"Estamos en un cambio de ciclo cultural muy acelerado en medio de la pandemia"
PÉRDIDAS. En los últimos tres años Valdivia ha sufrido la muerte de siete destacados artistas. Las ausencias están modificando la escena local.
El 2019 partió con una tragedia. El miércoles 2 de enero de aquel año murió el escritor Pedro Guillermo Jara. Fue un deceso inesperado que enlutó a la comunidad creativa de la Región de Los Ríos que en los meses posteriores volvería a lamentar al pérdida de figuras históricas del arte y la cultura.
En agosto de 2020 murió el músico Osvaldo Urrutia (82), fundamental en la historia de la Orquesta CIFAN y del Campamento Musical Marqués de Mancera. El golpe nuevamente fue duro y estaría lejos de suavizarse, ya que dos meses mas tarde la mala noticia sería la muerte de la actriz y poeta Maha Vial (65).
Ciertamente, lo que va corrido de 2021 también ha sido para el olvido debido al deceso, en marzo y con solo dos días de diferencia, de los destacados fotógrafos Raúl Torres (80) y Carlos Fischer (62). A ellos se suman las recientes pérdidas del ilustrador y dibujante Germán Arestizábal (78); y del pintor y director del Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia, Hernán Miranda (72).
Los siete nombres son imprescindibles en sus respectivas áreas. Hicieron aportes en producción de obra original, fueron objeto de estudio académico y se pusieron al servicio de instituciones que los tuvieron como faros en la transmisión de sus experiencias.
Ahora no están y en medio de la pandemia, son ausencias que refuerzan la idea de un acelerado recambio generacional.
Análisis
En algunos puntos de sus trayectorias, los fallecidos artistas se toparon en distintas colaboraciones. El historiador, curador y crítico de arte Ignacio Szmulewicz también se cruzó en esos caminos como colaborador de la revista Caballo de proa, de Pedro Guillermo Jara; y como curador de la muestra "Artes Visuales en Valdivia: archivo 1977-1986" montada en el MAC, entre otros hitos.
El profesional formado en las universidades de Chile y Católica aportó al entendimiento de la escena local con su libro "El acantilado de la libertad. Antología de crónicas valdivianas 1977-1992" (Ediciones Kultrún, 2015). También es quien analiza la relación de los fallecidos artistas con la ciudad y cómo deberían ser recordados por las nuevas generaciones.
"La literatura y las artes visuales fueron las dos disciplinas que marcaron fuertemente a Valdivia en las décadas de 1970 y 1980. Fueron tiempos de autogestión y labor independiente que hacia 1990 comienza a ocurrir fuera de la Universidad Austral de Chile. Durante todo este tiempo es que nombres como Pedro Guillermo Jara y Maha Vial se transforman en parte de la mitología de la ciudad", dice.
Y agrega: "Un segundo momento importante es cuando surgen plataformas que catapultan el arte y la cultura valdiviana a un nivel nacional e internacional. Y aquí es donde juega un rol muy importante el Museo de Arte Contemporáneo con Hernán Miranda, que se encarga de posicionar la definición, las prácticas y los agentes del arte contemporáneo en la ciudad".
¿La realidad actual es entonces resultado de un proceso que nunca se interrumpe?
-Es innegable que hay hitos fundamentales para conseguir avances históricos. Lamentablemente han sido muy escasas las plataformas de posicionamiento de artistas de nuestras región en el resto de Chile.
Por eso el MAC es tan importante, además de tener un apoyo institucional de la Uach, logró instalar en Valdivia y Los Ríos la ventaja de poder ver una exposición de arte contemporáneo con proyectos transgresores en décadas donde eso tal vez solamente ocurría en Santiago, Valparaíso o Concepción.
¿En eso también radica la importancia de Hernán Miranda?
-El MAC contribuyó a fortalecer la relación de Valdivia con el río y eso se lo debemos a Hernán.
Su valor también está en que fue un artista y gestor cultural muy solidario, con una gran capacidad de convocatoria y con la visión de abrir un espacio en regiones para exposiciones fuera de Santiago, lo que en la década de 1990 no era algo habitual. Ciertamente generó un polo en Valdivia que contribuyó a desmitificar aquello de que en el arte Santiago es Chile.