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en proceso de reinvención frente a la ausencia de una presencialidad que en algún momento volverá. Estamos en una escena con desarrollo de nuevos lenguajes, que incluso permitirá que los espectáculos con público en sala adquieran nuevas dimensiones. Mirando hacia ese futuro un poco más prometedor es que el Cervantes juega un rol fundamental como generador de espacios.
¿Lo proyecta como un lugar en sinergia con otros espacios con propósitos similares?
-Efectivamente y en ese sentido sigue siendo urgente la recuperación del Teatro Municipal Lord Cochrane. Más que hablar de competencia entre ambos lugares, debemos pensar en proyectarlos como complemento para potenciar al sector de las artes y a la zona urbana donde están ubicados. Ambos espacios en funcionamiento permitirán un mayor grado de identificación de la ciudadanía. Eso va de la mano con la expectativas de la comunidad creativa sobre qué es lo que ocurrirá con el Cervantes y su gran desafío de lograr una gestión equilibrada donde tengan cabida todos los agentes.
La nueva etapa del Cervantes partió previo a la pandemia con asistencia de público. Y en 2020 el escenario central fue usado como un set para la versión online del Festival Internacional de Cine de Valdivia. ¿En adelante hay que pensar en espectáculos que funcionen en paralelo vía online y presencial?
-Es algo que se está haciendo en muchas otras partes y que funciona muy bien. Valdivia tiene la particularidad de ser una ciudad muy ligada al sector audiovisual, entonces se podría contar con profesionales para ser integrados a estos nuevos procesos donde la creación tendría que apuntar a lo presencial y al streaming.
¿Qué tan complejo es lograr una propuesta de programación que no sea elitista?
-Los equilibrios son utopías. Acá debemos asumir algo no menor: desde el momento en que se asumió la determinación de hacer un rescate patrimonial al ciento por ciento, es porque se determinó que la sala tendría una orientación para grandes espectáculos y no para cualquier cosa.
El Cervantes siempre tendrá un margen elitista, que viene casi por su naturaleza de sala histórica. Sin embargo, donde se puede crear una especie de apertura social es con los colegios y estudiantes como audiencia en formación. El teatro debe abrirse a la comunidad, pero sin desconocer su propósito fundacional. Mi gran aprensión es que se transforme en un lugar para licenciaturas, eventos religiosos o de cualquier otro tipo que nada tienen que ver con las manifestaciones del arte. Por eso es que debemos entender qué es aquello de lograr una 'apertura populista', considerando además que para la sala se deberá generar un presupuesto de mantención no menor. De ahí entonces que en más de una ocasión se ha mencionado la idea de tener espectáculos con cobro de entrada. En general siento que es crucial entender que la sala es patrimonial y eso inmediatamente la ubica en una posición de elitismo, lo que no significa que eso nos guste.
Usted ha mantenido una posición muy crítica en temas relacionados con el teatro desde sus primeros planes de rescate. No obstante, fue seleccionada para el Consejo Asesor. ¿Ha cambiado su visión de las cosas?
-Integrarme a este nuevo proceso me permite compartir mis observaciones con más propiedad. Con el resto de los asesores tiene que haber un diálogo tensionado. No podemos operar desde una zona de comodidad. Como en todo proceso democrático hay que entender que algunas cosas las vamos a lograr y otras no. Insisto que la decisión inicial de haber dejado el teatro tal como estaba implicó partir con limitaciones. Un claro ejemplo es el ángulo de mirada de la audiencia hacia el espectáculo, donde hay ciertas ubicaciones donde lo único que puedes ver son los pies de quienes están en el escenario.
Desde mi punto de vista el Cervantes queda un poco fuera de todo lo que está pasando hoy en día los quehaceres artísticos principalmente relacionados al teatro.
Efectivamente he sido detractora de ciertas cosas, pero acá la gran ventaja es que estamos invitados a un diálogo con profesionales que tienen una visión de lo que ocurre adentro y afuera de Valdivia. Lo crucial es que la ciudad se mantenga activa en su demanda por ser parte del teatro. Será una buena forma de contrarrestar que solamente se acojan propuestas que vengan de otras partes.
¿Procurará un vínculo más estrecho entre el Teatro Regional Cervantes y la Universidad Austral de Chile?
-Desde un punto de vista institucional no se me ha planteado aquello por parte de la universidad, que además acaba de cambiar su rectoría y está en una situación compleja. Es más, durante la campaña de candidatos a rector nunca escuché que hablaran de cultura o arte en sus planes de acción. De todas formas lo que se debe insistir es el ánimo colaborativo del Cervantes con el resto de la comunidad. No puede ser una isla, debe estar integrado a las comunas, al nuevo Museo de Arte Contemporáneo y por supuesto a las universidades. Hay que crear un flujo constante entre los distintos espacios. La interacción e interdisciplinariedad deben ser fundamentales.