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investigación aplicada, con identificación, protección y transferencia de los resultados. En los últimos cinco años, es la que más patenta en el país.

Además de haber sido elegido Gestor Tecnológico 2017, reconocimiento entregado por el Gobierno de Chile a través de Corfo, Ossa destaca por su libro "Del laboratorio al mercado".

La obra demandó cinco años de investigación. Surgió, entre otras razones, por la inexistencia de literatura en español sobre todo lo que implica el desarrollo y la innovación. Y como una forma de intentar responder preguntas sobre cómo convertir un resultado de investigación en un producto de alto impacto y qué se necesita para fortalecer la relación

entre el mundo académico y el sector socio-productivo. Todo enfocado en la experiencia y el contexto de países latinoamericanos.

La publicación es de Ediciones UC y en sus páginas están relatados casos exitosos de proyectos nacidos en aulas y laboratorios universitarios. Desde la bebida isotónica Gatorade (Universidad de Florida en Estados Unidos), hasta el kit BoviMan de detección en tiempo real de la tuberculosis bovina (Universidad Austral de Chile).

Usted lleva involucrado en el área casi dos décadas. ¿Qué tan desconocidos eran para aquel entonces conceptos de innovación y emprendimiento?

-No se hablaba mucho de eso y poco a poco comenzó a despegar con apoyos estatales, la irrupción de algunas empresas y personas que se atrevieron a llegar temprano y con un amplio margen de riesgo, a ciertos temas aún no instalados. La realidad actual es completamente diferente. Incluso ahora hay programas formativos y de especialización.

¿En qué grado está vinculada la innovación con el riesgo?

-La innovación es de muy alto riesgo. Las estadísticas nacionales e internacionales demuestran que de diez ideas, solamente una de ellas llega al mercado luego de un proceso que toma entre cinco y diez años.

¿Cómo puede evaluar el rol que ha jugado el Estado en el respaldo general a la creación o modificación de un producto y su puesta en el mercado?

-Ha sido bien precursor. Hay un impulso a la innovación desde hace mucho tiempo y Corfo ha tenido un rol clave en eso. Ciertamente el Estado se mueve a velocidades distintas, pero no es menos cierto que Chile se ha atrevido a avanzar en estas materias, volviéndose referente en Latinoamérica. Corfo nació en los años '30 para rearmar la economía y desde ese punto de vista también hubo innovación.

¿Qué le falta al ecosistema del I+D en general?

-Principalmente una mirada a largo plazo, es decir, que no se sostenga solamente en los cuatro años que dura cada nuevo gobierno. Para los que estamos en la trinchera académica, eso implica tener que estar convenciendo permanentemente a las autoridades y tal vez por eso es que aún no se ha logrado instalar a la innovación como el motor de la economía de Chile. Falta mucha más inversión en ciencias y tecnología por parte del Estado y que el sector privado se involucre mucho más. No obstante, lo más importante de todo es reforzar el compromiso país en esto y que se asuma la innovación como un motor para un antes y un después. Eso incluso debe estar instalado en el discurso político. Los países son pobres porque no invierten en innovación y desarrollo, no porque lo hayan hecho.

Territorialidad

La presencia de la UACh, que Valdivia sea una ciudad universitaria y el hecho de que además en la capital de Los Ríos esté la seremia de la macrozona sur del Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación, son factores que Álvaro Ossa considera como fundamentales para identificar el potencial del territorio.

"La innovación está vinculada a la academia, ese es un motor clave para el posicionamiento. También se debe sumar las muy buenas articulaciones que se tienen con el gobierno local y regional. Con todos esos elementos a la vista, la Región de Los Ríos se podría transformar en un polo de la innovación bastante potente, si es que las autoridades y las empresas toman la decisión de hacerlo", explica.

Y agrega: "La ciudad ofrece muchas ventajas, pero también debe resolver problemas urgentes, como por ejemplo la conectividad".

¿Habría que seguir el ejemplo de otras ciudades o regiones?

-Una de las claves es sacarle provecho a las ventajas, como el tamaño del territorio o ser capital regional, pero nunca igualarnos a otras ciudades. Acá se puede llegar fácilmente al empresariado, algo que en Santiago es muy complejo.

¿Qué elementos hacen de Valdivia una ciudad de referencia?

-La capacidad académica. Hay una oferta muy amplia y una gran cantidad de pensadores. El entorno juega otro rol preponderante. La ciudad tiene el río, árboles milenarios y la costa como 'laboratorios naturales' para innovar en turismo, área de alimentos y en general de las industrias creativas.

En su libro está un caso de éxito de la UACh (BoviMan). ¿Por qué decidió incluirlo?

-Hicieron un desarrollo científico, que hoy en día atiende un problema particular que es la detección de la tuberculosis bovina. Es un proyecto que nació en una universidad y que pasó por todo el quehacer que implica levantar fondos estatales, para finalmente terminar con un producto que está resolviendo un problema concreto en el mercado y la sociedad. El de la UACh es un caso muy claro, que desde regiones se puede hacer innovación.

El libro

"Del laboratorio al mercado" tiene ocho capítulos autocontenidos, donde se abordan las implicancias al momento de iniciar un emprendimiento, el financiamiento y cómo conseguirlo según el estado de avance de los proyectos; y la gestión del emprendimiento.

"No hay recetas que uno pudiera compartir para asegurar el éxito. Lo que existe son ciertas pautas para aventurarse en este mundo. Por eso, el libro está orientado a estudiantes de pre y postgrado y gestores universitarios del sector público y empresarial", dice.

También aborda la propiedad intelectual, que por lo general está más asociada al área de las artes. ¿Qué tanto se sabe de su importancia cuando se trata de proteger un producto científico?

-Efectivamente, está más asociada a la música o los libros. Pero, la propiedad intelectual es fundamental cuando hablamos de desarrollos tecnológico científico. No podemos concebir un proyecto innovativo, sin considerar su protección. Es un tema complejo, más legal que cualquier otra cosa, entonces el desafío fue cómo abordarlo de una manera simple en el libro. Otro de los capítulos que destaco es el de la obtención de financiamientos.

¿Propone sugerencias para no cometer errores en la búsqueda de dinero?

-Dependiendo del estado de desarrollo del proyecto, las primeras puertas que hay que tocar son las de los fondos públicos. Recién en una etapa más avanzada es cuando uno se acerca a los privados. Y ahí es donde se produce un descubrimiento interesante. Los que más invierten en Chile son las empresas medianas, no son las grandes ni las pequeñas. Eso se explica porque las grandes empresas, por lo general tienen sus problemas resueltos y el negocio les funciona. Las pequeñas deben enfocarse en pagar las cuentas a fin de mes. Y las medianas, que en su mayoría siempre buscan dar el gran salto, siempre se ven obligadas a innovar.