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ENTREVISTA. graciela verónica soto ruiz, comerciante:

"En la Feria Fluvial nos conocemos todos, somos como una familia..."

COMERCIANTE. Luce 50 años de trabajo junto al río y es hija de una de las fundadoras de la tradicional zona típica valdiviana.
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Juan Carlos Hernández G.

Hablar de Feria Fluvial de Valdivia es sinónimo de zona típica que aporta a la identidad de la capital regional. Antiguamente, el borde fluvial era punto de intercambio y venta de productos del mar y agrícolas entre indígenas y familias de la ciudad, actividad a la cual se fueron incorporando familias campesinas en general. En 1897 fue construido un malecón de madera, luego destruido por el gran incendio de 1909. Un nuevo malecón resistió hasta el terremoto de 1960. Las ventas eran directas desde los botes, pero a mediados de la década de 1940 Floridema Ruiz Schaffel comenzó a instalarse junto a otros comerciantes en el sector hacia el norte del malecón. Y así fue naciendo la Feria Fluvial. Graciela Verónica Soto Ruiz es hija de Floridema Ruiz y lleva 50 años trabajando en el sector. Entre un concierto de voces y la bullente actividad de cada día, en el módulo N° 15 su sonrisa y amabilidad hacia el cliente son un sello característico del lugar, a la hora de transar sus frutas y verduras.

En la década de los '80, la construcción de puestos fijos para la venta de pescados y mariscos más la instalación definitiva de los puestos de frutas y verduras, dio estructura a la Feria Fluvial, como se le conoce en la actualidad.

Experiencia

¿Cuándo comenzó a trabajar?

-Empecé muy niña, ayudando a mi madre. En ese tiempo, la gente llegaba en bote al malecón, desde Punucapa, Quitaqui y se instalaba en la orilla de la Costanera. Siempre he trabajado en frutas y verduras, como lo hacía mi madre.

¿Cuál es su ritmo de trabajo?

-De lunes a domingo. Ente lunes y viernes, de siete de la mañana a cuatro de la tarde: y los fines de semana, desde las seis de la mañana. Algunos días puede ser más tarde, pero quien no viene, no vende.

¿Se siente cansada luego de 50 años de trabajo?

-Sí, pero hay que seguir luchando, porque no tuve estudios. No me dio la cabeza para más y antes era muy difícil estudiar, había que tener más plata. Además, cuando las familias eran grandes, había que ayudar a los padres. Y después, criar a los hijos. Hoy es muy diferente, los jóvenes tienen muchas más posibilidades.

¿Cómo es la relación entre los locatarios?

-Siempre es buena. No peleamos, nos conocemos todos, somos como una familia.

¿Tiene clientes fieles?

-Gracias a Dios tengo hartos caseros, de muchos años. Es gente a la cual una se la ha ganado atendiéndola bien, con amabilidad y dándoles buena mercadería.

¿Se siente conforme con el trabajo realizado?

-Estoy conforme y tranquila, porque con mi trabajo le pude pagar la universidad a mi hijo menor, que es psicopedagogo. Tengo mi casa y mi camioncito. Con mi trabajo y esfuerzo he logrado hartas cosas. Y pienso seguir trabajando hasta que Dios me dé fuerzas. Tengo buena salud, que es lo más importante.

¿Cómo ha sido este tiempo de trabajo durante la pandemia?

-Ha sido complicado, pero hemos trabajado sin parar. De primeras, bajó mucho la cantidad de clientes, pero después se fue normalizando todo. Igual ha sido bueno, no puedo quejarme.

¿Qué mensaje enviaría a sus clientes?

-Que los esperamos diariamente. Que "bajen" a comprarnos. A todo el público, que venga a la Feria Fluvial, porque aquí seguimos sus vendedores, esperándolos todos los días. Acá están el pescado, los mariscos, frutas, verduras, todo con el cariño de siempre.

"A todo el público, que venga a la Feria Fluvial, porque aquí seguimos sus vendedores, esperándolos todos los días...".

Graciela Verónica Soto Ruiz, Comerciante

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Locataria

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Desde temprana edad En el umbral de los 60 años de edad, Graciela Verónica Soto Ruiz reafirma su decisión de continuar en el trabajo que conoce prácticamente desde su nacimiento, el 17 de enero de 1962. Sus padres fueron Francisco Soto Villarroel y Floridema Ruiz Schaffel, quienes tuvieron 18 hijos y de los cuales sobreviven siete. Estudió solamente hasta cuarto año de enseñanza primaria en la Escuela Alemania de Isla Teja y luego entró al mundo del trabajo, ayudando a su madre en la Feria Fluvial. Es madre de dos hijos: Iván y Jorge, y abuela de tres nietos regalones. Hasta hace unos 15 años vivió en la casa familiar de Isla Teja, para luego trasladarse hasta su hogar actual, en el sector de Holzapfel, en Valdivia.

Inmovilidad determina nuestra vida

Director Kinesiología UST
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En el adulto mayor, la inmovilidad es una entidad sindromática que disminuye su capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria. Esto producto de un descenso de sus funciones motoras, relacionadas con su sistema neuro-músculo-esquelético y que afectan su independencia, autonomía, impactando negativamente en su salud.

Sus principales causas son la falta de fuerza o debilidad, la rigidez, el dolor, alteraciones del equilibrio y problemas psicológicos. Además, con el paso de los años se produce una serie de cambios fisiológicos que contribuyen a disminuir nuestra movilidad.

La debilidad puede generarse por desuso de la musculatura, malnutrición, alteraciones de electrolitos, anemia, desórdenes neurológicos o miopatías. La causa más común de rigidez es la osteoartritis; pero el parkinsonismo y la artritis reumatoide, entre otras, también ocurren en este grupo etario. En tanto, el dolor -ya sea de huesos, articulaciones o músculos- y los problemas en los pies, (como el uso de un inadecuado calzado) pueden inmovilizar al paciente.

Asimismo, la alteración del equilibrio y el temor a las caídas producen inmovilidad. El desequilibrio puede ser el resultado de debilidad general, causas neurológicas, ansiedad, entre otras y puede ocurrir después de un prolongado reposo en cama. Las condiciones psicológicas, como ansiedad severa o depresión, también pueden producir o contribuir a generar esta enfermedad.

Por lo tanto, para el tratamiento de la inmovilidad resulta clave su detección precoz y la labor que realiza un kinesiólogo, ya que somos los encargados del entrenamiento, rehabilitación física del paciente y de solucionar problemas de su entorno, aconsejando para ello una adecuada habilitación de la infraestructura que utiliza.

Asimismo, es fundamental propiciar en el mayor el autocuidado, el desarrollo de hábitos de vida saludable y el ejercicio físico que le permitirán un envejecimiento activo y de calidad.

Eduardo

Cruzat