El mal uso de los aparatos de calefacción es una de las principales causas de incendios en los meses de invierno. Lamentablemente, muchas noticias publicadas en los días recientes así lo prueban para Valdivia y la región.

Estas emergencias a nivel local están principalmente relacionadas con artefactos que funcionan con leña, pero los riesgos existen con todos los generadores de calor -independientemente del tipo de combustible que utilicen- si no reciben una adecuada mantención, o se les utiliza sin precauciones, tanto en los lugares de instalación como en las formas de manipularlos.

En el caso de las estufas a leña y pellets, el cuidado continuo de las cámaras de combustión y ductos de salida es clave. El Consejo de Certificación de Leña (Cocel) Los Ríos aconseja en su página (lena.cl) limpiar los cañones cada dos semanas y, además, recuerda que se debe usar el tiraje abierto para el encendido y luego dejarlo a la mitad, evitando cerrarlo. En el caso de las estufas a gas licuado, los riesgos vienen por la posible rotura de mangueras y mala postura del regulador al cilindro, que puede generar escapes y explosiones. Las que funcionan a parafina, requieren de cambios de mechas y precaución especial por las emanaciones tóxicas que algunas pueden producir. Las eléctricas no emiten gases; pero sí hay peligro con la posible generación de cortocircuitos.

La Superintendencia de Electricidad y Combustibles, SEC, en Los Ríos, entregó la semana pasada una guía para calefaccionar de forma segura, enfatizando las mantenciones como prevención número uno y la necesidad de elegir productos con sello SEC al comprar nuevos. Esto es, que tengan la marca que acredita que cumplen con las normativas vigentes en el país.

Además, la institución recordó la importancia de aplicar acciones básicas como mantener a los niños y niñas lejos de las fuentes de calor para evitar quemaduras; no secar ropa cerca de los calefactores; cerciorarse de los adecuados encendidos y apagados; además de mantener espacios ventilados en los hogares para evitar la contaminación intradomiciliaria.

Todas las indicaciones apuntan, principalmente, a la toma de conciencia, pues la mayoría de las emergencias se puede prevenir si se toman medidas a tiempo.

En la actualidad la historia local resurge como la principal herramienta en manos de las comunidades para hacer frente a distintas problemáticas de nuestro tiempo, tal como el desarraigo, la desintegración y la homogeneización sociocultural.

El surgimiento de la historia local no nace de la palabra autorizada de los historiadores -quienes por cierto están llamados a hacer parte de él-, sino de la convicción de las propias comunidades de recuperar su pasado, con el objetivo de conservar su identidad dentro de un mundo dominado por la globalización, el mercado mundial y las nuevas tecnologías.

La historia local, en términos generales, constituye el relato de nuestra "historia matria", es decir, el relato que reconstruye la dimensión temporal de aquel espacio nativo de límites acotados donde habita el "ser".

Dicho de otro modo, este relato hace de la localidad su sujeto de estudio, enfocándose en la experiencia de personas anónimas cuya vida es reveladora para entender la sociedad de su tiempo, permitiéndonos comprender "lo general" a partir de "lo particular".

En este sentido, el principal esfuerzo de la historia local se ha enfocado en situar a la experiencia de las comunidades por delante de la historia oficial -aquel relato establecido por el Estado y consagrado desde el poder como memoria colectiva nacional- que por lo general ha tendido a menospreciar la vida fáctica alojada en los diferentes espacios territoriales que componen nuestra realidad país.

Sin embargo, este resurgimiento no cuenta con una cara única, representada, por ejemplo, por un relato convencional resultado de un ejercicio intelectual, sino por una multiplicad de expresiones que de forma diversa y sin un hilo conductor aparente buscan -a través de escuelas, museos, juntas vecinales, talleres comunitarios o proyectos independientes- reapropiarse del pasado en tanto patrimonio histórico local.

En definitiva, el resurgimiento del que hablamos no es el de la historia local en tanto ciencia histórica, sino en tanto práctica social encaminada a la libre reflexión, recuperación y puesta en valor de ese pasado concebido como propio, y al cual se acude en respuesta a los desafíos del presente.