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cinco a seis días y después comenzaron a declinar".

¿Cómo describiría esos días? Paola Huentritripay asegura que "han sido días súper complejos, porque nadie te prepara para esto. Cuando uno se enferma de otra cosa, puedes ir al médico, pagar por remedios, pero en este caso no puedes hacer nada más que esperar. Fue un período de mucha incertidumbre, sobre todo por no saber si a mis hijos le iba a pasar lo mismo que a su papá, no saber si la casa queda contaminada o no, no saber si vas a seguir contagiando después que te den de alta. Tampoco sabes qué decirle a la gente, te sientes solo. Es muy distinta a cualquier otra enfermedad".

Sobre la evolución de sus familiares, señaló que "Miguel estuvo en la residencia sanitaria hasta la semana pasada y tuvo que venirse por sus medios a Los Lagos, a pesar de que físicamente no estaba bien todavía. De hecho todavía tiene una tos que no se le va y cansancio. Mis hijos tienen 20, 18 y 16 años y estuvimos todos con síntomas, aunque dicen que la mayoría de los jóvenes son asintomáticos, en nuestro caso eso no pasó".

¿Siente que su contagio y el de su familia tuvo algún impacto social? "Se crea mucho morbo en torno a esto y por eso habíamos tomado la decisión de no decir nada, especialmente por nuestros hijos, pero finalmente lo hicimos público en redes sociales para intentar crear conciencia, sobre todo en esas personas que todavía no se dan cuenta de la gravedad de este asunto", señaló.

"En paralelo, tomamos la decisión de no volver a trabajar todavía, primero porque Miguel no está bien y porque tenemos la opción de realizar teletrabajo. También para darle tranquilidad a los colegas. Sí salimos el otro día al médico y me puse un polerón con capucha, porque uno se siente observado e incómodo, a pesar de que sé que no es mi culpa y que no tengo lepra ni sarna. Uno se siente mal igual", agregó.

¿Un mensaje a su comunidad? "Yo me alegro mucho por las personas que no se han contagiado, me alegro también por quienes lo han vivido de manera asintomática, pero hay muchas familias como la nuestra que no lo pasaron bien en muchos aspectos y hay otros que lo han pasado más mal todavía, que han salido del hospital o de su casa en un cajón y sin siquiera poder ser despedidas por su gente. Siento que hay mucha indolencia y desinformación, y eso hora de que actuemos desde la responsabilidad de cada individuo, y seamos más solidarios", dijo.

Graves secuelas

Claudia Salas Carrillo tiene 35 años, es funcionaria del Programa de Desarrollo Rural (Proder) de la Municipalidad de Paillaco y su experiencia con el covid se produjo el primer semestre de 2020, específicamente entre mayo y junio. "En total fuimos 13 las personas contagiadas en mi núcleo familiar, entre las cuales me incluyo, a pesar de que mis PCR nunca salieron positivos, sí tuve todos los síntomas. Fuimos dos grupos familiares los contagiados", detalló.

La joven madre recordó que "el origen del contagio fue por mi hermano, quien trabaja en camiones, trae verduras y otros productos desde Santiago. Cuando ocurrió esto, él se hizo un PCR antes de viajar y salió negativo. Vino a Paillaco, para el día de la mamá nos juntamos a comer y suponemos que él fue quien nos contagió".

Y continuó: "Mi papá fue el primero en contagiarse y fue el más complicado. Estuvo dos días con síntomas de fiebre y una vez que supimos que mi hermano estaba positivo, lo llevamos al hospital porque tiene enfermedades de base. Mi papá se llama Luis Salas y tiene 63 años. Estuvo tres días en el hospital de Paillaco, pero nunca logró saturar normalmente y lo trasladaron a Valdivia. Ingresó inmediatamente a la UCI, donde estuvo por 30 días, 25 de ellos conectado a ventilador mecánico".

¿Cómo describiría ese periodo? Claudia asegura que "fueron semanas terribles. Todos los días esperábamos la llamada del doctor, rogando que no fuese la peor de las noticias. Ni siquiera podíamos verlo. Sentíamos mucha incertidumbre, porque pensábamos que otro de nosotros podía agravarse como mi papá, sobre todo por mi mamá, que tiene la misma edad. Afortunadamente, nadie más fue hospitalizado".

"Cuando mi papá salió del hospital, había reducido el 40% de su masa muscular, llegó usando pañales y había perdido la memoria, entonces ha sido un proceso largo y complicado. Fue un cambio muy drástico, porque mi papá era una persona independiente que trabajaba como comerciante y ahora debe caminar con bastón. Recuperó peso y también un 80% de su memoria, pero quedó con una tos muy fea y de repente le falta el aire. Quedó con muchas secuelas".

Con respecto a su experiencia con el virus, recordó que "tuve dolores musculares, caminaba un metro y me cansaba y sentí mucho dolor de cabeza. El cansancio es uno de los síntomas que más llama la atención, moverse un poco se sentía como un esfuerzo gigantesco. Aunque mi PCR no salió positivo, es evidente que igual estuve contagiada".

¿Tuvo alguna repercusión social el contagio de la familia? "En nuestro caso tuvimos mucho apoyo de amigos, vecinos y compañeros de trabajo, pero la familia de mi hermana vivió la cara opuesta, porque los trataron como unos verdaderos leprosos. Ella tiene un local comercial y costó mucho que la gente vuelva a comprarle. Fuimos de las primeras familias contagiadas en Paillaco y nos juzgaron por mucho", dijo.

Con respecto a la situación actual que experimenta la región, Claudia expresó que "creo que es por falta de conciencia de la gente. Hay muchos que todavía no creen en el virus, porque no les ha tocado vivirlo de cerca. Hay mucha falta de empatía. El virus sí existe y no deben esperar vivirlo para tomar conciencia de su gravedad. Mi papá tuvo una segunda oportunidad de vivir, gracias a que en ese momento había camas disponibles y personal para cuidarlo".

Caso en panguipulli

Ester Fierro Poblete tiene 50 años y es secretaria de la Junta de Vecinos Villa Palguín de Panguipulli. Estuvo enferma de covid-19 junto a su núcleo familiar, en diciembre pasado.

La dirigenta recordó que "fui yo quien trajo el covid a la casa porque yo inyecto a mi cuñada con insulina y ella se contagió antes. La verdad es que no sabemos cómo ella se pegó el virus, porque es muy hogareña y se estaba cuidando mucho por su enfermedad de base. Quizás se contagió en la calle o al ir a comprar. La cosa es que ella contagió a toda su familia, yo a la mía y en total fuimos 11 las personas contagiadas a raíz de este brote".

"El primero en tener síntomas fue mi esposo (Miguel Arenas, de 53 años), luego mi hija y mi yerno. Yo los mandé al hospital porque estaban bien complicados, le hicieron los exámenes y salieron positivos. Mi esposo fue el más complicado. Él es enfermo crónico de diabetes y dependiente de la insulina. Tuvo un resfrío fuerte e hizo una neumonía a raíz del covid. Tuvo mucha fiebre, vómitos y diarrea. Estuvo tres días en el Hospital de Panguipulli, pero como estaba lleno, al ver que mejoró un poco lo mandaron a la casa para terminar su tratamiento. También estuvo grave mi cuñada, quien fue trasladada a Valdivia para hacerle una transfusión de sangre", complementó.

Con respecto a su experiencia y síntomas, relató que "lo primero fue el dolor de cabeza que no me pasaba, después empecé a perder el olfato y luego el gusto. Estos síntomas duraron cerca de un mes, incluso varias semanas después que me dieron de alta".

¿Qué le diría a las personas que aún no toman en serio esta pandemia o que dudan de ella? La dirigenta vecinal sostuvo que "lo primero es llamarlos a tomar conciencia, sentarse y pensar en que esto es verdad y no un juego. Es mi caso, nosotros socializamos muy poco con personas ajenas a la familia y a pesar de todo eso no sabemos cómo nos contagiamos. Con esto quiero decir que a cualquiera le puede pasar y por eso las personas tienen que tomar las medidas que corresponden, sobre todo usar mascarilla y salir lo mínimo posible. Es horrible lo que está pasando en la región y se debe a la inconciencia de la gente".