponible afectivamente para la contención emocional en momentos de estrés e incertidumbre; explicar cómo se desarrollará el cambio de modalidad en el área escolar, respondiendo de forma pertinente a sus consultas sobre la nueva normalidad, y evaluando posibilidades de adaptación en conjunto. Asimismo, es importante que padres y cuidadores se orienten a la preparación del retorno, reforzando medidas preventivas y de autocuidado.

En este sentido, el escuchar, respetar y validar la experiencia individual del niño o adolescente, se convierte en una fortaleza dentro del sistema familiar, la cual actúa como un factor protector para la salud mental. También es necesario realizar una planificación de las nuevas rutinas, considerando las modalidades híbridas y por turnos, lo que involucra cambios paulatinos de horarios de estudio y de recreación en el hogar, mantener una higiene de sueño saludable con horas establecidas para dormir y levantarse, reincorporar hábitos de estudios, resguardar el uso adecuado de los aparatos tecnológicos en tiempos de descanso, estar actualizados sobre las modificaciones y recomendaciones de salud, y por sobre todo, transmitir calma al abordar temáticas relacionadas con la crisis sanitaria.

En suma, se debe favorecer la adaptación escolar desde una perspectiva de orientación y acompañamiento en situaciones novedosas y/o difíciles de enfrentar, mediante la búsqueda de soluciones alternativas. Por ejemplo, para algunos estudiantes puede resultar complejo el mantener distancia física, siendo esencial invitarlos a pensar otras formas de establecer vínculos. En cuanto a la organización, se deben gestionar y planificar tiempos, espacios y rutinas en el contexto escolar y familiar, para que los escolares sepan con anticipación qué esperar de cada jornada. Además, es relevante que cada individuo pueda significar esta nueva normalidad como una oportunidad de aprendizaje.

Natalia Ojeda Vidal

Académica Psicología de la U. San Sebastián Sede Valdivia