Equilibrio en lo público y privado
Estudios sobre la realidad de las mujeres en pandemia, señalan que tienen menos tiempo libre y asumen más responsabilidades. La pandemia ha dejado al descubierto la permanencia de la asignación de roles de género. Pero también ofrece la oportunidad de una nueva mirada.
Entre los muchos temas sociales no resueltos que ha dejado al descubierto la crisis sanitaria, se cuenta la desigual repartición de responsabilidades domésticas asignadas como roles de género. Esto se traduce en que la sobrecarga laboral femenina se ha multiplicado, afectando la permanencia en los empleos remunerados y la calidad de vida.
Además del teletrabajo, un alto porcentaje de mujeres tiene a su cargo a niños y niñas, la limpieza del hogar, las compras de alimentos y la atención de escolares en clases a distancia, entre otras funciones vinculadas al cuidado de la familia. En Los Ríos, ese grupo llega al 55% de las trabajadoras que se están desempeñando profesionalmente desde sus hogares, según un estudio realizado por la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián, dado a conocer hace pocos días.
Ese análisis -aplicado en Valdivia, La Unión, Panguipulli y Río Bueno- profundizó sobre la realidad laboral a distancia durante la pandemia en la región y estableció esas notorias brechas, además de indicar que el 77% de las personas en general cree que sus jornadas laborales se extendieron en estos meses de emergencia sanitaria. La diferencia es que para gran parte de los hombres ese aumento sólo posterga las horas de ocio; mientras que para ellas, implica restar tiempo a sus otras labores asignadas como función tradicional.
Un estudio de la periodista Karina Albornoz (@mama_datos en Instagram) publicado por distintos medios nacionales a mediados de la semana pasada, indica que un 59% de las madres declara no tener tiempo libre en pandemia, fundamentalmente, porque no cuentan con redes para el cuidado de hijos e hijas. Además, muchas dicen que en sus horas "libres" se dedican a tareas de la casa. Es decir, no descansan. Estas investigaciones muestran una fotografía de la realidad social y frente a ella se levantan muchas voces de solidaridad. Sin embargo también en esas reacciones se tiende a culpar a las mismas afectadas (" para qué lo hacen", "que pidan ayuda", "se preocupan mucho", "no delegan") en vez de colaborar para que se aceleren cambios culturales necesarios para que la igualdad de derechos y deberes se haga realidad en lo público y en lo privado. La pandemia -pese a todo- ofrece la oportunidad para impulsar esa nueva mirada.