Hace algunas semanas los alcaldes de los municipios de Valdivia, Panguipulli y Los Lagos firmaron un acuerdo para trabajar en conjunto por el desarrollo territorial de las tres comunas. El gesto fue celebrado, pues la asociatividad y la colaboración institucional desde lo público y lo privado han sido definidas como base para el progreso y una mejor calidad de vida de las personas.

Afortunadamente, en Los Ríos hay varios ejemplos de voluntad de labor colaborativa. La Asociación de Municipalidades (que fue clave en la creación de la Nueva Región) es uno de ellos; como también la Asociación de Municipalidades de la Región de Los Ríos para el Manejo Sustentable de Residuos y la Gestión Ambiental (enfocada en el manejo y reciclaje de la basura). Junto a ellas está, además la "Red de Fomento Productivo Territorial en los municipios de la región de Los Ríos", en la cual solamente falta incorporar a Paillaco, Futrono y Corral.

Otras instancias de encuentro son las formadas entre zonas afines o enfocadas en algún proyecto común. Hay también alianzas que abarcan más regiones, como la formada por la ZOIT (Zona de Interés Turístico) Birregional "Lagos y Volcanes" que reúne a Río Bueno y Puyehue, con el fin de potenciar el área del Parque Nacional Puyehue que ambas comparten y que cuenta con asesoría de la Universidad San Sebastián, USS.

Todas las mencionadas se encuentran formalizadas y en funcionamiento con distintos niveles de éxito o continuidad. Entre los avances más recientes conocidos se cuenta a los informados por la Asociación de Municipalidades Cordillera de la Costa, que integran La Unión y Corral, la cual se convertirá en la primera Asociación de Chile en diseñar y ejecutar una estrategia energética bicomunal -también con asesoría de la USS y apoyo de la seremi de Energía- para apuntar hacia la generación de energía de fuentes renovables.

Los casos señalados, como se ve, son de naturaleza diversa, pero en ellos cruza el interés de contar con participación ciudadana para su validación y puesta en marcha. Eso es algo positivo, pero no se debe olvidad que solamente será efectivo en la medida que esa presencia comunitaria sea incidente; es decir, que los vecinos sean invitados a opinar, pero también para influir en las determinaciones.

Para nadie debería ser un secreto que la mayoría de los alimentos que consumimos se producen en el campo, particularmente mediante la agricultura familiar campesina, la pequeña y mediana agricultura. Ellos son los productores tradicionales de hortalizas, carne, leche y sus cultivos, además de graneleros, legumbres, o industriales como el raps para producción de aceite o lo que fue la remolacha para producir azúcar; estos últimos rubros que se han ido muriendo por decisiones antojadizas del mercado y la incapacidad de los gobiernos de defender la producción nacional.

¿Qué va a pasar si no cambiamos y ampliamos la modalidad de apoyo para esta pequeña y mediana agricultura?, como podremos contener el creciente reemplazo de alimentos frescos y sanos por chatarra industrial?, ¿en qué nivel de riesgo podremos estar si no definimos una estrategia de protección a la producción nacional?, ¿Cómo defendemos a la familia campesina si seguimos dejando caer a los Prodesal, PDTI u otros programas de apoyo directo, así como los recursos para la recuperación de suelos degradados, o enfrentar en serio la necesidad de riego y buen uso del agua?. En suma, ¿Cómo defenderemos la capacidad privilegiada de producción nacional si no hay medidas efectivas que la protejan de la sustitución por productos importados y el brutal cambio climático?

El cambio climático no cede espacio ni espera a la incapacidad o tibieza institucional. Las amenazas de desertificación y escasez hídrica están a la vuelta de la esquina, y pareciera que a muy pocos burócratas les importa de verdad. Además, debemos considerar lo que está pasando en el mundo respecto de la escasez de alimento producto de la Pandemia y cambio climático, pero esto lo trataremos especialmente en otra próxima columna. A la fecha, ninguno de los últimos gobiernos, ha sido capaz de desarrollar políticas nacionales que sean capaz de asegurar y proteger la alimentación nacional, y que esta provenga de nuestro mundo rural que se debate entre la desertificación y falta de agua, y la perdida de foco y sintonía de las sucesivas autoridades de agricultura. No podemos seguir permitiendo que la agricultura siga cayendo, sustituyéndola por productos importados que hoy se tambalean entre las dificultades por pandemia o por sequía e inundaciones que afectan a países productores industrializados. ¡Debemos defender nuestra producción nacional!

Iván Flores García

Diputado