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Carmen Elena Gavilán Fernández: Pergolera de siempre

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Fue una pergolera de toda la vida. Una mujer humilde y esforzada, que entregó amor, cariño y valores a su familia y a todos quienes la conocieron en la iglesia o en el oficio de la venta de flores, en la pérgola valdiviana de Avenida Picarte. Carmen Elena Gavilán Fernández nació el 14 de marzo de 1959 en Valdivia y fue hija de Gumercindo Gavilán y Teofista Fernández. Estudió en la antigua Escuela N° 7 y fue criada por su madre, quien desde pequeña la llevó consigo a la pérgola, donde la venta de flores constituía el sustento familiar. Allí, desde niña fue observando el trabajo y aprendió el oficio, el cual terminaría por convertirse en el eje de su existencia hasta el 24 de octubre de 2020. Ese día comenzó a ser víctima de una enfermedad que se la llevó para siempre a las 0.20 horas del pasado domingo 4 de abril, cuando falleció en el Hospital Base de Valdivia. Carmen Elena Gavilán Fernández estuvo casada durante 40 años con José Eladio Bermedo Aburto y fueron padres de José Alejandro, su único hijo. También fue abuela de una nieta: Maritza Camila. Su hijo se emociona con el recuerdo de su madre: "Fue una persona muy cariñosa en todo sentido, siempre preocupada de su familia, de sus sobrinas y de que a nadie le faltara nada. Hacia sus colegas de la pérgola, siempre tuvo una palabra de aliento y cariño cuando tenían alguna dificultad. También fue muy apegada a la iglesia, hecho que la fortalecía y le daba coraje. Una mujer de esfuerzo, que dejó un legado entre sus colegas y la familia". José Alejandro Bermedo Gavilán agrega que su madre trabajaba todos los días del año, con la sola de excepción de cuando debía cuidarlo a él, durante su niñez. "Entregó la vida a su trabajo y a sus caseros y caseras, como cariñosamente llamaba a sus clientes, a quienes trataba con gentileza. Fue una mujer que entregó mucho amor, sensibilidad y que siempre actuó con la sinceridad y verdad por delante, hasta el último de sus días", recuerda su hijo. Los funerales de Carmen Elena Gavilán Fernández se realizaron el lunes 5 de abril y su cuerpo descansa para siempre en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

62 años de edad tenía Carmen Elena Gavilán Fernández, una humilde y esforzada mujer valdiviana que trabajó durante toda su vida en la Pérgola de las Flores.

José Héctor Muñoz Beltrán: Entregó su vida al servicio de la salud

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A los 64 años de edad y cuando le faltaba solamente un año para acogerse a jubilación, durante la madrugada del 3 de abril se marchó para siempre José Héctor Muñoz Beltrán, quien durante 43 años de su vida se desempeñó como auxiliar paramédico de la posta rural de El Salto, en la comuna de Los Lagos. El fue una de las víctimas de la pandemia del covid 19 que afecta al país y al mundo. José Héctor Muñoz Beltrán nació el 5 de febrero de 1957 en el sector de Lipingüe (Los Lagos) y sus padres fueron José Muñoz y Nora Beltrán, quienes tuvieron otros nueve hijos: Verónica, Blanca, Susana, Gladys, Juan, Jorge, Luisa, Patricia y Mireya. Realizó sus estudios básicos en la escuela rural de Lipingüe y más tarde la enseñanza media y profesional en Los Lagos, donde obtuvo el título de auxiliar paramédico y posteriormente se radicó en el sector de El Salto. Allí ejerció su trabajo como encargado del recinto asistencial durante 43 años. El 1 de diciembre de 1981 contrajo nupcias con Nancy Díaz Torres y fueron padres de Yocelyn, Mitzi y Camila. A ellas se sumaron cinco nietos, todos quienes conocieron y disfrutaron de su amor de esposo, padre y abuelo cariñoso y eternamente preocupado por su familia. A una semana de su viaje hacia el Más Allá, su familia lo recuerda como "un hombre muy carismático y preocupado de los suyos hasta el último de sus días. Positivo, a todo lo que pudiera ser malo siempre le encontraba algo bueno. Entregaba todo lo que podía y si no lo tenía, buscaba la solución. Le gustaba mucho el fútbol, era fanático de la Universidad de Chile y siempre veía sus partidos por la televisión. Amaba su trabajo y mucha gente lo conoció por su profesionalismo". Su deceso enlutó a los funcionarios de la salud y la familia agradeció las muestras de cariño y respeto entregadas por la comunidad de El Salto y sus alrededores; gente de la comuna de Los Lagos; su equipo de trabajo "y todos quienes nos acompañaron hasta el último momento". José Héctor Muñoz Beltrán falleció a las 7.40 horas del sábado 3 de abril en el Hospital Base de Valdivia, luego de estar hospitalizado durante 22 días. Su cuerpo descansa en el Cementerio Parque Los Laureles.

43 años trabajó José Héctor Muñoz Beltrán en la posta rural de El Salto, en la comuna de Los Lagos. Falleció el sábado 3 de abril en el Hospital Base de Valdivia.

Señor mío

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y Dios mío

En este segundo domingo de Pascua reflexionamos sobre el evangelio de Juan (20,19-31). Jesús entra donde estaban los discípulos con las puertas cerradas, ya que estaban con miedo e incertidumbre. Pero Jesús entra al lugar, entra superando sus propias cerrazones de corazón, y de sus seguridades.

El Señor entra en nuestra vida y en nuestra comunidad eclesial, para darnos el gozoso anuncio pascual de la Vida, de la Resurrección, que nos invita a la paz.

La resurrección de Jesús nos trae la paz y es por eso que en tres ocasiones el Señor los saluda diciendo "paz a ustedes". La paz que viene de Jesús está fundamentada en la justicia y en la dignidad de todos los seres humanos, la paz que viene de vivir el evangelio que predicó en su vida terrenal.

A Tomás, el apóstol que no se encontraba presente la primera vez, le cuesta convencerse de que Jesús ha resucitado y tampoco le cree a sus hermanos. ¡Cuántas veces también nosotros nos cuesta creer que Jesús está vivo! O nos cuesta reconocerlo presente en medio de su pueblo, producto de tantas incoherencias y pecados.

Tal vez nos gustaría tener esa experiencia cercana de Tomás, pero felices nosotros que creemos sin haber visto, le dice Jesús.

Que esa paz entre y refresque a nuestra Iglesia y la pueda hacer portadora del Espíritu del Resucitado, de manera que sea mensajera del perdón de Dios a toda la humanidad.

Que la Iglesia pueda seguir con su tarea evangelizadora por todo el mundo irradiando la paz de Dios, especialmente en estos tiempos de tantas inseguridades y temores.

Jesús se coloca en medio de sus discípulos para llenarlos de alegría, darles la paz y enviarlos a evangelizar. Que también pueda colocarse en medio nuestro y llenarnos de fe y esperanza.

Que reconozcamos al Señor en tantos crucificados de nuestro tiempo y al tocar las heridas y los sufrimientos de los demás podamos exclamar como santo Tomás: "Señor mío y Dios mío".