Dos hombres y un búho en una casa propia
"Hoguera" es la historia de un padre y un hijo que construyen una vivienda y un universo muy personal en un potrero devastado. Son once relatos en torno al fuego, escritos e ilustrados por Daniel Blanco Pantoja.
Fantasma, brujo o monje. Todo le calza al protagonista de "Hoguera", un tipo que levanta a pulso una casa en un suelo reseco, lleno de eucaliptos. El autor e ilustrador del volumen es Daniel Blanco Pantoja, nacido en Peñalolén, a un costado de una ruinosa villa Grimaldi donde jugaba con sus amigos mientras veían despegar y aterrizar los aviones del aeródromo cercano.
"Sigo adherido a ese potrero que fue nuestro mapamundi. Debajo de las higueras guachas nos volvimos brujos de un destino incierto", describe Blanco Pantoja.
De familia mormona, leía los dos únicos libros que había en casa: la Biblia y el Libro del Mormón. Al crecer, tuvo acceso a otros autores: "Orwell, Camus, Huxley, Arlt y Kafka fueron una patada en la puerta de mi domesticación", dice hoy.
"La Fortuna se hace la chistosa con nuestras tan extrañas biografías. Pero yo igual le prendo velas. Así, leyendo y dando botes en los más raros trabajos -como no pude ir a la universidad- terminé de pura suerte en la editorial Pehuén. Partí hace quince años ilustrando libros sencillos y luego se me fueron abriendo los espacios", explica este escritor-dibujante que ha ganado dos veces la Medalla Colibrí-IBBY. Es director de Erdosain Ediciones y profesor de ilustración en la U. De Chile.
La casa propia
Daniel Blanco Pantoja cuenta que levantó casi solo una casa que todavía le demanda trabajo. Junto a su padre, a quien contrató como maestro "a cambio de un módico sueldo y un periódico almuerzo de chorizos, cebollas, tomates y pan". Juntos alzaron los cimientos de la vivienda, así se adentró místicamente en el paisaje que intervenía.
"Todo lo narrado es la versión mitológica de las cosas que sucedieron de verdad. Eran tan intensas y a veces milagrosas que no hubo otra manera de narrarlas que en forma de sueños. Para mí eso se parece mucho a la forma en que ocurre la literatura. Al menos, la que yo persigo como lector y escritor", aclara.
-¿Cómo escribías?
-La mayoría de las veces antes de dormir y al despertar. Otras, en medio de los árboles. Algunas ideas fueron grabadas con voz en el celular. Otros textos primero fueron poemas o canciones. Otras eran ideas muy antiguas, algunas medio parecidas a ensayos desenfadados acerca de otras cosas que siempre, sin mucho oficio, voy investigando: astronomía, botánica, filosofía, teología, historia del arte… Y así… cuando tuve una carpeta bien llena de cosas, seleccioné y pasé en limpio.
Blanco Pantoja define a esta breve novela como una ficción atravesada por un personaje que podría ser un fantasma. "Es la bitácora de un muerto que pena sus aventuras. Cenizas de un oráculo, un pequeño fuego en torno al cual suenan estos relatos que para mí fueron muchas veces salvación. Algunas, fueron revelaciones para mi paz y, otras, visiones para el terror. Hay de todo. Beatitud y macumba. Pero, sobre todo, busqué hablar sobre la noche de las cosas. Intentar escapar, aunque sea una vana ilusión, de la verdad, de lo iluminado", resume.
Un búho
El libro "Hoguera" está delicadamente diagramado. Un búho aparece dibujado sobre ramas de una higuera que da la bienvenida. "No sólo está ahí como emblema del conocimiento. El búho fue de las primeras flechas que nos lanzó la noche. En uno de los primeros fuegos encendidos, al final de la jornada junto a mi padre, un "uhú" interrumpió el crepitar. Era un tremendo tucúquere, un búho que es grande como un gato grande, parado a pocos metros de nosotros sobre un poste de luz", recuerda todavía emocionado.
-¿Cómo surgieron las ilustraciones?
-Me gustan mucho las miniaturas medievales y los emblemas barrocos. Aunque parezcan pueriles y candorosas, ese arte que aparenta ser sobrio e inofensivo fue realizado para los fines más tiránicos. Por ejemplo, para esclavizar el pensamiento o representar símbolos oligárquicos y teológicos. Sin embargo, los artistas siempre deslizaban por ahí alguna ironía, alguna tristeza. Creo que una buena manera de representar cada relato era con un pequeño emblema. Parecido a los emblemas morales barrocos, imitando las técnicas del grabado que se hacían entonces.
La prosa de "Hoguera" discurre entre los hallazgos de las criaturas del lugar. "El protagonista sabe que las palabras no existen en la naturaleza. Todas ellas son para él un 'abracadabra', un 'hocus pocus', con las cuales, lo que se nombra, aparece frente a los ojos. Como un mago inexperto, escribirlas fue para mí como echar todos los ingredientes a la caldera hirviente y ver qué pócima rara podía salir de allí. En este sentido, toda la humanidad es una enorme cofradía de brujas y brujos. Hablar es peligroso. El lenguaje es una cosa tremenda", advierte.
-En tu libro hablas de un "Edén ladino", ¿a qué te refieres?
-Chuta. ¡Cómo contestar esto! Soy 'sudaca'. Mi padre es uruguayo, mi madre es chilena y mis amigos están repartidos por toda América, que siempre se cae a pedazos pero que vuelve y vuelve a renacer como un hongo resistente a todo. Somos ladinos porque sabemos que si miramos de frente nos roban hasta el nombre. Clarice Lispector escribió en un cuento que en la naturaleza no hace falta mirar de frente.
En ella los animales salvajes sólo miran a los costados. El mundo es un lugar peligroso. El Edén ladino es exuberante pero fatal. El mundo se revela inmenso en los atisbos, se confunde uno solo en la noche.
Daniel Blanco Pantoja es un autodidacta que nació en Peñalolén, se crió leyendo la biblia y el libro del mormón. nunca fue a la universidad.
"Hoguera"
Daniel Blanco Pantoja
Escrito con tiza
88 páginas
$14 mil
Por Amelia Carvallo.
"América siempre se cae a pedazos, pero vuelve y vuelve a renacer como un hongo resistente a todo. Somos ladinos, porque sabemos que si miramos de frente nos roban hasta el nombre".
cedida