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- ¿Cuál fue la principal motivación de aquel proyecto?
Sacar el teatro de las salas y llevarlo donde está la gente. Sentí la necesidad de abrir una puerta, de generar la inquietud de las personas para que se volvieran espectadores de algo que tal vez nunca antes habían tenido la oportunidad ver. Y siento que así fue. Muchas personas se maravillaron y agradecieron la experiencia. Mi afán siempre fue hacer algo que no necesariamente estuviera dirigido a los que están habituados a las actividades culturales.
En pandemia
"Trilogía tormenta" fue presentada en espacios público y también en la cárcel y centros del Sename.
"En cierta forma tomamos esa bandera de lucha de hacer que la gente pueda acceder a la cultura. Me moviliza generar contenidos para todos aquellos que tal vez ni se imaginan lo transformador que puede ser el arte".
Con el proyecto itinerante ya cerrado, en 2019 el plan era estrenar en el Cervantes "De guerreras y hechiceras, una lucha por las que vendrán", con Teatro a Tierra. Pero ocurrió el estallido social y todo quedó en pausa hasta enero de 2020 cuando finalmente se hizo una muestra abierta a público en el Galpón de las Artes Escénicas y el Territorio en el sector de Punta Brava. El estreno oficial se había postergado para marzo, pero el coronavirus lo impidió.
- ¿Cómo enfrentó el golpe de la pandemia, más aún cuando venía en buena racha?
Al principio me pregunté lo mismo que el resto ¿y ahora qué hacemos? Hubo mucha incertidumbre desde el punto de vista laboral, pero también artístico y creativo en lo relacionado al teatro que es un arte viva. En medio de tantas horas frente al computador fui convocada a un trabajo de investigación y reflexión con un grupo de compañeros de mis años de universidad. El principal cuestionamiento fue cómo hacer que la falta de presencialidad no afecte la experiencia de un espectáculo de arte viva. Así nació un Laboratorio de Experimentación Multimedial gracias al cual ganamos un Fondart Nacional para un residencia virtual que comenzará en abril. También me integré a Espacio en Construcción como gestora y también nos ganamos un proyecto. Todo eso ayudó a que nos reactiváramos y poco a poco comenzaran a quedar atrás los meses de angustia por la falta de trabajo.
- ¿De qué forma el encierro se volvió un estímulo para volver a crear?
Se nos ocurrió ocupar las únicas herramientas que teníamos a mano, como por ejemplo los celulares, para un lugar de creación virtual llamado 'Espacio simbiosis' donde creamos material sonoro audiovisual a partir de distintos estímulos. En el camino de esa experimentación pudimos escribir, grabar audios y tomar fotografías.
El trabajo de aquella experiencia fue junto a Elisa Figueroa y Martina Pedreros; y sirvió entre otras cosas para delinear "Punto de partida", que se estrenó en el ciclo Sesiones en el Espacio de Espacio en Construcción. Está definida como una creación que responde a las claves de las artes escénicas y que está diseñada para el audiovisual en un esfuerzo porque no pierda su sentido original de ser actuada con público en sala.
El triunfo
Para Luna Ivanoff es un misterio cómo apareció en el radar de Marisol Cumsille o del productor José Miguel Matamala cuando la escogieron para el cortometraje "Amor en la barricada".
Lo que sí tiene claro es que aceptar el rol fue una desición acertada. "Cuando la directora me llamó había que partir a Lebu al otro día. Fue un ofrecimiento muy encima, que hubo que decidir también muy encima. No hubo nada premeditado. Incluso el desafío fue actuar juntos por primera vez en cine con mi pareja Gustavo y todo resultó muy lindo. Fue una experiencia muy especial".
- El contexto del filme es el estallido y las manifestaciones sociales, ustedes habían vivido eso en octubre y ahora abordaban en una filme de ficción. ¿Cómo fue reencontrarse con esas emociones?
Los hechos son parte de nuestra historia reciente, ocurrieron hace poco, entonces nos conectamos inmediatamente con el contexto y las situaciones propuestas en el guión. Yo viví octubre de 2019 en la calle y el personaje que interpreto en el cortometraje no lo hace, pero queda envuelta en una situación que la obliga a reaccionar. Para el rol tuve que ponerme en el otro lugar y eso también fue interesante, fue como volver a sacarme la venda.
- ¿Cuál es el valor simbólico del premio que ganó en el Festival Internacional de Cine de Lebu?
Es de reforzamiento de que no me equivoqué en el camino que escogí en mi vida. El camino del artista no es fácil, es más bien de guerrilla. A veces hay que tener fe en que las cosas van a salir bien, aunque estemos en medio de un momento en que nos está tocando vivir algo tan demoledor como la pandemia. El premio fue una gran sorpresa y cuando me contaron que lo había ganado, pensé inmediatamente en que lo que hago tiene mucho significado y valor para mi; y que igualmente le importa a los que me rodean.
Como actriz y gestora cultural, Luna Ivanoff se siente parte de un movimiento que le tocó alzar la voz. "Soy parte de una generación protagonista de una revuelta social que exige muchas cosas y entre ellas están la educación y la cultura como derechos fundamentales. Hay instituciones que vienen luchando por eso desde hace mucho y siento que efectivamente se han logrado avances, aunque aún falta por hacer".